Hay algo más masivo que el abortismo mismo, y es la propaganda de embellecimiento del abortismo. Siempre orientada hacia abajo y a la izquierda, especialmente contra las mujeres proletarias en edad fertil buscando imponer una lógica banalizadora y de normalización, recuerda a la formación de los mercados de los rackets de la heroina, que se centraban en el derecho al consumo y en envolver la práctica del consumo en el frescor contracultural, ocultando en la fase de bajos precios que en condiciones capitalistas ese derecho desemboca indefectiblemente en genocidio juvenil.