El coctel de deseos del keynesianismo de izquierda (Por Claus Peter Ortlieb)

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El proceso de descomposición del reformismo europeo puede prolongarse durante lustros, mientras para tratar de revertirlo salen ahora de sus laboratorios todo tipo de nuevos crecepelos, a mayor velocidad que nunca. En esta línea, la última salsilla de ATTAC, que el increíble SPD y los espeluznantes verdes alemanes se disponen a echar en su próximo guisote, es evidente que también nos la van a intentar encajar los reformistas nacionales, en competición con el demacrado PSOE que a buen seguro saldrá con el mismo esquema mostrado en este artículo de Claus Peter Ortlieb. Hagan sus apuestas ¿cuanto tiempo tardarán los neoliberales de EA y sus socialdemocratas socios de Sortu en ponernos este menú “Umfairteilen-Repartir de nuevo con justicia”, que los chefs de ATTAC les han preparado? ¿Lo aliñarán con un chorrito del tipo “defendamos el tejido productivo vasco”, en musical melodia para las orejazas de los imperialistas Kutxabank “de Euskal Herria”? ¿Cuándo son las siguientes elecciones? Irtteen!!!!!:

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Ha llegado el momento en que los ricos van a ser finalmente frenados. Una alianza con el nombre de “Accionar de nuevo con justicia” [Umfairteilen], iniciada por ATTAC, los Verdes y la Confederación Conjunta Paritaria, apela, no sin alguna osadía gramatical, por una acción de ámbito nacional el 29 de septiembre de 2012: “Hay un camino para salir de la crisis económica y financiera: ¡la redistribución! Nosotros no queremos que los servicios públicos y las prestaciones sociales se deterioren y que la gran mayoría de la población sea más sobrecargada. En vez de eso, la riqueza excesiva y la especulación financiera tienen que ser finalmente tributadas. No se trata solo de dinero, sino también de solidaridad vivida en nuestra sociedad”. Se exige un impuesto sobre la propiedad y una contribución única de la propiedad para “la financiación adecuada de los necesarios gastos públicos y sociales y para la reducción de la deuda”, y también la “lucha consistente contra la evasión fiscal y los paraísos fiscales y por un impuesto sobre las transacciones en el mercado financiero, contra la especulación y contra la pobreza a nivel mundial”.

Partes del SPD y los Verdes saludan la campaña y apuntan hacia su concrección en sus propios programas, debiendo la tasa máxima del IRS ser aumentada desde los actuales 42% al 49%. Ellos esconden deliberadamente que es de su responsabilidad la reducción habida en la década de los 90 del siglo pasado desde el 53% hasta el valor de hoy. Como ambos partidos apoyaron la inclusión del freno de la deuda en la Constitución, así como la política de austeridad del gobierno Merkel, lo que se puede esperar de un gobierno roji-verde después de 2013 es probablemente poco más que una política simbólica: aquí se incluye un aumento moderado de la tasa máxima de IRS, para señalar que “todos” estamos en el mismo barco. Finalmente pueden venderse mejor los próximos recortes en las pensiones si fuera posible demostrar a los ajustados que también “los de arriba” contribuyen con su parte.

Los miembros de la alianza, sin embargo, se toman la cosa más en serio. ATTAC, por ejemplo, exige una contribución única progresiva sobre la propiedad para millonarios y billonarios correspondiente al cerca del 50% de sus activos que serán entregados a las arcas públicas. Así obtendrían 4 billones de euro en toda Europa. Además, parece que la salvación de la actual crisis es vista como si consistiría en la restauración de la distribución de la renta y de la riqueza que había en la década de 1970, juntamente con los instrumentos fiscales correspondientes. ¡Queremos nuestro capitalismo renano de vuelta!

La explicación de la crisis subyacente a estas reivindicaciones es en todo caso superada con toda simplicidad por el mainstream alemán y por su canciller, que se orienta por el modelo neo-clásico de la “ama de casa de Suabia”, porque “todos nosotros”, y especialmente “el sur” hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, lo que se necesita ahora es ahorrar, ahorrar, ahorrar. Desde los decretos de emergencia de Brüning (último canciller de la República de Weimar, NT) se sabe que esta política solo lleva a profundizar la crisis y por tanto no vamos aquí a hablar sobre ello.

