Tocante al informe de la OIT sobre brecha salarial: Esencia y apariencia en las desigualdes salariales "de género"…

Ingresos salariales medios segun edad y sexo, encuesta de estructura salarial en el estado español en el año 2012.
Ingresos salariales medios segun edad y sexo, encuesta de estructura salarial en el estado español en el año 2012.

 
Hace seis meses nos llegó una nota del sindicato LAB en la que se denunciaba nada menos que “el salario de las mujeres vascas debería crecer un 36,2% para equipararse al de los hombres“(Nota 1).
LAB se basaba en datos publicados por el INE referentes a los resultados de la última Encuesta Anual de Estructura Salarial europea, para la escala estatal, correspondiente al año 2012. En ese informe también se afirmaba que ¡el salario mensual medio en Hego Euskal Herria es de 29.535 euros!, lo que es tan cierto, pero, a la vez, tan irreal como que las mujeres asalariadas cobran un 36,2% menos que los hombres asalariados. El cuadro de datos es este:
estructura_salarialDiferencias salariales por sexos según la encuesta de europea de estructura salarial.(Nota 1))
Por supuesto, una diferencia tan grande en renta real es sospechosa, puesto que debería reflejarse a simple vista en la misma calle como una gran depauperación femenina en contraste con una situación de vestido, tono vital y aspecto físico mucho mejor de los hombres en general que las mujeres en general. Con un 40% de renta real salarial disponible menor de las mujeres que de los hombres, el hiato de riqueza usufructuada debería estar, pues, directamente a la vista, sin necesidad de estadísticas, pero no es el caso, de manera que tiene que haber y hay formas de reparto desigual y compartición de la renta real que se escapan de estas mediciones estadísticas.
Pero hay más; seis meses después de la publicación de esa nota, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) publica un estudio en el que afirma que las mujeres a escala del estado español cobran salarios una media de 17% menores que los salarios de los hombres:
 
La brecha salarial entre hombres y mujeres en España ronda el 17%, es decir, los hombres reciben un 17% más en general.(Nota 2)
 
Así pues, la nota de LAB sobre brecha salarial “de género” y el informe de la OIT [Informe Mundial sobre salarios de la OIT 2012(Nota 3)] sobre este mismo asunto difieren casi en 20 puntos porcentuales de presunta mayor renumeración salarial media a los hombres que a las mujeres.
Por cierto, ambos resultados se refieren a un 17% menos de salario, que no de ganancia como escribía LAB en su comunicado haciendo seguidismo conceptual al lenguaje manipulado de la encuesta burguesa europea del INE. Y es que la ganancia es capitalista, sea del sexo que sea, y la perdida es obrera, sea del sexo que sea, más allá de las palabras trampa que nos endosan las brigadas estadísticas de la Unión Burguesa Europea y las oficinas estadísticas de la OIT. La ganancia es ganancia y el salario es salario, no ganancia. Con otras palabras, lo que en realidad encubren esos resultados es que las mujeres pierden un 17% (o un 36,2%) más que los hombres de clase obrera, y no que los hombres de clase obrera “ganan” un 17% (o un 36,2%) más que las mujeres obreras…
 
Pero esto tampoco es del todo exacto, porque en los datos de los trabajadores referidos por la encuesta de estructura salarial se incluye perfiles de personas que pertenecen a las dos grandes clases sociales, la clase obrera y la clase capitalista, que son las dos grandes clases sociales antagónicas en nuestras formaciones sociales. Por una parte, los obreros y las obreras puestos en explotación y, por otra parte, los trabajadores capitalistas en funciones de explotación de los obreros. Ambos tipos de trabajadores, de distinta clase social, están bajo relación salarial, la relación social de producción estándar en el modo de producción capitalista.
Pero, muy importante, dependiendo de a qué clase pertenezcan los perceptores de esos salarios, ambos perciben tipos de salarios que son cualitativamente muy distintos, pues una parte explota y la otra es explotada, los obreros reciben salario obrero y los capitalistas el llamado por Marx salario de guarda -. La encuesta europea de estructura salarial, por supuesto, hace tabla rasa de esta circunstancia, y no solo de ella, como veremos a continuación.
 

