[Documento vivo – Versión pública 1 | Revisión 25, del 7 de junio de 2025]
Índice
Introducción
1-. Un leninismo liberal vergonzante, monopolista de Estado.
2-. Una “bioética” materialista adecuada a la cosificación >> subcosificación >> y primarización de humanos.
3-. Despersonación y tendencia al autoaislamiento social en los Estados Liberales.
4-. La hipertrofia sociomatrizial y la carnavalización de toda identidad.
5-. Despersonación y Ancestralidad: Los bebes prenatales como sujetos históricos, racionalmente innegables, negados.
Conclusión: El Mundo Hispano con sus niños, en libertad, en el horizonte de la caida de la aristocracia intelectual liberal
Introducción
La ética del Estado Español respecto al estatus jurídico-político de los bebes prenatales está perfilada según la doctrina lenino-estatista del materialista nacionalista Gustavo Bueno. La filosofia materialista, en su aproximación de «bioética materialista», de Bueno sirve para encontrar un punto intermedio oportunista entre las posiciones biodemocráticas de los católicos y las posiciones materialistas de los lenino-liberales cuyo extremismo les lleva a considerar que los bebes prenatales no serían seres humanos completos, y así reempeaquetándolos como meros homunculos postindustriales, a normalizar el truncado de su estatus de personas.
Con apariencia de moderación, que podría ser cierta intencionalmente en el maestro doctrinario Gustavo Bueno, pero no parece posible que lo sea en sus seguidores, los actuales lenino-estatistas gustavobuenistas restrinjen el reconocimiento de la dimensión de personas de los bebes prenatales, que sostienen no es aplicable en su caso.
En lo que sigue exploraremos, en este material de reflexión para el Sindicato Espartaquista Internacional y el público en general, el problema radical que impone este truncado intencional de la personación de los seres humanos prenatales, o despersonación, que es tanto más grave cuanto que esta posición es la que auna la posición socialmente dominante y políticamente hegemónica, aunque racionalmente errónea, e inviste la base filosófico-política constituyente, claramente liberal, del Estado español en relación con la especie humana y las personas que la componen.
Un leninismo liberal vergonzante, monopolista del Estado
Ciertamente, en el medio ambiente eurocentrista fanático y totalitario europeista, neo-malthusiano y darwinista social en que vivimos, la posición de Gustavo Bueno pareciera moderada, pero en los hechos da cobertura a la dinámica primarizadora de humanos en que estamos envueltos. Es, pues, necesario, ponerla bajo el arma de la crítica.
Prima facie, las posiciones de Gustavo Bueno se nos aparecen como posiciones que, paradójicamente, aunque condescienden con ello, rechazan radicalmente el aborto. Sus principios son presentados como lanzados por sujetos doctos inmersos en la lucha por un bien supuestamente superior, la unidad de la sociedad política. Un bien importante, quizás, pero ¿superior a qué? Encuentra Gustavo Bueno que, por ese supuesto bien superior, es positivo entender al aborto como colectivamente tolerable, aunque reconoce que debería reprensible, a su juicio, mediante multas – a la madre y al padre abortistas, no a los aborteros profesionales, que resultan protegidos por esa visión responsabilizadora solo de los familiares del difunto y no de los ejecutores (1) -.
Multas por vidas
Además de olvidar el negocio industrial de capital y su desresponsabilización en la eclosión del abortismo, lo que no nos explica Bueno es por qué tendría que tener precio ante el Estado y originarle lucro la vida de un humano prenatal, y en que posición quedaría el Estado al disponer para su funcionamiento de dinero manchado de sangre inocente. Hay una respuesta, si solo por permitirlo ya tiene que ocultar y reprimir toda crítica y protesta, censurar las imágenes de abortos, y amenazar con encarcelar a quienes se opongan, si para salir de esa complicidad con esa práctica además se financiara con ella, caería primero en cinismo esquizofrénico y luego en descomposición histórica.
Es cierto que no se ha seguido el precepto impositivo de Gustavo Bueno, pero sí se ha explotado la legitimación del espíritu malthusiano y darwinista social de su sentencia, de considerar a los bebes prenatales como no personas o seres humanos despersonables, aunque, como nos informaba, pueden, a su juicio, «competir» con grupos sociales por los recursos… otra razón más para entender los bioéticos «materialistas» como legitimable. Así es la «bioética materialista» de la derecha española lenino-estatista que salía a defender a los bebes prenatales, en la ofensiva contra ellos desencadenada desde finales de principios de los años 2000, cuando vino una nueva ola inmigratoria y los socialdemócratas comenzaron a presionar por cambios legislativos que agilizaran el aborto.
Pero no es menos cierto que Bueno también señaló al aborto como equivalente al esclavismo (2). Por todo esto, veremos que no fue tan fácil la aproximación de Bueno, cuya impotencia política, consciente de que conciliar su posición de clase con su filosofia ante la compleja cuestión del aborto no era posible, e iba haciendo evidente el fracaso de su filosofia en su crítica a la ley del aborto.
