Qué es lo que realmente pensaba Alvarez Mendizabal sobre el Pueblo Vasco.

Retrato de Alvarez Mendizabal
Retrato de Alvarez Mendizabal

El célebre financiero castellano del siglo XIX, Mendizabal, comúnmente conocido por su “desamortización” de los bienes comunales y eclesiásticos, y que en realidad no se apellidaba Alvarez Mendizabal, sino Alvarez Mendez, nombrado presidente del Gobierno de España, a finales de 1835 escribe una proclama con las disposiciones de su gobierno, en la Gazeta, que nos aclara qué es lo que pensaba de Euskal Herria. El texto dice así:

El Gobierno español está seguro de terminar pronto y gloriosamente la guerra de las Provincias Vascongadas con solo los recursos nacionales: pero impone por condición que el orden público se restablezca, y restablecido y la confianza (*Nota del trancriptor; así en el original), bastara el movimiento rápido y ascendente del crédito público para proporcionar medios; y para conseguir ese resultado no habrá necesidad de aumentar ni un solo maravedie la deuda pública; bastarán los recursos ordinarios y los del crédito; siempre bajo la condición del restablecimiento del orden.”(…)
Hasta que tenga a su disposición todos los recursos necesarios para una victoria completa e infalible, no empezará los movimientos militares. Su campaña no debe durar más que uno o dos meses, y la ocupación de las guaridas de todos los facciosos ha de ser simultánea. No se contentará ni con el valiente Ejército del Norte, ni con los cuerpos auxiliares extranjeros, ni aún con las tropas recientemente levantadas en las provincias de la monarquía. Cuando penetren en el país enemigo no les ha de faltar ni un solo hombre del número que se juzgue necesario para concluir la guerra en unos pocos días”.(1)

Ya vemos en estos fragmentos de las disposiciones de Alvarez Mendizabal, que no denomina “guerra carlista” a lo que está haciendo su gobierno (2), sino guerra de las Provincias Vascongadas, país enemigo en el que, en su opinión, ha de penetrar un ejército lo suficientemente demoledor como para concluir la guerra en unos pocos días. Esta es la promesa que hace Alvarez Mendizabal a los “revolucionarios” burgueses españoles, (que se habían levantado por su descontento con el Estatuto Real que solo admitía a 16.000 votantes en su sufragio censitario), si, desmovilizándose, le apoyan.
Pero ¿de dónde salía Alvarez Mendizabal? Wikipedia nos aclara dónde se encontraba y haciendo qué Alvarez Mendizabal cuando es llamado por el Ministro de Hacienda Toreno a Madrid en 1835, y, sobre todo, por qué se le llama:

“Tras el triunfo liberal en Portugal Mendizábal alcanzó una posición clave en aquél país, entre otras razones porque se convirtió en el agente financiero del reino en Londres. Así fue como reforzó su amplio crédito en el mundo financiero británico -y también francés- que sería muy importante en su vuelta a España en septiembre de 1835,(…)
En España el gobierno presidido por el liberal moderado Francisco Martínez de la Rosa nombrado por la regente en junio de 1834 se encontró con que no tenía recursos para pagar al ejército “isabelino” que combatía en la primera guerra carlista, por lo que desde Londres Mendizábal se ofreció al ministro de Hacienda, el conde de Toreno, para hacer gestiones ante los banqueros británicos y franceses y ante sus respectivos gobiernos para que éstos concedieran un empréstito al reino de España. Así cuando el conde de Toreno sustituyó a Martínez de la Rosa al frente del gobierno en julio de 1835 nombró a Mendizábal ministro de Hacienda
(3)

Nótese que al Ejercito del Norte que combate “en país enemigo” haciendo la “Guerra de las Provincias Vascongadas”, el artículo de Wikipedia, siguiendo la tendencia dominante de la historiografÍa españolista, lo denomina “ejército isabelino” que hace la primera “guerra carlista”…
Pero, en efecto, lo que este financiero político promete, como hemos visto, es terminar pronto lo que llama la Guerra de las Provincias Vascongadas “con solo los recursos nacionales”, comprendiéndose que por nacionales entiende castellanos y los créditos que obtenga, en el mercado internacional de capitales, el estado castellano para hacer la guerra imperialista a las Provincias Vascongadas. Para sufragar la guerra, Alvarez Mendizabal sostiene que no va elevar “ni un solo maravedíe” la deuda pública, lo que demuestra que la situación ya era de quiebra… pero siempre hay recursos que el incipiente capital financiero-industrial puede movilizar…
¿Se comprende ahora en qué se basaba la necesidad de realizar la presunta “Desamortización de Mendizabal”? Esencialmente aquello fue un saqueo interno y apresurado con el objetivo de lograr recursos para financiar la Guerra de las Provincias Vascongadas, al más puro estilo imperialista, cuyos principales beneficiarios fueron la banca inglesa, que administraba la plétora de capitales provenientes de la industrialización británica, los magnates ibÉricos al estilo de Alvarez Mendizabal, y aquellos “revolucionarios” españoles que estaban dispuestos a dejar de hacer la revolución siempre y cuando se reanudara el gasto público para abastecer al ejército invasor castellano del Norte, involucrado en hacer la Guerra de invasión de las Provincias Vascongadas.