Los sesgos y trampas de la Encuesta Europea de Estructura Salarial

La Encuesta de Estructura Salarial es una operación estadística de periodicidad cuatrienal, realizada en el marco de la Unión Europea con criterios comunes de metodología y contenidos, con el fin de obtener unos resultados comparables sobre la estructura y distribución de los salarios entre sus Estados Miembros. Esta encuesta investiga la distribución de los salarios en función de una gran variedad de variables como son el sexo, la ocupación, la rama de actividad, la antigüedad, o el tamaño de la empresa.
A partir de 2004, para los años en los que no se realiza encuesta cuatrienal, la Encuesta Anual de Estructura Salarial obtiene estimaciones de la ganancia bruta anual por trabajador clasificada por tipo de jornada, sexo, actividad económica. La información se obtiene de la explotación conjunta del Fichero General de Afiliación de la Seguridad Social (SS) y de las declaraciones del Modelo 190: Resumen anual de Retenciones e Ingresos a Cuenta del IRPF de la Agencia Estatal de la Administración Tributaria (AEAT) y de las Hacienda Foral de Navarra, junto con las variables ocupación y tiempo de trabajo provenientes de la encuesta anexa a la Encuesta Trimestral de Coste Laboral del INE.
Dado que la Encuesta Anual no se elabora para los años en que se realiza la Encuesta cuatrienal, para facilitar la elaboración de series temporales, desde 2006 la información para estos años se completa incorporando las mismas tablas que se elaboran para el resto de años, pero utilizando la información de la encuesta cuatrienal.(Nota 4)”.

 
Veamos, – dejando marcado otra vez que se emplea el concepto GANANCIA aplicado al salario, lo cual es una grosera manipulación burguesa -, la media de rentas de trabajo es de 29.535 euros, pero entonces hay una serie de personas que cobran, por ejemplo, 60.000, 50.000, 40.000 y más euros anuales, en concepto de sueldo o salario de guarda – es decir, que contiene complementos formados con plusvalía extraída a los obreros – y otra serie de personas que ingresan 7.000, 10.000, 15.000, 20.000 euros. Hay personas de los dos sexos en ambas formas de rentas del trabajo, la de los empresarios, directivos y técnicos capitalistas y la de los obreros con mayor o menor cualificación y experiencia. Y de media vemos que las mujeres ingresan un 36,2% de salario menos que los hombres, pero aquí hay dos problemas:
 

  • UNO: una gran parte de los empresarios, o capitalistas en funciones, comparten parte del salario de guarda de un monto mucho más elevado que los salarios obreros, complementado con una parte de la ganancia capitalista, que perciben, con mujeres que son sus compañeras, y a las cuales esa compartición puede, y de hecho así lo hace, liberar del trabajo. Por esta parte de burguesas liberadas del trabajo asalariado la brecha de género encubre un privilegio de una posición o estado de las personas de sexo femenino y clase explotadora, y no una discriminación, pues el tiempo de libre autodisposición es una forma de riqueza. Sin considerar a esas mujeres liberadas del trabajo a través del salario de guarda de los capitalistas no se puede estimar la diferencia de ingresos entre sexos procedentes de las rentas del trabajo meramente como producto de discriminación de sexos.
  • DOS: La diferente masa de ingresos del trabajo (explotado y explotador) entre hombres y mujeres responde también a una mayor presencia contextual, – por razones históricas, como el ingreso masivo en el aparato productivo capitalista muy posterior de las mujeres al ingreso de los hombres en el industrialismo desarrollado, y por factores biológicos objetivos-, en el aparato productivo de personas de sexo masculino que de sexo femenino, porque;
    • A/ las mujeres se incorporaron masivamente más tarde que los hombres al sistema de producción directa de plusvalía (Esfera de la producción), debido a que fungían principalmente en el sistema de producción indirecta de plusvalía (Esfera de la reproducción), esta incorporación tardía al salariado influye en la cuantía de los salarios, sobre todo porque la fase posfordista es una fase en la que la burguesía presiona lo máximo posible a la baja de los salarios, y ello lo hace en mayor medida sobre los salarios de la fuerza de trabajo con menos derechos laborales, que suelen ser los de las personas y fracciones incorporados más tardíamente a la explotación salarial,
    • y B/, las mujeres asalariadas, – aún altamente libradas de la reproducción social, mediante la tendencia del capital a imponer la no reproducción del proletariado por el aumento de tasa de explotación media -, realizan con todo menos horas de trabajo asalariado, pues gestar, dar a luz y realizar la primera crianza implica como mínimo dos años por hijo en los que las mujeres trabajan salarialmente menos. En todo caso, muchas de las mujeres obreras que deciden no abortar pierden sus ingresos y su trabajo asalariado.

