La subsunción real de la reproducción social.

Capítulo del libro: “LA GUERRA DE GÉNEROS MUNDIAL. (Maximización de la concurrencia, guerra de géneros y acumulación de capital”).

Alarde cantinera
La transformación social radical en pro de la igualdad de géneros en los países capitalistas más desarrollados sucedida en los últimos 50 años, con los patrones aclarados en los anteriores titulares, que durante los próximos 50 años, de no mediar una revolución mundial, se va a implantar en las grandes mayorías mundiales, es un proceso causado por los resultados en la lucha de clases en cuanto a la igualdad de acceso entre géneros (no entre clases) al aparato productivo, por necesidad de la acumulación de capital y de expansión social de la sociedad burguesa. Pero, así mismo, igualmente, también es propulsada por el hecho de que el desarrollo científico y técnico causado por el capitalismo ha impactado profundamente en la situación de las mujeres al reorganizar y transformar radicalmente las fuerzas reproductivas. Veamos esta breve descripción de la subsunción formal y la subsunción real de la clase obrera:

“(…) una vez que el conocimiento científico en sus distintas disciplinas se incorporó a las máquinas y a la organización fabril, la fuerza productiva del trabajo social aparece como fuerza productiva del capital, donde no son ya -incluso técnicamente hablando- los obreros quienes emplean los medios de producción propiedad de los capitalistas *(Subsunción formal), sino que son los medios de producción “quienes” emplean a los obreros (*Subsunción real)”.(9)

