La extinción económica de la familia de clase obrera.

Capítulo del libro: “LA GUERRA DE GÉNEROS MUNDIAL. (Maximización de la concurrencia, guerra de géneros y acumulación de capital”).


 Créditos: Prehistoria Forosactivos.net.
Créditos: Prehistoria Forosactivos.net. (Enlace fuera de línea )

La familia obrera, como unidad productivo-reproductiva (y de organización de la explotación) básica, ya no es necesaria para la acumulación del capital en los países capitalistas centrales, aunque si es necesaria para la reproducción de la clase capitalista, cuya forma familia es una unidad de gestión del excedente productivo enajenado a la clase obrera. Esto es, la familia burguesa no está en extinción desde la base económica, la familia obrera si:
Los datos demográficos del INE (Instituto Nacional de Estadística español) sobre Hego Euskal Herria, – que es una formación socio-económica típica imperialista (exportadora de capital), típica, así mismo, en los países capitalistas centrales -, que, dada la menor inmigración en la fase neoliberal en comparación a las formaciones socio-económicas de su entorno, debido al conflicto armado entre ETA y los estados capital-imperialistas ocupantes del país, tienen la virtud de mostrarnos el proceso de reducción de la población proletaria endógena, de los capitalismos más avanzados en la explotación de la clase obrera, de una manera más clara:
 Dinámica de decremiento poblacional en Hego Euskal Herria, considerado por cohortes generacionales
Dinámica de decrecimiento poblacional en Hego Euskal Herria, considerado por cohortes generacionales

Hay que tener en cuenta que en este segmento de población observado, se cuentan la mayor parte de los 148.000 pobladores inmigrados extraestatales registrados durante la pasada década, y que, a su vez, el resto de la población recibió inmigraciones extranacionales anteriores de hasta el 40% de la población total preexistente, para asi evaluar cuál es el desgaste real de las poblaciones proletarias endógeneas en la época del capitalismo. Así, en la parte Sur de Euskal Herria, a uno de enero de 2011 la población estimada de 44 años, era de 45.460 personas, mientras que la de 16 años era de 22.475. La mitad. De esos 22.475, veamos que nos dice el Eustat:

“Una de cada cuatro mujeres vascas no tendrá hijos. Así lo vaticinó ayer el Instituto Vasco de Estadística (Eustat), que agregó que cerca de la mitad de los ciudadanos de Euskadi tampoco contraerá matrimonio, civil o religioso, en toda su vida. Las dos conclusiones se han sacado de los indicadores demográficos de 2011, que confirman el aumento de la esperanza de vida en la comunidad autónoma.
Según el Eustat, el promedio de hijos por mujer fue de 1,3 hace dos años, lejos de los 2,7 que se contabilizaron en 1975 y de los 2,1 que hacen falta para evitar que la población vasca se reduzca. Tal recorte ya se hubiera reflejado en el padrón si no fuera por la llegada de la población inmigrante, que asciende a 148.000 personas y cuya fecundidad es mayor, aunque tiende a igualarse con la de la población autóctona a medida que echa raíces. Con tales presupuestos, y a partir de los datos de 2011, los demógrafos estiman para Euskadi un índice de primeros hijos de 0,76, lo que significa que casi la cuarta parte de las vascas no tendrá descendencia.
La media de segundos hijos será de 0,5, mientras que la de terceros se situará en 0,10; es decir, cinco de cada diez mujeres tendrá dos niños y sólo una de cada diez tendrá tres, dato este último que representa una espectacular caída del 90% respecto a 1975.” (15)