La base de la brecha salarial entre sexos está causada por la imposición capitalista de la gratuidad del capital variable natural y humano

O lo que es lo mismo, dentro de ese margen de 36,2% de diferencia de ingresos salariales, que es paliado sin duda por la compartición de rentas salariales entre muchos hombres con sus compañeras, se cuenta también la no renumeración a las mujeres y a las agregaciones familiares por su esfuerzo procreador, y el subsidio que las mujeres – aunque también los hombres -se ven obligadas a hacer al capital cada vez que sacan una vida adelante, vida que el capital subsume como capital humano, futura fuerza de trabajo disponible gratuitamente para su explotación.
Y vemos que detrás de la simpleza tajante de la brecha salarial “de género” se encuentra la tendencia del capital a obtener gratuitamente las condiciones de producción de plusvalía como son la naturaleza puesta en explotación y la fuerza de trabajo humano destinada a ser explotada.
Tanto los más bajos salarios de las mujeres con respecto a los salarios de los hombres, como la baja tasa de natalidad tiene un origen común, al menos en una importante parte, en la no retribución de las condiciones de reproducción del capital variable, que el capital social general, la clase capitalista, espera, fuerza y necesita sea gratuito.
Todo esto no interesará a las feministas burguesas pero si, desde luego, a los obreros y obreras revolucionarios.

El rechazo a la maternidad de las mujeres obreras, como la brecha salarial entre sexos, tiene su causa determinante en las condiciones objetivas

Pero el antinatalismo del reformismo feminista burgués parte de intereses burgueses, que reproducen esas condiciones objetivas estructurales empeorándolas, si cabe. Aquí la hipótesis es que el factor objetivo consiste en que históricamente una parte del salario respondía a la reproducción biológica de la fuerza de trabajo, por esto, una menor remuneración salarial a las mujeres estaría reflejando la resistencia del capital a remunerar por la reproducción biológica a las mujeres, al considerar que si están trabajando en la esfera de la producción ello implica que renuncian a la reproducción biológica, por lo cual no habría porque remunerarlas en ese rubro.
Así las cosas, la OIT, en su informe mundial sobre el empleo, que es en el mundo del trabajo explotado lo que la ONU a la paz mundial, sostiene que:

“La brecha salarial entre hombres y mujeres en España ronda el 17%, es decir, los hombres reciben un 17% más en general. Lo que también hemos observado cuando intentamos explicar por qué un hombre recibe más que una mujer es que aquellos atributos del mercado laboral que tendrían que explicar esa brecha salarial, no lo hacen. Cuando comparamos la educación, la experiencia, el sector, la posición ocupacional, en qué ámbito se trabaja… que son los factores que deberían determinar la productividad del individuo vemos, incluso, que las mujeres tienen una capacidad que está marginalmente por encima de la de los hombres. Tomando esa diferencia en consideración vemos que la brecha salarial debería ser cero o que las mujeres deberían recibir un pequeño aumento en relación a su capacitación laboral. Es decir, la brecha salarial existe, pero no está explicada por los factores que objetivamente podrían explicarla.”

 
Así pues, la idea es que son los factores subjetivos los que determinan la existencia de la brecha salarial entre sexos, y así queda sugerido que el menor salario de las mujeres está determinado por la voluntad machista de los hombres, evidentemente debido a la dominación patriarcal. ¿Esto es cierto o es una trampa más de la burguesía?
Veamos esto:
 
porcentaje_de_Trabajadores_en_funcion_de_su_ingresoEncuesta anual de estructura salarial. Serie 2008-2012. Porcentaje de trabajadores en función de su ganancia con respecto al Salario Mínimo Interprofesional (SMI) (respecto al total de trabajadores) por tipo de jornada y sexo.
La burguesía aquí ve una “brecha salarial”, mientras las activistas feministas sostienen que se trata de otra muestra del dominio del patriarcado. A esto lo llamo IDEOLOGÍA DOMINANTE DE LA BRECHA DE GÉNERO EN EL SALARIO.
Por mi parte, lo que veo es lucha de clases, historia de la acumulación de capital y estructuración salarial de las esferas productiva y reproductiva del capital adhoc para la maximización de la producción de plusvalía, bajo las condiciones en que la producción de vida / nueva oferta de fuerza de trabajo futura han de salir del salario y este ser el mínimo posible. Que la OIT sostenga que “no hay factores objetivos” (!) y así invite a difundir el discurso feminista burgués más idealista, en su forma reformista, no me sorprende.
 

Primero: Esto es lucha de clases porque los capitalistas en funciones, y no otra cosa son quienes cobran más de cinco veces el salario mínimo, son predominantemente hombres porque una importante parte de sus mujeres quedan liberadas del trabajo precisamente por esos altos ingresos. Cierto que esta liberación del trabajo es socialmente rechazada de forma creciente en las mujeres de la clase dominante, que necesita de la movilización de toda la clase para ejercer la explotación y el control y disciplinamiento de los y las explotados. Pero aún así, más allá de las mujeres que se dedican al “trabajo” de consumir rentas de capital, también las mujeres burguesas quedan liberadas del trabajo productivo para ejercer sin trabas el trabajo de reproducción social y biológica de los y las futuros/as propietarios de capital, de forma remunerada y con contratación de fuerza de trabajo como ayuda. Por el contrario, esta liberación del trabajo productivo para realizar con ingresos ad hoc el trabajo reproductivo no existe ya entre las mujeres proletarias, lo que lleva a la no reproducción de la clase obrera endógena.