Entrega del Estatuto Real de 1834 a Isabel II
Entrega del Estatuto Real de 1834 a Isabel II

Y es que, obviamente, la amenaza-promesa de Alvarez Mendizabal de poner dinero en circulación como nuevo gasto público militar a cambio de desmovilización política burguesa contra el Estatuto Real de 1834, y si no cesar la guerra imperialista contra las Provincias Vascongadas, logró calmar los ánimos de “los revolucionarios” burgueses españoles.

LAS RIQUEZAS MINERAS, UN OBJETIVO ESENCIAL DEL IMPERIALISMO BRITÁNICO.

 

Mientras el Pueblo Vasco luchaba por la soberanía inscrita en sus fueros, en la lucha por la posesión de Bilbao se dirimía el rumbo de las inversiones y el crédito principalmente británico, aunque también francés, entre las distintas facciones de la oligarquía.
Mientras la mayoría del Pueblo Vasco luchaba por la soberanía de sus Fueros, en la lucha por la posesión de Bilbao se dirimía el rumbo de las inversiones y el crédito principalmente británico, aunque también francés, entre las distintas facciones de la oligarquía.

Recordemos, respecto al marco general de esta guerra claramente imperialista contra nuestro país(4), que en 1832 hubo una crisis de sobreproducción en Inglaterra, la primera crisis cíclica industrial del capitalismo de reproducción ampliada o industrial. El abaratamiento del capital constante de ese centro mundial de acumulación de capital, ubicado en la Inglaterra del siglo XIX, era una necesidad política, lo mismo que la búsqueda de nuevos nichos de inversión rentable. Y las riquezas mineras no solo vascas sino también peninsulares, estaban en el punto de mira del desarrollo capitalista europeo, en lo que ya fue una verdadera repartija, que incluirá no solo el hierro bizkaino sino también el plomo y el mercurio andaluz. Hay que apuntar que en la Inglaterra de los años 30 del siglo XIX, el movimiento cartista fue contrario a la intervención del Imperio Británico en la guerra de las Provincias Vascongadas, lo que veremos claramente reflejado en el texto “Campaña de doce meses en Navarra y las Provincias Vascongadas con el General Zumalacárregui de C.F. Henningsen”. Además de los objetivos e intereses de los “revolucionarios” castellanos, el imperialismo británico no solo buscaba eliminar barreras comerciales a sus productos metalúrgicos, en su apoyo a Castilla(5) contra las Provincias Vascongadas, también buscaba obtener suculentas concesiones mineras a precios de remate. En 1826 el estado castellano había emitido una ley de nacionalizacion de las riquezas del subsuelo, que en 1827 desautoriza para el territorio bizkaino y la minería vasca una ley foral bizkaina, declarando las riquezas del subsuelo como un bien propiedad de la diputación foral.
En 1833 una marea de matxines, (de meatz-ain, mineros), tras la muerte de Fernando VII, se lanzan en matxinada a Bilbao a proclamar rey – y así señor de Bizkaia -, a Carlos V, en Bilbao, de quien creen que respetará el fuero de Bizkaia, que en esos momentos, como ha quedado demostrado, significaba reivindicar la soberania(6), teniendo esa soberanía nada menos que el contenido material de la propiedad colectiva de la mayor reserva de mineral de hierro de Europa Occidental, y la renta de los mineros comunales bizkainos, quienes en la formación de sus rentas combinaban mina, bajo derecho de usufructo comunal, y caserio, normalmente bajo arriendo. Es la última matxinada. La respuesta del imperialismo castellano, asociado al imperialismo inglés, fue enviar a marchas forzadas a un ejercito castellano de 11.000 soldados a invadir Bizkaia y tomar Bilbao, ciudad habitada por 10.000 personas de las cuales la mitad huyó de la ciudad. En esencia, en el primer sitio de Bilbao, las Divisiones Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Navarra sitiaban al ejercito español del Norte, compuesto por los regimientos Gerona, Ronda, Compostela, Valencia, Alcazar de San Juan y Mondeñedo, reforzados con una minoria de auxiliares locales dispersos en compañías de apoyo a este ejército “del Norte”.
La casi totalidad de la población del país, liberal o absolutista, era contraria a la invasión del ejército castellano y sus socios auxiliares ingles y francés. Las ciudades no eran pro liberales y el campo pro absolutista, recalquemos; la versión de que las ciudades eran liberales y el campo absolutista es la versión burguesa española. La realidad histórica es que entraron en el “país enemigo” con una misión imperialista: Derribar los estados vascos y saquearlos al modo imperialista. El 95% de la población vasca vivía fuera de la cuatro ciudades, en realidades plazas fuertes, tomadas por el ejercito castellano, y de ese 5% que habitaba Gasteiz, Bilbao, Donosti e Iruña, más del 90% de los civiles era contrario a la presencia militar española, inglesa y francesa en el país. No se trataba de introducir el capitalismo, se trataba de repartirse una pequeña nación. Lenín, en su prólogo a “El estado y la Revolución” lo sintetizó magnificamente así:

Los elementos de oportunismo acumulados durante décadas de desarrollo relativamente pacífico crearon la corriente de socialchovinismo imperante en los partidos socialistas oficiales del mundo entero. Esta corriente (Plejánov, Pótresov, Breshkóvskaia, Rubanóvich y luego, bajo una forma levemente velada, los señores Tsereteli, Chernov y Cía., en Rusia; Scheidemann, Legien, David y otros en Alemania; Renaudel, Guesde, Vandervelde, en Francia y en Bélgica; Hyndman y los fabianos, en
Inglaterra, etc., etc.), socialismo de palabra y chovinismo de hecho, se distingue por la adaptación vil y lacayuna de los “jefes” del “socialismo”, no sólo a los intereses de “su” burguesía nacional, sino, precisamente, a los intereses de “su” Estado, pues la mayoría de las llamadas grandes potencias hace ya largo tiempo que explotan y esclavizan a muchas nacionalidades pequeñas y débiles. Y la guerra imperialista es precisamente una guerra por la partición y el reparto de esta clase de botín. La lucha por arrancar a las masas trabajadoras de la influencia de la burguesía en general y de la burguesía imperialista en particular, es imposible sin una lucha contra los prejuicios oportunistas relativos al “Estado
.
Vladimir Ilich Ulianov, Lenin.”(7)
 