Cualquiera que analice las transformaciones acaecidas en la Esfera de la Reproducción social en los dos últimos siglos comprenderá que estos procesos de establecimiento de la Subsunción Formal y luego, sobre ella, de la Subsunción Real del capital sobre el trabajo, con el sometimiento del obrero al saber capitalista concentrado en la máquina y luego al ritmo de la cadena de montaje, han sucedido primero en la Esfera de la Producción, en las fábricas y espacios industriales, pero luego se han expandido a la Esfera de la Reproducción social.
Hasta el siglo XIX, la Producción de Vida y la Reproducción Social empleaban el 90% de las vidas personales de las mujeres proletarias. Las mujeres vivían 40 o 50 años de media y tenían 5, 6 y más gestaciones y partos, muriendo gran parte de los recién nacidos al nacer o en el primer año de vida y muchas de ellas. Los apoyos con que contaban en esa lucha por la reproducción biológica eran los de la comunidad campesina o rural, normalmente organizada políticamente por las iglesias y con potentes colectivos de mujeres formados para apoyar poderosamente a las madres, que hoy ya no existen. El apoyo de la comunidad rural no les libraba (ni les libra hoy en día en el medio campesino) de la realización de un sin fin de trabajos productivos entre los que se contaban incluso los más duros, como la minería comunal o el arrastre de cargas, hasta que el movimiento obrero logró que las mujeres y los niños salieran de los trabajos más duros y peligrosos, lo que relata magistralmente Marx en el Libro I de El Capital.
En el siglo XX esta situación de la reproducción social culminó su superación y comenzó un cambió radical; avances médicos e higiénicos redujeron la tasa de mortalidad al nacer drásticamente, llevando la natalidad media por mujer primero hasta las tres gestaciones y partos por mujer durante la primera mitad del siglo, pero, a continuación, desde la segunda mitad del siglo pasado hasta inicios de este siglo XXI la tendencia ha sido a que en los países con clase capitalista más desarrollada las mujeres tengan una media de una gestación y un parto a lo largo de su vida.
La caída de la mortalidad al nacer (aunque la mortalidad prenatal aumenta a medida que las mujeres entran en la Esfera de la Producción) y la prolongación de la duración de la vida han permitido socialmente absorber relativamente en términos poblacionales la reducción drástica de la natalidad, y ayudado a aumentar enormemente el tiempo de trabajo liberado de las mujeres en la Esfera de la Reproducción; la tendencia a la universalización de la escolarización, la proliferación de los jardines de infancia, el creciente reparto del trabajo de cuidados de reproducción social con los hombres, la masificación de inventos como la lavadora automática, incrementan aún más el tiempo liberado de la Esfera de la Reproducción Social en las mujeres en general y en las mujeres obreras en particular, posibilitando los efectos de clase que hemos visto en el anterior subtítulo.
Puede decirse que en apenas dos siglos las mujeres proletarias en los capitalismos más desarrollados han pasado de dedicar el 90% de su tiempo de vida a la Esfera de la Reproducción, a dedicarle el 10%, trabajo de cuidados de reproducción social que al ser repartido con el hombre completamente se reduciría al 5% del tiempo dedicado a la reproducción (10). Este cambio lo ha hecho posible, o mejor dicho, lo ha condicionado en gran medida el desarrollo de las fuerzas reproductivas en el capitalismo.
El envés, la parte oculta de la contradicción o contracara del proceso, la mayor parte del tiempo liberado del trabajo de producción de vida y del trabajo reproductivo, – finalmente trabajo creador de valor en tanto la fuerza de trabajo humana es una mercancía con valor de uso y valor de cambio -, queda sometido a la relación salarial, a la Esfera de la Producción y a componer nueva oferta de tiempo de fuerza de trabajo. Por tanto, no queda liberado del trabajo, sino que queda liberado del trabajo en la Esfera de la Reproducción para ser sometido al trabajo de la Esfera de la Producción.
En determinado momento de este desarrollo, el trabajo en la Esfera de la Reproducción Social pasa de estar subsumido formalmente, cuando las mujeres emplean el conjunto de medios dispuestos por el capital para organizar la Producción de Vida, y los Trabajos de Cuidados de Reproducción Biológica y Social, desde los hospitales a los jardines de infancia, a estar subsumido realmente, cuando las mujeres proletarias y sus progenies son empleadas por esos medios de reproducción social de la acumulación de capital, según las necesidades generales de producción de plusvalía de sus propietarios.
La Subsunción Real del Capital sobre el Trabajo de Producción de Vida y de Reproducción Biológica y Social, el sometimiento sistemático de la Esfera de la Reproducción a la lógica del capital, que se va implantando de forma indirecta a medida que profundiza su desarrollo organizativo como Trabajo Social Abstracto, – motorizado por el afanoso impulso burgués a la producción de plusvalía a medida que cae la tasa de ganancia media -, produce ideologías y saberes ad hoc que impugnan toda autonomía del productor, que pasa a ser consumidor cautivo de unos servicios sobre cuya programación no tiene control político. En estos momentos esas ideologías de la subsunción real del trabajo reproductivo al capital son el neomalthusianismo (11), el feminismo realmente existente, a un 90% o más el capitalista, la corriente enseñante pro capitalizadora de lo humano, el capital humano, la planificación familiar burguesa, y la pedofilia del capital (PEDO= Infancia, FILIA=Amistad), gestionados por fracciones emergentes de la aristocracia obrera, de nueva pequeña burguesía y de las corporaciones industriales y comerciales de enseñanza, juguetería, multimedia, editorial, higiene, mobiliario, vestido y farmacéuticas y sus cuadros políticos en la forma estado.
Se destaca entre los medios indirectos de subsunción real, especialmente, la planificación familiar burguesa, que dirige y disciplina las voluntades femeninas en la Esfera de la Reproducción hacia el logro de la mayor estabilidad posible en la Sociedad Burguesa. En esta metodología, lo corriente es que los hijos no planificados sean sacrificados sistemáticamente, en aras del ideal burgués contemporáneo de familia viable y feliz, adaptada a las necesidades del entorno productivo, en estos momentos compuesta por un hijo por mujer en el proletariado, lo que, sin embargo, con la caída del salario, a medida que la tendencia a la caída de la ganancia se agudiza, tampoco es viable.
En todo este ámbito de la Esfera de la Reproducción, la forma estado de la clase capitalista, alentada por los intereses de las corporaciones y de la sociedad burguesa que le es base directiva, promulga las leyes y reglamentos que regulan al detalle las distintas alternativas en la gestación, el parto, el periodo de amamantamiento, la crianza y  la educación, en una convergencia de dispositivos que tiende a establecer finalmente de manera directa la Subsunción Real del capital, su saber e interés, sobre los productores de vida y reproductores sociales proletarios y su producto, la nueva vida proletaria. Resultado de ello es que paulatinamente el saber proletario en la producción de vida y reproducción social es desvalorizado y declarado obsoleto, cuando no enemigo, del mismo modo que quedó el saber artesanal, del productor, desplazado y declarado obsoleto durante la subsunción real en la Esfera de la Producción.
De la gestión de la comunidad campesina, la natalidad, la crianza y la educación han pasado a la gestión industrial, donde finalmente los productores de vida y reproductores sociales de la clase obrera y de los sectores proletarizados de la pequeña burguesía están subsumidos en el desarrollo del capital, y en el Trabajo Social Abstracto altamente desarrollado. La tendencia es, pues, a perderse cada vez más la autodeterminación reproductiva en la clase obrera, no así en la clase capitalista y en sus fracciones obreras aliadas (12).
En los países capitalistas con mayor desarrollo de la explotación, la tasa de natalidad de la clase capitalista (y sus fracciones obreras aliadas) es mayor que en la clase obrera. Aunque estas estadísticas no están disponibles, puede afirmarse que la tasa de fecundidad de las mujeres es menor entre las mujeres de clase obrera que en las mujeres de clase capitalista, quizá en el entorno de 0,75 hijos por mujer obrera en los países capitalistas más desarrollados, y en el entorno de 1,50 hijos por mujer en la clase capitalista y sus aliados.
En la reducción de la tasa de natalidad obrera convergen muchas fuerzas y mediaciones. Desde las arquitectónicas, con la concepción del tamaño de hábitat obrero estándar o inasequible por sus precios o inutilizado para la reproducción social por lo reducido del espacio habitable construido, hasta que el esfuerzo de producción de vida es diferente en cada clase debido al tipo de actividad y al diferencial de poder adquisitivo, pasando por el mayor riesgo de paro obrero o subempleo de uno de los cónyuges en la clase obrera  (13), siendo el hecho de que la mujer obrera pierde estatus en el proceso de Producción de Vida y de Reproducción Social mientras la mujer capitalista lo gana, muy importante en impedir que aumente la natalidad en el proletariado de los países más avanzados en la explotación de la clase obrera.
La subsunción real en la Esfera de la Reproducción implica también el control de la oferta sobre la demanda – que únicamente no predomina estructuralmente en la relación salarial -, y no hay demanda de producción de proletarios, que es muy costosa, solo la hay de proletarios, y estos, por los diferenciales territoriales de grado de desarrollo e inmersión en el capitalismo por países, pueden encontrarse de manera relativamente fácil en el mercado mundial de fuerza de trabajo, todavía, en estos inicios del siglo XXI.