Por un lado, vemos que con la tasa de natalidad actual, en treinta años, que es mucho tiempo en las vidas personales pero poco en la vida colectiva, en 2043 la población endógena de 44 años, – con independencia de la inmigración que haya aunque no de la emigración -, será, groso modo, de 22.000 personas y la de 16 años de 11.000… una cohorte generacional de 16 años sin duda menor que la que había hace 180 años cuando el capitalismo fue introducido por las fuerzas imperialistas a sangre y fuego en nuestro país.
Si de los 22.000 chicos y chicas que tenían 16 años en 2011, unos 5.500 no tendrán hijos, y unos 11.000 no se casarán ¿dónde queda la familia aquí?. Pues en quienes tengan suficiente capital o ingresos para casarse y tener hijos, pero la mayor parte de la clase obrera no podrá permitirse ese lujo de tener familia, de ser padres o ser madres, mientras que estos y otros “privilegios” masculinos y femeninos están en trance de desaparición en el proletariado simplemente porque la base material, en este capitalismo de final de ciclo, aliena una cuota de plusvalía crecientemente brutal al par que produce paro estructural y un enorme subempleo permanente.
Efectivamente, no es ya que el capital barra con el Patriarcado, es que además tiende a barrer con la paternidad y con la maternidad en la clase obrera (16) y con la misma población obrera que soporta el grueso de la subreproducción social, por mucha igualdad de géneros que establezca.
En realidad, la base económica de la reproducción social de la familia obrera ya no existe. Esta fue fundamentalmente una unidad básica de producción y reproducción social primero en la época del pequeño artesanado y campesinado comunal y bajo rentas durante el capitalismo de reproducción simple de capital, el capitalismo comercial, que disponía de tierra en la que cultivaba alimentos y producía bienes de consumo y producción de manera cooperativa. Con la introducción del capitalismo industrial y la expropiación de la tierra (que en EH le costó dos guerras al capital imperialista inglés y su socios bilbaínos y madrileños) el salario terminó por tomar, ya en el fordismo, el relevo a la tierra a la hora de nuclear la unidad productiva y reproductiva básica del proletariado y su explotación, la familia. Cuando el Salario General cae a causa del auge estructural de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, lo primero que estalla en la clase obrera, dentro de un complejo pero aplastante proceso estructural, es la familia nuclear, y, a continuación, también la familia extendida y sus restos. El auge de la familia monoparental, cuyos hijos tienen un 70% más de posibilidades de entrar en la cárcel que las no monoparentales, y el auge de los hogares compuestos por un individuo, son el resultado de ese proceso,
Cuando el capitalismo llega a niveles de alto desarrollo y así a una alta composición orgánica del capital medio mundial, más alta en la escala nacional vasca, el salariado estable se reduce, el mismo salario-moda o típico, – mileurista hasta ayer mismo y ahora cada vez más seiscientoseurista -, deflaciona y no permite sostener establemente un hogar obrero con hijos, de manera que tiene que haber dos personas asalariadas para poder mantener una vivienda familiar y sus gastos. Pero, el avance del paro estructural y el subempleo impugnan la estabilidad relativa que la asociación de asalariados puede poner en el sostenimiento de un hogar aunque este solo tenga un hijo.
Con la declinación del salario a partir de la intensificación de la renta del suelo y el éxito de las presiones de contención estructural a su elevación, simplemente las familias obreras se diluyen, en su forma extendida, o no se pueden formar, en su forma nuclear. En periodos de dificultades solo salen adelante, cuando salen, mediante el recurso a las ayudas sociales, con el aumento de disciplinamiento capitalista que ello conlleva, pero esto no deja de ser una forma subvencionada de salir adelante. En esas condiciones, se forma entonces una fracción obrera migrante, que es internacional, y que tampoco se reproduce socialmente de manera endógena.
Sin base económica en este capitalismo de final de ciclo, la familia de clase obrera se está disolviendo rápidamente en términos históricos, y no es pues medio de reproducción social en los capitalismos desarrollados, mientras es sustituida en la vida social crecientemente por las redes de amistad, que a su vez, han de ser forzosamente precarias e inestables, no siendo de todos modos alternativa para sostener la reproducción social en la clase obrera endógena, que es cubierta por el imperialismo demográfico durante una época. El emergente imperialismo demográfico, genera toda una fracción burocrática en la aristocracia obrera especializada en la difusión de la igualdad de géneros en los países en proceso de industrialización, en lo externo, y en la gestión de la clase obrera importada para cubrir los vacíos de la demanda de fuerza de trabajo del capital, en lo interno. Y no está por labor de denunciar bajo ningún concepto las causas que originan la depresión demográfica ni tiene la menor intención de denunciar la crisis biopolitica en que se encuentran las formaciones sociales de los países imperialistas.
Es en este contexto de la lucha de clases mundial, donde se produce la guerra de géneros y la violencia machista actual. Desconsiderar esto con facilonerías sobre el carácter terrorista de la violencia machista no es ir a la raíz de las contradicciones, y por tanto tiene muy poco o nada de marxista.

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