Gustavo Bueno manifestó la política de la intelectualidad funcionarial académica en el cruce de las jerarquias funcionarial y estatal, era por así decirlo, uno de los diamantes de la inteligentsia del Estado en la segunda mitad del siglo XX. En esa función, intentó absorver – y absorvió – el marxismo en su versión leniniana, la cual, para los estados liberales postindustriales tenía gran atractivo. Pero esa recuperación del marxismo-leninismo desde la derecha, mirando el abismo pero haciéndose parte del abismo, la hizo de manera vergonzante. Como, a la vez, era nacionalista, y más precisamente nacional-estatalista, él renunciaba a su hispanidad civilizacional por su españolidad nacional-estatalista, eurocentrista, mas se encontró en esa operación política filosófica con un límite: El alma colectiva de la población de la Peninsula Ibérica, es católica, y casi dos siglos de guerras entre católicos y liberales han agotado al Estado Español. Así se vió obligado a reconocer la legitimidad de los católicos como un adorno importante en el imaginario de su noción nacionalista y, especialmente, nacional-estatalista. Ha sido un filósofo que no era nihilista, creía en el oportunismo, como se comprueba en sandeces filosóficas como «ateo católico», joyas del oportunismo liberal.
Los loros que hoy repiten esa autodefinición nos tendrán que explicar algún día a qué se refieren con semejante oximorón. Se puede marxista o anarquista o liberal católico, pero no se puede ser ateo catolico, en todo caso sería ateo catolicista. Se trataría de ateos que por oportunismo defienden la conservación, defensa y difusión del catolicismo como cultura, tradición y fondo de civilización. O sea, ateo nacionalista conservador. Sócrates, no desde una posición atea sino desde una posición esceptica reocmendó cuidar la religión por deber ciudadano aunque no se creyerá, por los bienes que conlleva. Los conservadores ateos suelen tomar esa posición, especialmente es popular entre los beneficiarios de ciertos equilibrios sociales o quienes sostienen concretos planes nacionalistas.
Lo realmente anormal del caso, en la ensalada que hace Bueno para justificar su cinismo, es que baraje a católicos sin fé, quienes la pueden recuperar, con ateos «católicos», es anormal en un filósofo esta operación tan burda. Ateo no es esceptico, es alguien normalmente alguien decantado públicamente hacia esa creencia de no existencia de Dios, y es anormal que se presente a la vez como creyente en Dios. Es decir, o es católico sin fé, – y que afortunadamente puede recuperarla -, o es ateo, pero no ateo católico, porque el ateo no únicamente niega la existencia de Dios sino que no demuestra esa no existencia por lo que, cuando se afirma como tal, está adoptando y afirmando una fe, la fe del que cree que no existe Dios, y si tiene fe en la no existencia de Dios, aquí hay dos fés que se excluyen mutuamente al contrario de lo que tergiversa Bueno, pues necesariamente tener una de ellas excluye tener la otra.
Es decir, no es lo mismo ser ateo que católico sin fé, en este último hay escepticismo y dudas, en aquel convicciones y creencias, por muchos giros de palabras y de párrafos que Bueno haya dado ha tergiversado. Este ir más allá del escepticismo, más allá de lo conservador, más allá del oportunismo, estos trucos y tergiversaciones han suscitado sin embargo una extraña adhesión entre muchos jóvenes intelectuales españoles que han visto el arma del cinismo filosófico como un medio de no naufragar en las tormentas de la época, primero, y hoy, cada vez más, como el modo principal de competir por dirigir el poder.
Si y no, siempre si y no, o no y si, todo a la vez siempre, en medio de rios de publicaciones y conferencias solemnes, la filosofía de la doblez: Igual que con el aborto, que reconoce es malo, sin embargo aboga por justificarlo por medio de la despersonación de los bebés prenatales, que nada tiene de posición católica, ni en raiz ni en derivada, ni la tiene la «bioética» «materialista», ese impresionante invento que de sí es un intento de enclaustramiento liberal del pensamiento vivo y creativo. Tales operativos archioportunistas y sus artefactos conducen al confusionismo, y en lugar de conservar la herencia católica la minan y desvalorizan. No, Bueno no era un ateo católico, bueno era un ateo liberal, o mejor dicho, lo contrario, un liberal ateo.
Sin embargo, como nacionalista y nacional-estatalista se veía obligado a defender por oportunismo la legitima conservación del mundo católico, atado como Procusto a sus cirugías filosóficas, es cierto, como luego tendrán que soportar los bebes prenatales; como materialista renuncia, y digo renuncia, y digo renuncia pues es una elección voluntaria por intereses concretos y no un determinación racional, a la metadialéctica materia / ideosubstancia; como defensor del predominio del Estado sobre el Pueblo, necesita la racionalidad leninista a la que de forma vergonzante no reconoce apoyar, al considerar al proletariado, también oportunistamente, como esencia motivadora del accionar político del hombre práctico o filosófico.
Podemos decir que estamos ante un filósofo rabiosamente liberal que, por nacionalismo y conservadurismo, ocultadamente marca con su pensamiento las trazas constituyentes de la vida política, social y popular, desde hace más de medio siglo hasta la actualidad, en el Estado Español. Y concluir: Podría haber sido peor.
Una “bioética” materialista adecuada a la cosificación y primarización de humanos
Centremos ahora el foco de atención en el estatus de los bebes prenatales para esta filosofía materialista leniniano-estatista, «atea católica», o, vista desde otros ángulos, Liberal, eso si con mayúsculas, conservadora nacional-estatalista.