Las “libres” elecciones…

En cambio, la reproducción biológica y social de los titulares de la propiedad capitalista y sus gestores y aliados sí es atendida, (diferencialmente como se constata, por ejemplo, en la “libre elección” de centro educativo en los mercados de enseñanza y formación, que, por supuesto, como no podía ser de otra manera en el capitalismo, no lo es para todos), pues la demanda dispone de mayor grado de autonomía y poder adquisitivo, pero la reproducción del proletariado no dispone de ese poder adquisitivo y su capacidad de elegir inducida, y por ello se desarrolla mucho más subsumida realmente, de manera directa e indirecta, por el capital.
Aparentemente, el productor, en este caso la productora, emplea los medios reproductivos puestos a su disposición, pero en realidad tanto cuantitativa como cualitativamente en procesos, métodos y modos, son los medios sociales de producción y reproducción los que emplean (o no emplean) a las productoras. Así que la caída de la tasa de natalidad en la clase obrera de los países imperialistas, por ahora, es la forma que toma en la Esfera de la Reproducción la necesidad capitalista de disponer de bajos salarios, combinada con la necesidad burguesa de estabilidad para proseguir la acumulación de capital y su explotación sobre la totalidad social, y así, es, sobre todo, la forma ocultada que toma la depauperación absoluta del proletariado en los países capitalistas centrales. Cuando la pobreza en el proletariado alcanza realmente el nivel de no derecho a la existencia.
A nadie debe extrañar que en los años 60-70-80s hubiera la eclosión que hubo en los países imperialistas de los mercados de medios contraconceptivos, la despenalización y luego legalización del aborto, y la campaña antinatalista y antimaternalista frenética, manipulando el ecologismo, y nombrando incluso con toda naturalidad y cuajo como extensión de una plaga al crecimiento de la población, en su mayoría de clase obrera. Pero tampoco debe extrañar el actual recorte de la aparente autonomía en el ejercicio de las mujeres del derecho al aborto en el estado español, precisamente cuando la crisis demográfica, resultante del antinatalismo del capital y el reformismo en la fase de la acumulación de las cuatro décadas anteriores contra las poblaciones obreras endógenas europeas, comienza a expresarse como despoblación y tendencia al debilitamiento de la fuerza general de trabajo propiedad de los monopolios en sus formaciones sociales base.
Finalmente, cuando el modelo de acumulación de capital anterior tiende a descomponerse, su modelo de reproducción social queda inservible, y el problema con que se encuentran los capitales más débiles es que no es fácil competir ni por los empleos ni por la captación en el mercado mundial, por debajo de su valor, de fuerza de trabajo más y mejor capitalizada. En estos apuros, cuando la tendencia general es a la reducción de la natalidad, como un fenómeno social autonomizado, todo el poder del capital en implantar la subsunción real de la reproducción social se encuentra con el límite que el capital se pone a sí mismo. La nueva ley del aborto, en el estado español, cuando convergen los principales poderes burgueses, mediático, ejecutivo, legislativo, judicial, hacia un fin, es la expresión de estas contradicciones del capital. Y aqui hay que avisar, por si alguien no lo sabe, que el libre albedrío que se supone en la presunta libre decisión de tener o no tener hijos no es tal, ni incluso a escala de gobiernos capitalistas…
La población de clase obrera en edad reproductiva no emplea los medios de reproducción social sino que los medios de reproducción social capitalista la emplean a ella, todavía, pero con una particularidad: La Esfera de la Producción y la Esfera de la Reproducción tienen que repartirse la fuerza social vital disponible. Recordemos: La sustancia del valor es el trabajo pero la sustancia del trabajo es la vida.(14) Y la vida proletaria es un costo más a cuadrar en las cuentas del capital.

