En los últimos años, en el marco de la ofensiva burguesa en pro de la reestructuración de la explotación, la ola neorreformista ha insistido en que la lucha por la superación del capitalismo “neoliberal”, se hace fundamentalmente obteniendo el poder institucional del Estado Capitalista para realizar reformas. Esto se conseguiría, a juicio de los neorreformistas, dirigiendo las fuerzas transformadoras del Estado mediante partidos formados con élites de cuadros políticos universitarios, profesionales expertos y técnicos especialistas, sobre la base del control del proceso del capital con las técnicas keynesianas propias del capitalismo de estado.
Además de las serias cuestiones que suscita tamaño fraude, – puesto que ya mismo no menos de la mitad de la economía capitalista y el empleo son públicos en los países imperialistas avanzados, lo que no debilita al capitalismo ni en una micra e incluso dependiendo de coyunturas le sirve de respiración asistida -, el problema es que, como ha quedado demostrado con el referéndum en Grecia, para realmente poder abordar transformaciones, – que no ya revoluciones -, en los países imperialistas europeos, resulta que es imprescindible tomar el poder institucional a escala de la Unión Europea. Y para esto no basta con la toma del poder del Estado en los países del Sur de Europa sino que, ineludiblemente, hay que tomarlo en Alemania y Francia, ambos incluidos…
…pero hemos visto en la anterior entrega de este artículo que la socialdemocracia alemana, el SPD, divergió del resto de la socialdemocracia europea cuando pasó a orientarse hacia la Deflación Salarial Internacional por medio de la realización de un ataque brutal al sector desempleado de la clase obrera en su país.
El caso es que el neorreformismo sureuropeo (Syriza-Antarsys, Podemos-Ahora en Común, EH Bildu-Sortu, Guanyen+CUP) no puede cambiar la orientación económica burguesa “neoliberal” en Europa sin un cambio estratégico en el SPD y la socialdemocracia norteuropea, lo que, a resultas de la conveniencia de la mayor parte de la población de Alemania y del Norte de Europa, con docenas de millones de rentistas y más de la mitad de la población en situación materialmente favorecida de “Estatus Intermedios”, no es posible. En efecto, este cambio no es posible de no mediar repentinos y abruptos vuelcos de la situación material y la conciencia social dominante en Alemania y el Norte de Europa, en cuyo caso nos estaríamos refiriendo ya a un proceso de pérdida de las posiciones materiales, – fuere por un colapso del capitalismo o por cambios en los equilibrios geopolíticos -, de los aliados en los Estatus Intermedios, que es precisamente lo que el neorreformismo europeo busca impedir.
Por esto, Syriza en Grecia, Podemos en España, EH Bildu en Euskal Herria, Guanyen en Catalunya, Bepe Grillo en Italia, el Frente Nacional en Francia, pueden cumplir, por el momento, en sustitución de la quebrada vieja socialdemocracia del Sur de Europa, la función política principal de la socialdemocracia, esto es, impedir que el proletariado se organice políticamente para si, pero no pueden realizar una política internacional de toma y reorientación real del poder político de los Estados y de los monopolios europeos, como están presumiendo.
Sin entrar ahora en el análisis de otro tipo de barreras y limitaciones a los cambios que dice propugnar el neorreformismo, una vez el SPD y sus bases sociales, tan campantes, se mantienen en su plan, los neorreformistas del Sur de Europa forzosamente han de girar hacia una política autocentrada y centrifuga. El problema es que esta política volcada hacia el nacionalismo de su propio centro de acumulación de capital, consecuentemente llevada implicaría la pérdida de la posición alcanzada en la división mundial del plusproducto por parte de sus propias bases sociales, esto es, las fracciones aliadas de Estatus Intermedios en el sur y periferia europeas. Y es que ocurre que de enfrentarse al plan burgués predominante, – basado en la realidad estructural de la vigencia objetiva de la ley del valor -, no igualitario en lo territorial entre el centro alemán y norteuropeo y la semiperiferia atlántico-mediterránea, entran en riesgo de ser expulsados del euro e incluso de la mesa de socios euroimperialistas. Pero es que así perderían precisamente lo que, como ha quedado en evidencia con el colapso de la nueva socialdemocracia “radical” griega, están defendiendo; sus privilegios de Estatus Intermedios, su modelo capital-estatista de autointegración viable en la menguante parte no explotada ni oprimida de la socialización imperialista.