Lo que nos explican Gustavo Bueno y sus seguidores es que en realidad los humanos prenatales no son tan importantes como para merecer la defensa política colectiva de sus vidas personales mediante la imposición de límites a su muerte provocada. Para empezar, nos dicen, no tienen alma, de hecho nadie tendría alma, finalmente un don claramente metafísico y por tanto supuestamente indemostrable. Despues nos encontraremos con que con sus mismas medidas tampoco se puede asentar la categoría consciencia humana, o incluso la psique humana misma, que también quedarían almacenadas en el baul de los entes metafísicos.
Los límites de la ciencia materialista y fisicalista esbozarían los límites de la ética política y social al erradicar las principales categorías de la civilización humana, mas presuntamente con un objetivo estoico superior, de bien común, la vida del Estado, su existir todavía necesario en esta época para organizar las relaciones sociales en el equilibrio individuo-colectivo-sociedad.
La terrible búsqueda de la armonía social que los estoicos liberal-estatistas nos reservaban, podemos descubrirla entendiendo cómo procedió Bueno para refugiarse él, y refugiar su búsqueda de la armonía nacional en pro de su particular visión liberal-estatista, o lenino-liberal, del «bien común», aplicada fundamentándose en esta posición tranquilizadora fisicalista y estatista al caso de los bebes prenatales ha sido espeluznante. No personas, competidores, sin alma, nada de lo que es socialmente sólido para ellos les quedaba.
Las almas, nos dejó dicho Bueno, como puede demostrarse presuntamente en los casos de los hermanos siameses, no se corresponderían con un cuerpo, con lo cual no cabe aplicar la formula de un cuerpo humano un alma… solo ocurre que, más bien, lo que está sucediendo es que los hermanos siameses tienen sus cuerpos atados físicamente de forma que son dificiles de desatar, y pueden compartir órganos vitales, pero esto no fundamenta la afirmación de no tenencia almas los cuerpos, incluidos los de los hermanos siameses, sino que demuestra el retraso retrasante cientifico e intelectivo de la ciencia fisicalista a la hora de establecer los campos de investigación en la ciencia de frontera.
Las fuerzas espirituales
Mas ¿qué propone Gustavo Bueno como sustituto de motor de la peculiaridad y fuerza vital de cada individuo espiritual o identitario esencial, del alma? La Matriz Social.
Incluso Marx aludió a las fuerzas espirituales, que también son individuales, en sus análisis materialistas cientifico-mecanicistas pre descubrimiento de la mecánica cuantíca y el relativismo einsteniano.
Lejos de ser derivada de un don inalienable de cada individuo con su alma, la identidad humana o la personación del ser humano ocurriría por la acción social. Si la sociedad política quisiera y se situaría ante un ser humano sin alma, se lo conferiría, sino no. El mito romano de Rómulo y Remo, de humanos aislados de la matriz social, exentos, y luego creadores de una nueva matriz social surgida de ninguna anterior, contradice esa afirmación absolutista de lo sociomatrizentrista en la constitución social humana. En esta línea, en cambio, un padre y una madre católicos si quisieran conferir la personación a su hijo, estos liberal-estatistas no dicen que no podrían…
Y así el Estado Liberal, negador del alma humana, no solo en la creencia o fe de inmortalidad sino también en la trascendente dignidad merecedora de defensa por si misma antes de la infusión mágica empersonadora de la «matriz social», de la que se decreta arbitro, no se conforma con el control del ciudadano que ya tenía, necesita también el control de la persona y, por ende, necesitan las teorías adhoc que le permitan alcanzar ese. Empero, ¿Gustavo Bueno y los gustavobuenistas actuales qué pintarán en todo esto?
Por supuesto, esta teoría de la empersonación humana por la matriz social, impuesta con la antropología liberal relativizacionista por sobre la revolucionaria sicología cristiana, hace las delicias de ciertas clases y sectores sociales, que necesitan ser o son totalitarias en la búsqueda de sus objetivos, y han optado por aparcar los escrupulos de una forma imperceptible, exquisita, inocentista y completa, como en la novela de Alberto Moravia, «Los indiferentes». Finalmente, ya es oficial, la persona humana consiste en el proceso de constitución del carácter, y de la dotación de una identidad operativa por parte de la sociedad política, o sea, del Estado. Este es el descubrimiento cumbre de nuestro filósofo de peana.
Desde la tesis y el dogma del alma humana, constituyente de sentido, en dialéctica particular/universal con lo colectivo, y tallada en la persona en su desarrollo por sus circuntancias, históricas, naturales y sociales, pasamos así de la mano de los liberales leniniano-estatistas a la negación del alma con la matriz social que conferiría la personación del ser… y su despersonación.
O pobres idiotas o pobres tontos imbéciles
Pero aquí no todo es tenue serenidad intelectual, sobria y aparentemente ecúanime, investida por ello del derecho arbitral, incluso sobre las vidas de los otros, pues es evidente que nos encontramos ante intereses políticos particulares que, en realidad, buscan apartar a la Iglesia de la personación de los seres humanos de las nuevas generaciones. ¿Es inocente este deseo de apartamiento de la Iglesia de la personación del ser ser humano? La superioridad intelectual de los gustavobuenistas, primeros espadas de los liberales por ser leniniano estatistas, lo justifica y dice que es necesario, mas cuando intentamos aclarar qué interes concretos se están jugando aquí, la salida de la Iglesia de esta defensa equivale a la total desprotección jurídica de la población prenatal.