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NOTAS

  • (9)“La subsunción real del trabajo en el capital y la investigación científica”.
  • (10)En la ciencia ficción política feminista burguesa, el sueño utópico del sistema reproductivo humano con incubadoras, que liberaría a las mujeres de la gestación y el parto, y reduciría al 0% el trabajo de producción de vida, precedió al sueño de una nueva universalidad de género compuesta por supercyborgs andróginos, pero lo que realmente está surgiendo son robots policías y los llamados “vientres de alquiler” o “gestación subrogada” y su mercado, donde la fuerza de trabajo de clase obrera femenina, “liberada”, encuentra otro de sus verdaderos papeles en la abolición del patriarcado realizada en condiciones capitalistas.
  • (11)Véanse: “Sagrado aborto neomalthusiano y capitalismo” y “¿’babyboom’ de los 50/70′s o “babycrunch” desde los 80s? innobasque ya ha decidido.”
  • (12)De hecho, el profesor Andy Miah, Director del Instituto de Futuros Creativos y Cátedra de Ética y Tecnologías Emergentes en la Facultad de Comercio y de Industrias Creativas de la Universidad West Scotland, como se nos cuenta en Las seis predicciones de cientificos para el año 2050. de Rusia Today, predice que:
    “en el año 2050 los padres probablemente tendrán que tener una licencia especial para poder tener hijos”. El científico explica esta visión del futuro por el avance imparable de la genética, ya que incluso en la actualidad un ser humano puede modificar su cuerpo y, según Miah, lo que podrá cambiar en un futuro será su biología.
    “Seremos capaces de perfeccionar la especie humana, de influir en la evolución. Y el gran debate será ver hasta dónde estamos dispuestos a llegar en este camino. Por ejemplo, la paternidad será algo muy diferente. Hoy, para adoptar, tienes que pasar toda una serie de exámenes impuestos por la sociedad. Llegará un día en que también habrá una especie de ‘licencia para ser padre'”, opina Miah.”

    …por la sociedad burguesa, debería reconocer el sr. Miah. Más actual, y real también, Rusia Today nos informa de que: China reanuda la campaña de ‘esterilización forzosa’. Así que a partir de la subsunción real del capital sobre el trabajo reproductivo, y de la mano del neomalthusianismo, se abre el recorrido hacia un nuevo totalitarismo eugenésico.
  • (13)Aunque el salario suba, si el titular de este debe destinar mayor monto a la pura reproducción de la fuerza de trabajo, por ejemplo adquiriendo un vehículo sin el cual no se puede sostener un empleo, en muchos casos, al tomar una dimensión de salario aparente, medios de producción externalizados cuyo costo es incluido en los gastos de salario, en realidad baja. Hacer hueco en el fondo de consumo a este tipo de gastos, forzosamente reduce la solvencia necesaria para afrontar un nacimiento, una crianza o un nuevo hijo. Por lo que fenómenos como la proliferación del automóvil particular no pueden ser desconsiderados a la hora de evaluar las fuerzas y condiciones materiales de base que determinan la caída de la natalidad en la clase obrera en los países capitalistas avanzados.
  • (14)La sustancia del valor es el trabajo, y la sustancia del trabajo la vida humana. Por un lado, el tiempo de vida humana metabolizado, a través del Trabajo Social Abstracto, como trabajo pasado y capital ya titularizado, por otra el tiempo de vida humana en producir vida humana. Así, para el capital las mujeres proletarias tienen doble valor de uso en comparación con los hombres, tanto para la producción de plusvalia en la Esfera de la Producción como para crear valor de uso fuerza de trabajo en la Esfera de la Reproducción. El feminismo del capitalismo no es pues ninguna casualidad.

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