El modelo keynesiano de izquierdas representado por ATTAC y otros, por el contrario, ve en la repartición desigual de las rentas y de la riqueza la causa – y no la consecuencia – del incremento de la crisis: el neoliberalismo nos habría desviado del camino correcto del “buen capitalismo” y llevado a la crisis.

En contraste con ello, remítanse a la Teoría de la crisis formulada ya en 1986 por Robert Kurz y cuya quintaesencia fue por él recientemente presentada en Konkret 2/2012. Como ya fuera observado por Marx, el capital es la autocontradicción en proceso, de tal modo que, por un lado, retira cada vez más fuerza de trabajo humano del proceso de producción a medida que aumenta la productividad. Marx consideraba esta contradicción capaz de “hacer estallar por los aires” la “base tacaña” del capital. Hay varios indicios de que el capitalismo, con la aplicación de la microelectrónica, cuyos potenciales de automatización de ningún modo están agotados, habría entrado desde la década de 1970 en esta fase final técnicamente anticipada por Marx.

La cadena de crisis financieras en los últimos 30 años, – que ha adquirido proporciones mundiales por primera vez con el crack de 2008 -, tuvo su punto de partida en la llamada “estanflación” de los años setenta, o sea, la ocurrencia simultánea de una estagnación económica global y de altas tasas de inflación, que llegaron a los dos digitos. La política económica keynesiana, todavía entonces indiscutible en todo el mundo, podía realmente atenuar los fenómenos de la crisis, pero ya no fue capaz de generar un nuevo impulso de acumulación autosustentable de capital. Falló por tanto en la percepción general y hasta desde el mismo punto de vista de sus propias pretensiones, y fue sustituida por el neliberalismo.

La respuesta de esta a la incapacidad de obtener producción de plusvalía real suficiente consistió, en resumidas cuentas, en asegurar las ganancias de otra manera: primero, el neoliberalismo permitió que el aumento del desempleo ejerciese presión a la baja sobre los salarios; segundo, en la senda de la llamada “orientación a la oferta”, los impuestos sobre las empresas y sobre el capital de capital bajaron; y, tercero, muchas empresas, por falta de oportunidades de inversión real, giraron hacia el sistema de crédito, participando por tanto con su capital monetario en la generación de burbujas financieras y consiguiendo así mejorar la apariencia de sus cuentas. La empresa Siemens, por ejemplo, ya en los años 90 era denominada irónicamente como un banco con un departamento de electricidad anexo.

Fenomenológicamente ATTAC y otros tienen toda la razón: Por un lado, los salarios reales cayeron en Alemania, por ejemplo gracias a la agenda 2010, un promedio del 4% en ocho años y mucho más en el sector de salarios bajos que en estas condiciones se fue formando. Por otro lado, en los últimos 30 años – también a causa de la desreglamentación del sector financiero – la riqueza en dinero y en activos financieros creció 20 veces a nivel mundial, pero sin corresponder ello a valores reales.

Aquí está el problema: esta riqueza es en gran parte ficticia, creada por burbujas financieras o asentada en créditos dudosos. Cualquier tentativa de transformarla en gran escala en riqueza material llevaría a su desvalorización inmediata. Ese sería también el resultado e la contribución única exigida por ATTAC del cobro de la mitad de esos activos. La idea de que el dinero es suficiente y solo se precisa que sea distribuido de forma diferente es un poco demasiado simple, solo comparable con la idea de simplemente imprimir billetes de banco en la cantidad requerida

También la exigencia de regresar al “buen capitalismo” de los años 70 en términos de distribución de las rentas y la riqueza es irrealista. La revolución neoliberal no fue un simple error, sino más bien una respuesta dentro del capitalismo a la crisis de los años 70 y al fracaso del keynesianismo. La crisis no fue por tanto vencida, solo aplazada y agravada. Es un hecho que el regreso al punto de partida es imposible, dado que las condiciones para la producción de plusvalía se deterioraron todavía más, debido al crecimiento de la productividad desde entonces alcanzado.

A nadie se le puede impedir expresar sus deseos. Pero, fuera de las fiestas de cumpleaños de los niños, deberían ser aclaradas las condiciones en que esos deseos se pueden realizar. En cuanto a la realización de las expectativas de “Accionar de nuevo con justicia”, en cualquier caso, es necesario hacer notar esto: nunca en las condiciones del capitalismo.

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Original WUNSCHPUNSCH LINKSKEYNESIANISCHER en www.exit-online.org.

Publicado Konkret, 9/2012
Claus Peter Ortlieb

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