Tanta superioridad intelectual, tanta inteligencia y racionalismo para este resultado tan reaccionario, pero reaccionario profundo, violentando las agujas del reloj dos mil años hacia atrás, no medio segundo ni un día ni unas horas hacia adelante.
Mas este apartamiento político, lo supiera o no Bueno, no se realiza o se legitima con el objetivo de facilitar la digestión de nuevas verdades descubiertas por estos funcionarios académicos iluministas, sino con el objetivo de monopolizar la personación de los sujetos, abriendo todo un continente de poder, de nuevo poder, que el funcionariado liberal coge codicioso en sus manos, y que se atreve a hacerlo para así demostrar que es audaz, aunque sin explicar las problemáticas y las cuestiones que dar ese paso erroneo en terreno tan profundo conllevan.
Llegados aquí ya, ahora podemos afirmar que la negación del alma gustavobuenista es una afirmación liberal, y no una afirmación cientifica.
La desacralización de Dios, cocinada con los mitos masónicos de Prometeo, ese invento para inventarse que Dios es inventado, condujo a la desacralización del Hombre, esta a la cosificación y subcosificación de las personas y las gentes, y ambas están concluyendo en abrir el paso a la primarización de humanos. O mejor dicho, en ponernos a los humanos a puerta gayolas de nuestra propia primarización que como tontos idiotas o pobres tontos imbeciles estamos dejando hacernos a la cara y propiciamos irresponsablemente, como hemos visto con los errores de Bueno.
Los hombres son materia, y no espíritu, reza en las puertas del infierno de la normalización humana absoluta, y se los empersona o no según los humos que salgan de los corros de funcionarios lenino-estatistas, no en las ceremonias católicas o en el amor y las tribulaciones de las familias, con la diferencia de que la Iglesia reconoce que la empersonación la hace Dios y no ella, y que los funcionarios liberales triunfantes se encuentran cada mañana ante la carpeta de la empersonaciones y desempersonaciones propuestas que posadas en el escritorio esperan que su turno de gestión. ¿Qué podría salir mal?
Despersonación Matrisocial y Epidemias de Ansiedad en los Estados Liberales
El problema con que nos encontramos con el monismo fisicalista, que presupone que no existen ni substancias ni suprastancias ideales o espirituales, ya sean dimensiones platónicas de lo real o dimensiones morficas resonantes en la materia y su geometria, o combinaciones dualistas trialécticas de lo real (Mundos Material, Social y Espíritual), es que afirma que el mundo es monista y ya esta, y todo fenómeno que apunte en dirección opuesta ha de ser primero ridiculizado y luego borrado para coherentizar al Estado Materialista Liberal, ese fraude insostenible.
Las consecuencias de este vaciado del sentido de la realidad desde las bases del Ser – Ser es Ser y no meramente existir, y por ello no hay nada más dogmático y axiomático que el Ser -, son, a largo plazo, entre otras, como venimos viendo, la primarización humana, y la tendencia a universalizarse las epidemias de ansiedad, resultado del borrado del Ser, dogmático, axiomático, estructurante, con sentido en si mismo, con el Existir, cambiante, vaciante, movimentacional, absurdo.
El Estado sin almas tiene necesariamente que terminar en el Estado sin alma, motor de expansión de la ausencia universal de sentido y, de este modo, de la ansiedad, que crece en mancha de aceite en aquello que categorialmente son los corazones de las gentes, lo negado en estas teorías monistas fisicalistas.
La epidemia de ansiedad esta relacionada con las afirmaciones ultranihilistas de los liberales que cuando se institucionalizan en Estado hacen aun mayor la epidemia. Por esto no es extraño que es en los estados liberales en los que mayor es la ansiedad social y mayor la epidemia de ansiedad. No se trata de un nihilismo en el que no se cree en nada, sino en que no hay nada en que creer, mientras los individuos han de llenar los vacios de sentido, que no tienen per se segun las mismas medidas liberales, de la Matriz Social, compuesta de individuos, a su vez, que no tienen sentido per se. Que no tienen alma…
¿Qué problema ocurre cuando trasladamos esta visión del mundo y de la población, fundamentalmente como objetos (vacios y vaciados de sentido en si mismos) en propiedad del Estado y de sus propietarios o tenentes, al problema de la personación de los humanos prenatales?
Sucede que quedan desprotegidos por la comunidad política, por un lado, y, por otro lado, sucede que los desprotegidos son meramente seres humanos, no personas ciudadanizables por tener alma, pues no es una obligación del Estado Liberal reconocer el sentido per se de los seres humanos, tanto más cuanto previamente lo ha vaciado previamente. El Estado Liberal, pues, nació y se funda en el principio de despersonación, no en el principio de personación. Y esto es un problema que crece como una bola de nieve a medida que en otras condiciones lo vaciado de sentido y habitado con despersonaciones crecientes, se generaliza y aquellas contenciones de personación y sentido se desvanecen.