Por tanto, en lo que concierne al campo capitalista, en realidad sobre la mesa solo hay un plan.
El plan euroimperialista de los monopolios: Surfear en la maximización mundial de la concurrencia.
Recordemos que el SPD divergió del resto del establishment socialdemócrata europeo occidental no sumándose al gran movimiento socialdemócrata de simulación de reducción de la jornada normal de trabajo, de mediados de los años 1990s en Europa Occidental, sino, por el contrario, adhiriéndose vigorosamente a la promoción de la cultura productivista capitalista de los monopolios alemanes que necesitaban, desde la reunificación con Prusia y la caída de la URSC a inicios de los años 1990s, de la criminalización de los desempleados. Esto es lo que en el año 2002 terminaría por culminar en el programa HARTZ IV.
De esa cultura dominante supuestamente basada en el eje cuasireligioso de “El Trabajo”, el Grupo Krisis, luego Exit!, dio buena cuenta en su <a href=”http://www.krisis.org/1999/manifiesto-contra-el-trabajo”>Manifiesto contra el Trabajo</a> de 1999. En realidad, detrás de tanto amor al trabajo y criminalización de la sobrepoblación relativa estancada (desempleados estructurales) lo que se encontraba y se encuentra fue y es el amor a la propiedad de dinero alcanzada por las fracciones situadas en Estatus Intermedios alemanes.
Por fracciones aliadas en los Estatus Intermedios entendemos a funcionarios y empleados públicos bien asentados, pequeña burguesía chupiguay hasta con verborrea antiimperialista, la parte aburguesada del sector empleado estable de la clase obrera de mediana cualificación, – e incluso a veces de baja cualificación allí en Alemania y el Norte Europa -, los técnicos universitarios altamente capitalizados, los estudiantes con grandes perspectivas de salida en el sistema, y los activistas profesionalizados en defensa de minorias y parcialidades como oenegistas, sindicalistas, feministas, proconsumidores y otros de ramas incluso ‘radicales’ como Queer, antirracistas, LGTB, independentistas, soberanistas y antifascistas, entre otros simuladores profesionales de movimientos sociales -, que son, salvo honrosas excepciones, fundamentalmente los que constituyen las bases sociales, no por casualidad pro estatistas, de la socialdemocracia avanzada en toda la Europa imperialista. La diferencia territorial, y su cisma de opiniones actual, estriba en que el excedente social todavía permite en el Centro y Norte de Europa lo que ya no es posible en el Sur de Europa.
Por supuesto, no podemos olvidar que en la formación de la tendencia histórica a la Deflación Salarial Internacional europea no solo han mediado la introducción de la microelectrónica y la informática en el aparato productivo, con la sustitución masiva de trabajo humano por tareas automatizadas, así como de las nuevas formas de superexplotación, como el toyotismo, y, en lo subjetivo, la ausencia aparente de alternativas históricas viables al capitalismo. El auge de la sobrepoblación relativa en Europa, y así de la sobreoferta de fuerza de trabajo, procede también de la subsunción real del capital sobre la reproducción social del proletariado, con la fuerza de trabajo proletaria femenina, las mujeres proletarias, lanzada masivamente desde la Esfera de la Reproducción (Social del Proletariado) a la Esfera de la Producción (Directa de Plusvalía). Esto significó que se doblaba la masa y la proporción de población productora activamente dedicada a la producción directa de plusvalía en los países capitalistas centrales.
Este cambio ha generado una grave crisis demográfica en el proletariado del subcontinente, pero también una enorme acumulación de capital. Es que millones de mujeres eran y son más productivas que los millones de hombres a los que sustituían y sustituyen, incrementándose así la producción de plusvalía y la productividad media general. Por esto, la realización temprana de la subsunción real de la reproducción social, por medio del lanzamiento de las mujeres a la producción, da ventajas competitivas al capital que primero la realiza. Por supuesto, el modelo feminitario de acumulación de capitales resultante, ha generado otra intensa presión adicional a la desvalorización de la fuerza de trabajo europea. Como colofón, tras varias oleadas históricas sucesivas de absorción de fuerza de trabajo de la periferia europea occidental, el capital alemán absorbió a costo de saldo en esos años 1990s a millones de técnicos y especialistas desde Europa del Este, aunque también a millones de jóvenes obreros sin cualificación, a modo de nueva carne fresca gratuitamente obtenida para el Moloc de la extracción de plusvalía centroeuropeo.