Riquezas mineras, falsos revolucionarios, eliminación de soberanías estatales, invasiones territoriales y mancomunión de intereses imperialistas(8), eso es lo que había, no revolucionarios desarrollando las fuerzas productivas. Alvarez Mendizabal lo dice muy claro en amenaza-promesa a sus socios del invierno de 1835, para quien lo quiera entender: tiene que restablecerse el orden público, sino no proseguirá la guerra contra Euskal Herria, y se acabarán los gastos públicos. Este es el argumento que funcionó para disuadir a los “revolucionarios”.
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NOTAS
(1)Historia de la Guerra Civil y de los partidos liberal y carlista. Tomo II. Disposiciones de Mendizabal. Ppgg, 355-356. Antonio Pirala.
(2) El concepto “carlistas”, “carlismo”, aunque ya se utilizaba en los debates en la oligarquía británica, era desconocido para los legitimistas, los foralistas y los apostolicos que se nucleaban en torno al rey Carlos V, y que estaban en guerra desde años antes. El mismo libro de Pirala que acabo de citar aquí arriba no se titulaba la guerra carlista, sino la guerra civil. Así pues el bautizo como guerra carlista, a la I Guerra Foral es un nombramiento posterior en décadas a la guerra en sí. Podrían haberlas llamado perfectamente guerras de sucesión, que no carlistas, y a la guerra imperialista contra Euskal Herria, pues Guerra de las Provincias Vascongadas y Navarra, o mejor, I Guerra (imperialista) de Euskal Herria.
(3) Artículo de Wikipedia sobre Juan De Dios Álvarez Mendizabal, nacido Álvarez Méndez
(4) Las guerras imperialistas comienzan cuando el capital sobreacumulado es exportado para hacer inversiones en este caso en equipamientos militares, al par que ello se hace buscando ampliar mercados, en este sentido la Guerra de las Provincias Vascongadas es probablemente la primera guerra imperialista de la época del capitalismo, habiendo sido guerras coloniales y por la hegemonía, las anteriores, correspondientes a la fase del capitalismo comercial. Pero no es una guerra del imperialismo, es decir de la fase superior del capitalismo, pues el imperialismo solo funge cuando son varias las potencias imperialistas que disponen de plétora de capitales a los que buscan salida.
(5) Que comienza a ser denominada en sinecdoque “España”, en esa época, como mañana podría Alemania autodenominarse “Europa” para dar base político-ideológica a la imposición de una  hegemonia monopolista continental.
(6) Opinion sobre los Fueros del Secretario de Estado 1834-1836 del reyCarlos V, Carlos Cruz Mayor.
(7)El estado y la revolucion. Prologo a la primera edicion (Agosto 1917). V. I. Lenin
(8)A modo de cazador cazado, el estado de la burguesía castellana, al contrario de lo prometido por Alvarez Mendizabal, se verá atrapado en grandes deudas con el Imperio Británico:
Estado de las armas, municiones y pertrechos, aprontados al gobierno español por Su Majestad Británica, desde que se firmó el Tratado de la Vuadruple Alianza.
Por el Departamento de Guerra.
Entregado al Gobierno Español.
321.600 fusiles, 10.000 carabinas, 3.600 pistolas,10.000 espadas, 4.000 carabinas listadass, 6.000.000 de cartuchos, 29.028 cartuchos de cañón y cajas de metralla, 938.531 libras de pólvora, 40.378 fajinas, 40 cañones de hierro, 12 morteros de lo mismo, 28 obuses, 20 morteros de sitio, 12 carros, 27.820 cohetes, 1.000 tiendas de campaña, 1.000 cubiertas, 2 puentes volantes.
1 pieza de 18 libras, 6 cañones de a 18, 30 mosquetes, 40 pistolas, 24 espadas, municiones, etc, para el schonner de Isabel.
2 pezas de a 18, 4 cañones de a 32, 24 mosqetes, 24 pistolas, 24 espadas, municiones, etc, para el buque de vapor La ciudad de Edimburgo.
6 cañones de a 32, 80 mosquetes, 40 pistolas, 100 espadas, 40 chuzos, municiones, etc, para el buque de vapor Isabel II.
487.060 libras esterlinas
Entregado a la legión auxiliar.
15.000 fusiles, 1.200 carabinas, 850 pistolas, 1.000 espadas, 600 carbinas listadas, 5.608.000 cartuchos de fusil, 22.023 cartuchos de cañón, 13.018 libras de pólvora, 1.124 fijas, 26 añones, 2 obuses, 4.730 cohetes a la congreve, 350 ollas de campañas, 18.487 cohetes, 13.742 cajas de metrala, 90 carros, 45 carretones, 468 sillas y jaeces pra caballería, 25 tiendas de campaña, etc.
68.200 libras esterlinas.
Entregados al Gobierno Español en 8 de marzo de 1839.
5.000 fusiles, catuchos de cañón, polvora, etc.
6.769 libras esterlinas.
A la Legión Auxiliar. Municiones, equipo, útiles, medicamentos, etc.
2.638>>4 libras esterlinas
Por el Almirantazgo.
Gastos de los cruceros de Su Majestad, sueldo del batallón de marineros, , víveres, transportes, medicamentos; plus de campaña a los artilleros y mineros de los cuerpos reales; sueldos delos comisionados, etc, etc.
5.822 >>14>>11
Total en libras esterlinas 616.489>>18>>11*
Total en reales de vellón 60.460.434>>17ms
Marliani: Historia política de la España Moderna, Barcelona, Imprenta de Antonio Bergnes y Compañía, 1840, ppgg. 214-215
*Como se puede observar, esta suma no coincide con la de las cifras anteriores. En el Archivo Histórico nacional, Ministerio de hacienda, leg. 1.356, se conserva el Expediente formado en este ministerio para resolver reclamaciones del Gobierno Británico sobre el pago del importe de las armas, municiones y demás pertrechos militares que facilitó a España en el tiempo de la guerra civil, y en el pueden seguirse las negociaciones que llevaron, a que los ingleses, ya en 1860, se conformarán con cobrar 496.386 libras, un cambio de cien reales por libras.+
*Las Guerras carlistas en sus documentos. Alfonso Bullón de Mendoza (Editor) Ariel Practicum. Páginas 38 y 39.
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En suma, se comprende que los imperialistas británicos se comformaron con cobrar en moneda “solo” 496.386 libras, el resto lo cobraron en concesiones de todo tipo, especialmente mineras.

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