Titiriteros de la matriz social
Pero esta operación de vaciado es vergonzante, queda fea, y ¿hay que defender de algun modo las cosas vaciadas, esas cáscaras vacias, pero llenables, a capricho, por el Estado Liberal, titiritero de la Matriz Social, y, para ello, para colmar esta prevención de subprotección de los sujetos arrasados, hay que sacarse de la chistera la posición crematista-punitiva de imputar multas por brutaslidad a la brutalidad que simultaneamente se permite, a modo de cobrar por ser brutal, para no parecer tan brutal como lo que realmente se es, los garantes de la despersonación de los humanos. Eso si, todos estos operatviso se han de hacer sin cargar contra los capitales tecnomalthusianos que necesitan operativizar y capitalizar esas no personas devenidas «cosas humanas»? Hoy los bebés prenatales, luego poco a poco más sujetos, primero periféricos, pero luego, gradualmente, overtoniamente, sujetos tan de masa como lo son los sujetos bebes prenatales. Hacen falta entonces muchos más Gustavos Buenos para inventarse cómo organizar la convivencia de estos mundos vaciados de sentido y en proceso de despersonalizaciones políticas.
Inmediatamente, insisto, si solo hay personación a voluntad del Estado Liberal, la desciudadanización y/o la no personación deja a esa parte de la población en el campo de lo primarizable, pero esto es solo el principio.
Se nos dice entonces que en la URSS el Estado ateo, – aunque no antireligioso, hay que apuntar, a partir de los cambios introducidos por el secretario general del PCUS en 1940 -, prohibió el aborto por supuestamente la mera necesidad de población adicional, y como el Estado es el propietario de la población y no al contrario, simplemente ejerció su poder de personación.
Sin embargo, el Código de Familia de 1936 de la URSS fue debatido en las fábricas por hombres y mujeres que impusieron al Estado Soviético ese código no meramente por un deseo de crecimiento de la población sino para proteger a los neonatos, terminar con la constitución de un régimen poligamista de sexualización y volver a meter al duende de la despoblación en la botella, lo que a la vez protegía al Estado Socialista y su propósito de existencia, la liberación del proletariado mundial, la revolución comunista.
Esto quiere decir que incluso en la URSS fue la comunidad política quien que prohibió el aborto, obligando al Estado, a través del Partido, y al Partido a traves de la lucha política de la sociedad civil comunitaria en el consejismo, a amparar a los bebes prenatales, esto funcionó hasta que los liberales volvieron a hacerse con el poder del Estado, por medio de un golpe de estado militar tras la muerte de Stalin. Y aquí hay que señalar al pleno desarrollo del abortismo como una de las causas raiz de la caida de la URSS en 1989.
Despersonación y tendencia al autoaislamiento humano en los Estados Liberales
Para centrar su idea de personación por acción de la matriz social o sociedad política, o sea, del accionar del Estado en el proceso de ciudadanización, un seguidor de Bueno sostiene lo siguiente:
«Nosotros (La Fundación Gustavo Bueno) diríamos que efectivamente no hay que ver el feto como una persona desarrollada sino la persona desarrollada como algo que en su momento ha sido feto. Dicho de otra manera, estamos asumiendo ahí la posición actualista del materialismo filosófico desde la cual diremos que un feto no es persona pero sí que es individuo humano porque la concepción de persona se adquiere cuando ya se está en la matriz social y el feto todavía no está dentro de la matriz social de la sociedad política. “(2)
Por actualismo Bueno entiende una analogía de la posición aristotelica de la adquisición de alma por el cuerpo, mediante el descenso del alma al cuerpo, cuando el embrión toma la imagen ya reconocible de humano adulto. El problema es que la embriología en el siglo XIX demostró que la aparición de la figura humana es gradual. Los consiguientes debates entre los católicos sobre la incorporación del alma al cuerpo, o sea, en términos paralelos, la personación del ser humano, fueron zanjados por el Papa Pio X, en las Constituciones de la Iglesia de 1866, aclarando que el alma se incorpora al cuerpo (y lo hace posible) en el momento de la concepción.
Los buenistas al parecer no admiten esta verdad, ni siquiera en su formato de personación política, por lo que niegan el estatus de sujeto político de ciudadanización a los bebes prenatales, que es lo que significa el actualismo en Bueno y su escuela, una modalidad de totalitarismo político que despersona a los seres humanos, primero en un segmento de la población, para evitar hacerse cargo de su ciudadanización, en aras de la unidad con los liberales radicales, y de no chocar con los millones de hombres y mujeres liberales, la «Matriz Social», que fracasados en la reproducción social y en la anticoncepción, no quieren reconocer sus errores, fracasos y culpas ante si mismos y las siguientes generaciones,ni acometer su autocrítica, y se constituyen en el firewall del sistema de despersonación liberal de humanos.
Según el materialismo filosófico de Gustavo Bueno la persona humana es “algo” nacido de la matriz social de la sociedad política. El humano necesita ser primero persona para luego ser ciudadano, de forma que, en el fondo, según los gustavobuenistas es correcto poner una aduana biopolítica adhoc a la condición de persona contra el territorio del ser humano puramente desnudo de estatalidad, sí, pero no de socialidad e historicidad.
La consecuencia de la despersonación del ser humano, su sociomatrilización es la negación de su multidimensional subjetividad natural donada y recibida; toda subjetividad partirá pues, y ha de partir, pues, de la matriz social y su formación estatal regulante.
Pero este es el origen, precisamente, del que surge y es impelida a incrementarse la epidemia de aislamiento personal interhumano y autoaislamiento social, puesto que, dado que la Matriz Social esta regulada y prerregulada en todo y tiende a regularlo todo, primero vaciándolo de sentido, la única protección que queda a las personas no desubjetivadas ante el Estado Liberal vaciador de sentido, y a los seres humanos así seudopersonalizados como pre-desubjetivados por ese Estado Liberal absolutista, así automatizados a la matriz social por los titiriteros liberales y liberal-estatistas que lo dominan, es el aislamiento, la autoprotección, la dessocialización.