De hecho, se calcula que se han incorporado al mercado capitalista mundial de fuerza de trabajo en torno a 1500 millones de obreros desde los años 1990s, y esto sin que todavía se haya producido en Asia, África y la mayor parte de Ámerica la subsunción real de la reproducción social, que incorporará más de 1800 millones de ofertantes adicionales en las próximas décadas, todo ello a sumar al crecimiento natural de la población activa mundial por incorporación de nuevas cohortes generacionales. En suma, se incorpora fuerza de trabajo adicional al mercado mundial de fuerza de trabajo a un ritmo de cien millones de ofertantes adicionales anuales, la mitad de toda la fuerza de trabajo industrial de los países capitalistas centrales.
Semejante contexto superdesvalorizador de la fuerza de trabajo, camufla la bajada relativa a largo plazo del reclutamiento capitalista en los países imperialistas de trabajadores internamente producidos, provocada por la depresión demográfica causada en el proletariado interno. Pero ese problema es superado institucionalizando el imperialismo demográfico que se comete en todo el continente – a partir de la tendencia ciega a concentrar población propia de todos los centros de desarrollo de la concentración y acumulación de capitales -, con succiones de fuerza de trabajo de África, Asia y América, y desde las periferias europeas a los centros capitalistas del continente.
Esto es lo que está en la base causal del rechazo fascista a la “inmigración” pero, como no afecta negativamente y además beneficia a las fracciones reformistas de Estatus Intermedios, nunca se trata como proceso de dumping salarial fomentado ahora por el capital sobre las ruinas biopolíticas del proletariado interno, tras la Subsunción Real de la Reproducción Social, simplemente las vieja y nueva socialdemocracia embellecen este proceso como el resultado de supuestas liberaciones, conquistas y éxitos surgidos presuntamente de su gestión (lo que mientras la estabilidad de la alienación clasista de valor va bien o aparentemente bien tiene recompensas electorales). A la vez, la socialdemocracia no solo embellece las ruinas biopolíticas del proletariado interno sino que también con su continua presión negadora de la revolución proletaria impide cuanto puede que a los restos del proletariado endógeno europeo, que se encuentra aplastado bajo las fuerzas genocidas de la ley del valor, les quede la más mínima esperanza de salida política revolucionaria de su situación masacrada. Se desborda, pues, una parte de este, tanto más cuanto mayor haya sido su aspiración vital a la integración en los Estatus Intermedios y no la Revolución Social, hacia el fascismo de tipo Frente Nacional, cuyo crecimiento actual está fundamentado en la crisis de la socialdemocracia.
Rebobinando; Lo que buscaba el SPD, es decir, lo que buscaban los monopolios alemanes, era organizar esa monstruosa pero poderosa y gigantesca fuerza de trabajo, fruto de la concentración de capitales en el Centro de Europa tras la caída de la URSC, utilizándola para ganar la competición imperialista internacional por los mercados. El feroz ataque a los desempleados alemanes los lanzaba al mercado a la desesperada pero, de forma científicamente planificada, hacia el flexiparo bien abonado con el desmantelamiento de los servicios sociales anteriores, ya inservibles desde el punto de vista del capital monopolista en el nuevo esquema de explotación. Y el resultado de esto era la depreciación forzada de la fuerza de trabajo, al poner otra presión adicional brutal más, favorecedora del fortalecimiento estructural de la Demanda Capitalista sobre la, ya superabundante e internacionalizada, Oferta de Fuerza de Trabajo.
Se iniciaba así una fase de profunda deflación salarial internacional en Europa. Se trataba de ganar, en esa primera fase que ha durado veinticinco años, la competición por los mercados europeos, y esto ya lo han logrado, para en una segunda fase, en la que ya hemos entrado, organizar un bloque imperialista integrado en la Unión Europea, dentro y fuera del euro, que compita mundialmente para repetir, pero a escala mundial, esta historia de éxito imperialista alemán, basado en la exportación brutal de capitales y mercancías y en el genocidio socio-político-laboral sobre y contra la sobrepoblación relativa, y el proletariado sub-empleado, de la Península Europea.
La alternativa marxista: A cada cual según sus necesidades, de cada cual según sus capacidades.
