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¿Es la crisis capitalista un fenómeno meteorológico exterior a nuestra experiencia inmediata, brotado de imprecisos procesos inasibles para los seres humanos, mas determinantes sobre el proceso social general, del que, en cualquier caso, a modo de viajeros, poniéndonos nuestros chubasqueros y contando con nuestra fortaleza superaremos como se pasa un chubasco? Pues no.
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. Precisamente es desde la misma Euskal Herria de donde proviene esta bien camuflada versión simpática y explicativa de la crisis, con un aire de que, en el fondo, ni aquí ni en el mundo pasa nada. Esta visión viene aderezada con el típico latiguillo peneuvítico, pegadizo, de fortuna, expansivo, pero claramente entroncado en la lógica del naturalismo capitalista. Según este, el modo de producción capitalista es imperecedero y natural, dado de antemano y no constituido por libre (liberal) imposición de una clase contra otra. Así pues, el latiguillo peneuvítico es una versión populista y jatorra de este naturalismo capitalista. Evidentemente, en lugar de hablar de «la que está cayendo», más bien deberíamos aludir a LO QUE ESTÁ CAYENDO: El proceso de acumulación mundial de capitales anterior, y así numerosísimas estructuras y realidades sociales anteriores, que parecían inamovibles y aparentaban ser totalmente sólidas. La crisis capitalista no es una bajada de los barómetros o el resultado de un cambio de estación, esta crisis en concreto es una quiebra de las relaciones sociales de producción capitalistas anteriores y, en su dimensión estructural, una quiebra de esas mismas relaciones sociales de producción, a cámara lenta pero a ritmo estructural, de mole en movimiento, en donde el conjunto de los actos y hechos sociales intervienen, pero no solo los nuestros actuales, sino también los que anteriormente hicimos nosotros y otros hicieron, singularmente, los que formaron la masa de capitales ya acumulados por las explotaciones de varios siglos. Así que no solo dependemos de lo que ahora hacemos y hayamos hecho anteriormente, sino también de las determinaciones que han quedado establecidas por el accionar de las generaciones precedentes. De aquí que la crisis actual del capitalismo no solo es global sino también estructural. La única forma inmediata de elusión de sus efectos por parte de los capitalistas es, de nuevo, la elevación de la cuota de plusvalía, con toda la estela de destrucciones y transformaciones que ello conlleva. Así pues, estamos dentro de lo que está cayendo y no fuera con un chubasquero; formamos dentro de lo que está cayendo, no en su exterior, y la metáfora populachera naturalista del capitalismo que nos está endosando la burguesía mediana peneuvitica y sus aledaños, no es recta ni correcta pues desinforma. Desde el mismo entorno pro capitalista que surje este latiguillo tan pegadizo de que poner cara de velocidad y decir aliviadamente «con la que está cayendo» nos ayuda, nos lanzan la noticia sobre la percepción social en este país de la crisis capitalista Otra crisis, nos sugieren, como otra época de lluvias, y el sociómetro del gobierno baskongado recaba la siguiente opinión entre sus encuestados: «los vascos otorgan una prioridad absoluta a la gestión de la crisis económica y el desempleo, situando muy por debajo en su interés otros temas considerados «pilares» de su acción por el Gobierno Vasco. Así, en octavo lugar colocan la paz y convivencia (9%) y en décimo un nuevo estatus político (3%)«. Aviso a navegantes: La coyuntura azuza a lo que está cayendo y sus usufructuarios a intensificar la presión sobre aquellos que, contra su voluntad, sostienen en sus espaldas el tinglado, vastísimas fracciones obreras y populares. Mientras la crisis puede agudizarse en cualquier momento, y no por que suban los barómetros, sino porque los capitalistas se ven obligados a purgar y purgar y purgar su propio suelo político-social y su base reformista, a la búsqueda desesperada del punto de reinicio de la acumulación de capital. |