La tendencia al autoaislamiento social es, de algún modo, por tanto, la repersonalización o un intento de repersonalización natural de las personas, la búsqueda del espíritu vaciado y de la persona incluso social, por contra y sobre la personalización automátizadora de la matriz social absolutizada por el Estado Liberal y su sociedad.
Del frio espiritual a la glaciación social
Por esto, autoconferirse el Estado Liberal el dominio monopolista de la personación sociamatricial, con su creciente principio de automatización de humanos, que en la era de cibernitzación va más allá, mucho más allá que la automatización organizacional de los trabajadores en el tiempo de producción, y de disponer el Estado Liberal, y sus funcionarios estatales y sociales, de poderes conferidos por la propia sociedad civil comunitaria, como el poder de no limitación precisamente de aquellas prácticas liberal-estatistas que la anulan, de inponer, en definitiva la personación socialmatricial liberal de los seres humanos por sobre la personación natural, – es decir, tal cual proviene de la naturaleza, según nosotros los católicos otrorgada por gracia de Dios mediante la acción del Espíritu Santo donada a cada individuo, o en una mirada externa a la teología, adquirida de manera no artificial -, no es más que la automatización totalitaria de los seres humanos. La glaciación, el frio social, finalmente congeló a los seres humanos, nos descorazonó.
Esta automatización totalitaria comenzó hace siglos, fue resistida por nuestros antepasados incluso militarmente, pero el inicio de su escalada más brutal se ha impuesto al final a partir de la despersonación de los bebes prenatales.
Esto es, el aborto es el punto de salida de una dictadura primarizadora de humanos escalofriante, no el punto de llegada final de una liberación de las mujeres, como nos contaron los laboratoriso ideológicos liberales, sin que los Gustavo Buenos al volante y atinaran a anular o al menos contener.
Esencialmente, la acción política que construye o deconstruye a capricho en nombre del Estado Liberal la persona en el ser humano individual concreto – en este caso de las personas humanas prenatales – otorga una facultad de despersonificación arbitraria a la clase social que hegemoniza el poder del Estado (Funcionariado académico-intelectual y capital financiero).
Este es el resultado de la negación liberal tecnomlathusiana del alma en su plano espiritual: la negación del alma también en el plano social, efectivizada como la prerrogativa de concesión estatal o no de la personación, primero, y luego de la personificación o no de los seres humanos individuales como paso previo a la concesión o no de la ciudadania, sin embargo terreno siempre pantanoso, impreciso, en el cual no hay prerrogativas sino concesiones sociomatriciales temporales para interinos sempiternos, fácilmente desmontables, irretenibles, por lo que los siguientes en compartir el estatus de cosificados e incluso subcosificados de los bebes prenatales somos todos y cualquiera.
Por tanto, el reduccionismo materialista filosófico de la realidad a un monismo de la complejidad, repleto de emergencias de la materia y construcciones sociales, es confeccionado para cumplir la función de desarrollar el poder de unos seres humanos sobre otros, incluso para reducirlos al rango de cosas, o menos que cosas.
La Hipertorfia del sociomatrizialismo y la carnavalización de toda identidad
Pero, ¿por qué realizar esta operación teórica compleja en el campo de la biopolítica estatal? Porque si no se hiciera se tendría que reconocer que todo humano tiene alma expresada siempre de algún modo tanto en el plano social como en el espiritual.
Si reconocieran el ser del Hombre en el alma individual, tendrían que reconocer el espíritu o personificación humana individual de todos los humanos todo el tiempo, en su plano de relación social material, resultado de una historicidad que, aunque terminada, fue abierta ayer y es abierta hoy, y no resultado de una construcción cerrada sin acabar, sisifica, que cuando se es piedra y no Sísifo no parece molestar en su inacababilidad, pero si esto fuera aclarado en la consciencia pública de la población quedaría patas arriba toda la biopolítica neomalthusiana del último siglo.
La matriz social está, por cierto, más acá y más allá de las figuras e identidades de clase, mientras que las determinaciones de la lucha por la producción y la reproducción social confieren una identidad social, superpuesta al alma, el sociomatrizialismo liberal, cuando las contradicciones atribulan la vida social, viene de perlas para eludir esas identidades troncales y sus intereses, con un carnaval continuo de identidades compatibles con la personación liberal. La producción de identidades intenta rellenar el vacio de la despersonación, la epidemia de ansiedad y la expansión del autoaislamiento, pero para repersonarse los humanos vaciados caen un carnaval de identidades perfecto para no poner trabas a la automatización de seres humanos, segunda piel de la matriz social del Estado Liberal.
Tio vivo vertiginoso
Todo viene de la matriz social, si intentamos huir a recogernos en una máscara identitaria construida en el origen etnico o nacional, dará igual, el estado Liberal recuperará identitariamente al ser vaciado y lo revaciara en la identidad carnvalizando esa identidad con mascaras sociales que son degradaciones de las identidades sociales de clase, pero identidades fuertes, cogravitando con el alma en las personas hasta que se logra despersonarlas, más que desclasarlas, así que correr a obtener estas máscaras de usar y tirar es luchar contra el vacio, y al final de esta carrera, donde todo es carnavalizado, o el Estado Liberal lo vacia todo o el Ser social negándose en bloque a ser despersonado vacia al Estado Liberal.