Básicamente, los Podemos, EH Bildu-Sortu, Guanyen+CUP, Syriza-Antarsys, y el Frente Nacional, una vez descartada, por sus propias renuncias y por la posición social relativa de sus bases sociales, la opción revolucionaria, en este esquema impuesto por las pre-planificaciones estratégicas burguesas europeas y el proceso real de la ley del valor, solo tienen una opción: Ganar tiempo con verborrea soberanista de izquierdas, más de izquierdas o más soberanista según les aconseje el momento. Es decir, ganar tiempo procurando entretener al proletariado, que es lo que están haciendo, mientras cruzan los dedos para que en el Sur de Europa se reinicie la acumulación de capital, esperando que en el aumento de rentas, la reducción del desempleo y el agotamiento físico en la clase obrera y el proletariado propios de las grandes olas de inversiones de las recuperaciones industriales, y en el nuevo sistema opresivo-represivo que vienen constituyendo, se camufle y disipe el genocidio silencioso del proletariado endógeno en situación de desempleo y sobrepoblación relativa, incluyendo pensionistas, y la elevación brutal de la explotación en general que la reestructuración burguesa europea está concertando.
El SPD, es decir, los monopolios alemanes y europeos, que expresan la descomunal fuerza sorda objetiva de la ley del valor-trabajo en proceso, por su parte, tiene a su favor a la mayor parte del centenar y medio de millones de personas en posición de Estatus Intermedios en Europa Occidental. Estos en su mayoría se levantan todos los días para construir y reconstruir el capitalismo europeo, cuando no el imperialismo, y para hacer fungir la ley del valor, así como para ayudar al régimen capitalista a superar su crisis de valorización.
Pero la clase obrera proletaria del subcontinente europeo tenemos a nuestro favor el marxismo, de ahí los ataques cada vez más furiosos que los neorreformistas están realizando contra los marxistas, y nosotros sí tenemos nuestro propio plan opuesto y alternativo al de los monopolios europeos y las instituciones burguesas internacionales, desde la Unión Europea y el Banco Central Europeo, hasta el Fondo Monetario Internacional, el Banco Asiático de Desarrollo, la OTAN o la OSCE, o llámese como se llame institucionalmente el capitalismo en cualquiera de sus aspectos.
De nuestro radical análisis histórico económico-político se desprende que el capitalismo es chatarra histórica y su defensa es estrafalaria, siendo la Unión Burguesa Europea, además de despiadada, absurda y deplorable, una iniciativa explotadora condenada al fracaso. No hay que seguir insistiendo en desarrollar la competición imperialista internacional con la intención de ganar mercados, para colocar capitales sobreacumulados y elevar el número y nivel de consumo de las fracciones de Estatus Intermedios de cada cual, esto es propio del cretinismo burgués y de las fracciones del Estatus Intermedio y sus adherentes, sino que lo hay que hacer es enrocar, en lugar de destruir como cabría concluir de un primer análisis, el conjunto de los aparatos productivos capitalistas hacia la cooperación socialista internacional, transformando el desarrollo de las fuerzas productivas por competición capitalista hacia el incremento de la propiedad privada, en desarrollo de las fuerzas productivas por cooperación socialista hacia la constitución de la propiedad comunista internacional, a partir de la aplicación sistemática de un principio marco totalmente comunista: De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades.
Esto implica la lucha por el final del trabajo asalariado y la universalización de la formación universitaria a toda la población mundial, sobre una serie de condiciones sistémicas y medidas sistemáticas más que conducen a la sociedad de la plena actividad y de la plena formación. Por aquí camina la respuesta profunda y de éxito revolucionario al fraude neorreformista y a la depauperación global permanente normalizada, y ampliada abruptamente cada cuando, que, en el medio de la explotación y la exclusión infames, nos tiene reservada la clase capitalista y su bloque social de apoyo, incluida la alianza de fracciones de los Estatus Intermedios.
Inmediatamente surgen una serie de cuestiones y de problemas que tienen que ver también con el colapso de la socialdemocracia y el neorreformismo europeos, de los que hablaremos en una siguiente entrega.
K.A.García-Salmones
(*) El colapso de la socialdemocracia y el neorreformismo europeos en Grecia.
(1)] La expulsión del proletariado.
(2)] La reestructuración de la explotación en Europa y su oposición histórica.
(3) La contradicción emergente entre el proletariado y los Estatus Intermedios
(3) [El colapso de la socialdemocracia y el neorreformismo europeos en Grecia.(4)] La clase media en el laberinto.
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