Segundo: Esto es historia del proceso de acumulación de capital porque el desplazamiento de las mujeres desde la Esfera de la reproducción a la Esfera de la producción implica que son nueva oferta adicional, y por tanto cobran salarios relativamente deflacionados, teniendo en cuenta además que entran en sectores como el del capital comercial, cuya remuneración es menor que el de la producción de bienes de producción. Esto significa que, por un lado, las diferencias salariales entre sexos en lo que atañe al plano estructural objetivo provienen del momento tardío en que se han incorporado las mujeres obreras como oferta adicional en masa al mercado capitalista de fuerza de trabajo y por los sectores y posiciones productivas en que se incorporaron. Y, por esto, tienen que tender a igualarse (a la baja) con los salarios de los hombres a largo plazo.

 
Pero ¿es correcta esta conclusión? ¿tiene que tender a la baja la brecha salarial de “género” a largo plazo? En realidad es incorrecta precisamente por las condiciones objetivas, puesto que, en media, a medida que la fuerza de trabajo mundial se feminiza, que las mujeres de un país tras otro son sacadas de la explotación indirecta en la reproducción y lanzadas al mercado a la explotación directa, la consecuente MAXIMIZACIÓN DE LA COMPETENCIA ENTRE VENDEDORES Y VENDEDORAS DE FUERZA DE TRABAJO, tiene forzosamente que formar nuevos ciclos de reproducción de la brecha de género, que se complican, a su vez, con las caídas salariales durante las crisis capitalistas.
Por todo esto, la desigualdad entre sexos de estructura salarial no está mostrando meramente el aumento de la brecha salarial entre sexos, sino, en realidad, y más profundamente, también la caída de los salarios en sectores y posiciones con sobreoferta mundial de fuerza de trabajo debido al aumento del desempleo, causado por la crisis de sobreproducción, el crecimiento de la fuerza de trabajo mundial y el alto desarrollo de la composición orgánica del capital, en este capitalismo de final de ciclo.
 

¿La brecha salarial entre sexos no muestra también desigualdad entre sexos?

Encuesta de población relacionada con actividad en Baskongadas
 
A pesar de la existencia de los numerosos factores objetivos económico políticos que aquí hemos visto que matizan la brecha salarial entre sexos, es incontrovertible que amplias fracciones de proletariado femenino son remuneradas con menor salario todavía que las fracciones de obreros, y explotadas en mayor grado que los varones. Aquí nos encontramos con que si las mujeres obreras circunstantes exigen la subida salarial correspondiente, por ejemplo del 40%, sabemos que inmediatamente serán expulsadas de la producción y sustituidas por otra fuerza de trabajo, en cambio, si las mujeres obreras protestan por la “brecha salarial de género” la contradicción queda desviada y pierde conflictividad, ya no es un problema de la lucha de clases, sino de la igualdad de sexos.
Si consideramos los factores objetivos, que existen con una rotundidad imposible de ocultarla, vemos que el movimiento de la oferta de fuerza de trabajo superabundante durante el capitalismo de final de ciclo imposibilita que la remuneración salarial media de esas fracciones femeninas sea equiparada con la de los hombres. Dentro del capitalismo no hay salida para la desigualdad salarial devenida estructural entre proletarios de distintos sexos, a no ser con el derrumbe de los salarios de los obreros varones, pues, al contrario de lo que sostiene la OIT, son precisamente los factores objetivos y estructurales los que condicionan la existencia, reproducción y probablemente aumento de esa baja remuneración.
En estas circunstancias, incluso aunque fuera cierto que una esencia machista económica “patriarcal” condicionara los menores salarios relativos de las mujeres obreras que los salarios de los hombres, en lugar de la diferencia biológica ante la producción de vida entre distintos sexos y de medios de consumo y de reproducción biológica y social entre las distintas clases y la negativa del capital a retribuir la reproducción biológica de la fuerza de trabajo o capital humano, no puede haber una igualdad en rentas reales entre sexos en el proletariado sin una revolución obrera que cambie profundamente la economía política y sus factores objetivos,  a la vez en las esferas de la producción y de la reproducción.
 
K.A.García-Salmones
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NOTA

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