Entretanto, caminando por la línea del precipicio, podriamos refugiarnos en el color de piel, la orientación o identidad sexual o carnal, los atributos fisonómicos, las edades, la mancomunación de excentricidades como centro productivo de carnavalización identitaria, pero si no limitamos al Estado en su poder de despersonación de los seres humanos, es decir, si no le arrancamos su alma liberal perpetua vaciadora de sentido, la hipertrofia sociomatricial y su tiovivo enloquecido y vertignoso de carnalización universal no se detendrá.
Despersonación liberal-estatista y Ancestralidad. Los bebes prenatales como sujetos históricos racionalmente innegables, negados
A partir de aquí, hay que recordar que esa misma vieja clase capitalista de altos funcionarios jacobinos, apurados financieros, altos terranientes, caciques académicos y recien llegados tecnólogos corporatocratas, liberales tecnomalthusianos y dueños del tio vivo histórico de la automatización y despersonación de humanos, promueve el reduccionismo biologicista que abstrae la Ancestralidad denominando Padres Biológicos a los Padres Ancestrales, y que desreponsabiliza a los Padres Tecnológicos de los deberes filiales hacia sus Hijos Tecnológicos.
Según los gustavobuenistas la sociedad política es una realidad objetiva construida por la acción humana (es decir, por “algo”), cuyo motor fundamental es la lucha de clases a través de la dialéctica amigo-enemigo. Pero el núcleo de la matriz social de la sociedad política sería en realidad el Estado, finalmente, supuesto sembrador de armonia, el instrumento que emerge de ella para gestionar su conflictividad inherente y mantener cierto orden y cohesión. Ya no vale pues el Estado Nación, ni el Estado Étnico ni el Estado Civilización, es el Estado Liberal, como receptor del poder supraestatal, supraétnico, supranacional y supracivilizacional, el sujeto arbitral de la despersonación y automatizción de humanos. El Estado Liberal, occidente, europa, davos, lo que sea que permita saltar entre las piedras pisando cabezas si hace falta para cruzar el rio. Qué bien viene las recetas gustavobuenistas que nos pretenden hacer creer que los seres humanos somos personas si el Estado lo acepta, sino, como es ahora el caso de los bebes prenatales, no.
Oimos pues que, según Carlos Madrid, siguiendo la posición de Gustavo Bueno en relación a los humanos prenatales o, en términos meramente corporeos, los “fetos humanos”, o humanos sin alma, “un feto no es persona pero sí un individuo humano porque la concepción de persona se adquiere cuando ya se está en la matriz social y el feto todavía no está dentro de la matriz social de la sociedad política». ¡Qué disparatada justificación del abortismo!, y es esto porque la afirmación de este gustavobuenista «materialista filosófico», no significa otra cosa que a los fetos humanos se los puede matar legítimamente porque no son personas, sino que son individuos, individuos corpóreos humanos. ¿Es veraz esta justificación del derecho del Estado a otorgar a las madres el derecho abortar a sus hijos, por ser seres humanos prenatales y no personas? No.
Ante estas posiciones liberales extremistas, la matriz social no es masa informe y antinatural, los marxistas espartaquistas sí reconocemos la universalidad objetiva de la familia, y de los miles de millones de familias que componen la humanidad, aunque no de cualquier manera, sino como una unidad esencial que es de carácter absoluto y no relativo:
La familia es la unidad de procreación de la especie humana en todos los modos de producción y formaciones sociales habidos hasta ahora (2025).
La Familia Universal consiste en una madre procreando a un hijo, engendrado por un hombre. Así pues, la base fundamental (familia esencial) de la familia universal es la madre y su hijo, y, si hay matrimonio real, (matri+muni=Obligación con la madre) se añadirá, tras el proceso de procreación, al proceso de crianza un hombre, probablemente el padre natural, constituyendo una familia nuclear; o, en determinadas circunstancias alternativas o de su sustitución al matrimonio real o familia nuclear, toda una variedad de sujetos biopolíticos de convivencia y dependencia que alcanzan incluso a la forma Estado.
La Familia Universal es lo Continuo y la Familia Relativa lo Discontinuo en la dialéctica biohistórica continuo/discontinuo del desarrollo de la especie.
Lo Continuo, común a todas las formaciones sociales, modos de producción, culturas, relaciones de parentesco, clases y épocas habidas hasta ahora, es la familia esencial, o familia procreadora. En síntesis; la familia universal.
Lo discontinuo de la forma familia es la familia reproductiva, o familia relativa. La familia relativa no se levanta contra la familia universal, como afirman los liberales, sino que surge de ella.
La discontinuidad biohistórica de la familia relativa no procede de la electividad cultural disponible de las formas históricas de las relaciones de parentesco sino de las necesidades de la lucha por la producción y, sobre esto, de los resultados de la dinámica concreta de la lucha de clases. Es decir, las formas biohistóricas de la familia relativa están mediadas por el grado alcanzado de desarrollo de las fuerzas productivas en dialéctica con el grado de adecuación de las relaciones sociales de producción a ese desarrollo de las fuerzas productivas, así como por la lucha de clases alrededor del excedente social y los medios de subsistencia disponibles adhoc en la formación social en que, como unidad básica de reproducción, realiza esa familia relativa, o históricamente determinada, la reproducción de si misma y del régimen social concreto.
De las condiciones materiales concretas en que se desarrollan la familia relativa y la totalidad social surgen las nuevas formas posibles económicas, sociales, culturales e ideológicas precisamente de la familia relativa (o históricamente determinada) y su arco de electividad de opciones alternativas disponibles, por lo que primero hay que analizar las relaciones sociales de producción (en nuestro caso salario y capital) antes que las relaciones de parentesco (matrilinealidad o patrilinealidad).
A partir de estas bases históricas conceptuales, mi crítica a la posición gustavobuenista respecto al aborto, es que su afirmación de que los seres humanos prenatales son seres humanos individuales pero no son personas reales, esto es, que no son personas, además de a su juicio no tener alma, que no serían seres sociales y socializados, y por tanto seres históricos, parte de un acto ideológico de disociación de los seres humanos concretos y sus entornos vitales y relacionales históricos, – como el modo de producción en que han sido procreados -, que forman su biografía como, aunque no únicamente si especialmente, sus relaciones sociales de parentesco. Si tiene madre y padre es persona (4), es decir, si tiene una relación materno-filial y también otra paterno-filial, tiene una posición social relativa, un estatus biopolítico, una biografia en proceso y una parentalidad histórica, con un árbol familiar amplio concreto, y, por supuesto, una clase social.
En consecuencia, la negación de la persona histórica y real del humano prenatal es una negación oportunista y totalitaria, que busca en el fondo conferir al Estado la potestad de graduar la humanidad real de los individuos, dominar y negar la ancestralidad a capricho, en el nombre de una clase, la intelectualidad liberal académico-estatista. En seguida, y sobre esa base de poder de personalización-deshumanización del ser humano, negar radicalmente la sociedad civil comunitaria, apropiarse del cuerpo histórico de las millones de familias que forman la Sociedad Civil Comunitaria, y establecer una hegemonia política por medio de la imposición de una ideología a partir de someter al Estado y la población a ser rehenes de su política abortista.
Conclusión: El Mundo Hispano con sus niños, en libertad, en el horizonte de la caida de la aristocracia intelectual liberal
La defensa de la despersonación en base a la matriz social, por necesidades de la sociedad política, finalmente el Estado apelado por la intelectualidad liberal, era lo que estaba tras el supuesto feminismo, antropología liberal malthusiana, socialdarwinista, conductista y relativista, pero engalanda con birretes y lauros académicos tras los cuales pobres hombres derrotados, en el mejor de los casos, como este Gustavo Bueno, fueron totalmente incapaces ya no de revertir sino incluso de frenar el testarazo que finalmente llegó.
Asombra pues que los gustavobuenistas asomen por todos los lados orondos y lirondos, satisfechos de si mismos, a dar lecciones de intelectualidad, filosofia y saber. La aristocracia intelectual liberal, pobre en realidad en Hispania del Este, pequeña heredera de un Estado Liberal de segunda, que denuncia a El Quijote y prefiere a Napoleón, devino una clase hija de la reforma educativa napoleónica y de sus saqueos. Una intelectualidad que es una aristocracia académica europea por sin base productiva propia, y por napoleónica incapaz de nacer al Nuevo Mundo Hispano y ante el cual viene a defender la teoría de la matriz social, siendo y no siendo marxista-leninista, y siendo leniniano-estatalista liberal.
Su defensa del Estado español, poniéndose estos pedrines centinelas del saber a defender su papel en activar la despersonación de los humanos prenatales, en base a la teoría de la matriz social, ha sido una catástrofe que ha arrastrado a gran parte del Mundo Hispano del Oeste también a estas oscuridades solemnemente anti metáfisicas, como espadas de rayos laser que portaban en sus manos ungidos por Napoleon. No tienen base, sus errores brillan especialmente en lo que se refiere al abortismo y en cómo arrastran a una seudo antropología que dejó y ayudó a dejar la tierra sin niños, y hoy merodea con birretes y envueltos en pomposos títulos sin acertar a rectificar. Esta aristocracia intelectual académica liberal, ya ha caido, aunque se ha llevado por delante o ha dejado a las fuerzas liberales llevarse por delante al estado español, y a la población, con sus pueblos, etnias, naciones, proletariados, y, finalmente, niños. Sirvanos de lección a los biodemócratas y a los espartaquistas para encontrar los horizontes que estos no quisieron ni quieren, en los que habrá mundos abiertos y niños. la sociedad-civilización emergente del Mundo Hispano compondrá un estado de transicion, para organizar su bien común hasta que la misma forma Estado sea superada para realizar ese fin, para entonces el viejo Estado Liberal despersonalizador y vaciador de sentido que ha venido durando más de dos siglos, no será más que un lejano recuerdo.
K.A García-Salmones
Notas y biblografia
(1) ¿Qué es la bioética? Gustavo Bueno. 2001. Ppss, 87-90.
(2) Defender el aborto es como defender la esclavitud. Gustavo Bueno.
https://es.scribd.com/document/208852966/Defender-El-Aborto-Es-Como-Defender-La-Esclavitud
(3) Perestroika, revolución de octubre y marxismo. Gustavo Bueno
(4) ¿Qué es la bioética? Gustavo Bueno
(5) El aborto desde la Bioética materialista