[ VERSIÓN 1 | Revisión 25 ]
Recientemente, con motivo de los espectáculos del Día del Orgullo Gay, ha aflorado a las palestras civiles el acrónimo político LGTBIQ+ con sus flamantes y omnipresentes banderas multicolores.
Las siglas LGTBIQ+ se refieren a un contradictorio movimiento de masas socialdemócrata apoyado por los liberales, – y viceversa -, en el que se expresan los resultados relacionales del régimen antinatalista de reproducción social crecientemente instaurado en el Occidente desde mediados de los años 1960s.
Pero, es verdad, visto desde otra perspectiva, en este movimiento también se expresan un conjunto de realidades transfronterizas, propias de la sociedad civil comunitaria capitalista tardía, transversal a las clases sociales, compuesto de personas reales que sienten, sufren y padecen la historia en su hora viva.
Este complejo popular contiene una tensión interna entre lo que en él parece tender a constituirse como un movimiento postsexual propio de la fase de la Robotización de la crisis sistémica, siendo reciclado a ser otra herramienta operativa más del Partido Tecnomalthusianismo Internacional, a la vez que resultado estructural de la acumulación tardía de capital, y la constelación de sus relaciones y articulaciones de todo tipo con las multitudes mundiales monogámicas, cuya sexualidad está siendo radicalmente reformada, y brutalmente cercada en los límites de la maximización de la ganancia y la estabilidad del capital archiconcentrado.
La caracterización política que hacen de este movimiento los liberales radicales presentes en él, consciente, inconsciente o semiconscientemente verdadera brigada de choque del Partido Tecnomalthusiano Internacional en cada país, es denominarlo como “movimiento LGTBIQ+”.
Con esto se entiende que apelan a integrarse en él, – y, así, a integrarse en el Estado Socialdemócrata del capitalismo tardío, y en los emergentes mercados tecnomalthusianos postsexuales -, a las comunidades y personas homoeróticas (en griego contemporáneo: homofilofilas) denominadas identitariamente Lesbianas (L) Gays, (G), Trans-”sexuales” (T), Bi-”sexuales” (B), Intersexuales (I), Queers (Q) y… +.
Con el símbolo “+“, más, aluden a un caracter inclusivo que convoca a más comunidades potencialmente integrables en el movimiento.
El símbolo + puesto a la cola de las siglas del acrónimo invita, pues, a aceptar la integración de nuevas comunidades de personas con alguna filia en común que todavía no están en el movimiento, pero que podrían caber en él, pues el movimiento LGTBIQ+ sería un movimiento liberal en el sentido positivo de la palabra, es decir, que comprende y acoge en su seno a cuantos oprimidos puede, siempre con la puerta presta a abrirse a los que, como en el Camarote de los Hermanos Marx, quieran entrar en él, pero dando una acogida y haciendo una convocatoria a entrar quizá no tan inocua y algo más peligrosa que la del Groucho Marx haciendo de portero en ese camarote de Una Noche en la Opera:
Por supuesto, como el movimiento LGTBIQ+ es básicamente un instrumento político de la socialdemocracia y los liberales, y como todo instrumento puede perder vigencia cuando se encuentra otro instrumento mejor o periclita la función para la cual fue útil, quizá esta interesada supereceptividad liberal-socialdemócrata termine estallando igual que el superrepleto camarote de los Marx.
Pero por ahora el mecanismo de funcionamiento de esta puerta y sus guardianes no electos parece ser el siguiente; Supongamos que algunos académicos se conciertan a escala internacional alrededor de la teoría de que la zoofilia no es una patología, y que un equipo jurídico en la OMS oficializa esta teoría y no la de sus críticos. A continuación se performa, de forma etapista, una comunidad identitaria zoofilica internacional en todo el Occidente, con todos sus mercados y servicios adhoc rumbosos emergiendo en medio de grandes propulsiones mediáticas. Pero para facilitar su aceptación e integración social primero ese grupo identitario es acogido en el movimiento LGTBIQ+ como representante de los anteriormente incomprendidos. Y aunque ocurriera que quienes tenían razón fueran los críticos, y que esa conducta es una patología que necesita una terapia, el resultado de ese nuevo operativo político sería que el movimiento quedaría recaracterizado como el movimiento LGTBIQZ…+, y vuelta a empezar.
Así, despues de la zoofilia, estarían en la cola de esta maquinaria de inclusividad, aceptación e integración +, la prostitución, el sadomasoquismo, la pedofilia, la obesidad, o el incesto, no como defensa de la dignidad, ciertamente discutible en algunos casos, de las personas que puedan padecer estas patologías sino como formas sociales necesarias de construcción material de una aculturación histórica en la Robotización, aculturación cuyo punto inicial de montaje es la negación de la monogamia a las multitudes mundiales para cumplir objetivos de gestión malthusiana del proletariado mundial.
El punto de interés de esta actitud neoliberal es doble; por un lado hay que recordar que las patologizaciones eran esfuerzos racionalistas para intentar prevenir y superar los crímenes y controlar las criminalizaciones, no eran pues un valor negativo producto de una voluntad brutal. Por otro lado, las actuales despatologizaciones son realizadas con voluntad de hacer normalizaciones, de ahí que el signo + es más sensible y delicado de lo que muchos de los liberales radicales, en ocasiones inconscientes e infantilistas, creen. Sin embargo hay un sector que comprende perfectamente las implicaciones de arrogarse la soberanía de las normalizaciones, que es lo que se encuentra en el fondo de las despatologizaciones. Creo que llegados a este punto puede afirmarse que hay una manipulación política consciente del complejo popular LGTB con intereses ajenos a los intereses sociales legitimos de esa comunidades de identidad.
Desde el par dialéctico criminalización/patologización bajo control democrático se ha pasado por la vía de la política de las identidades, manipulando a feministas y lgtbs a la bisagra despatologizaciones>>normalizaciones decretada por grupos burocráticos de cuadros del Partido Tecnomalthusiano Internacional. La bruma queer oculta este cambio políticamente transcendental que ha ocurrido a la vista de todo el mundo sin oposición ni resistencia pública.
La política Queer y la política Queer +
Por supuesto, la mayor parte de la población, incluidas muchas personas de grupos con ideología Queer sino la mayoría de ellos, no está con la Política Queer Plus+ de los neoliberales y sus mentores tecnomalthusianos más extremistas. Defienden al movimiento LGTBI, no en su orgullo narcisista sino en el cuidado de su dignidad, pero no al movimiento LGTBIQ+ constituido como dirigente cibernético o soberano en expansión sobre el complejo popular postsexual LGTBI.
Sin embargo, este movimiento LGTBIQ+ que pilota el complejo popular postsexual occidental no podría ser posible sin la alianza de los socialdemócratas y los liberales para sostener al capitalismo tardio, con el objetivo de mantener sus posiciones de clase, o bien burguesas internacionalizadas, u oligárquicas globo-oligopolistas, o de clases medias (funcionariado, aristocracias obreras, fracciones de técnicos y pequeña burguesía, especialmente la fracción digital) que sin renunciar a la movilidad social ascendente se aferran a las ventajas del toyotismo y sus condiciones de reproducción económicas y político-sociales.
El signo +, plus, más, significa pues una fisura en la coalición liberal-socialdemócrata de crisis y la política Queer, que hace campamento en ella, aprovechada por los tecnomalthusianos para desplegar sus operativos de reforma y reacción.
La aparición del signo + en el anterior acrónimo LGTB expresa también la combinación de la parte externa de la crisis sistémica con la crisis concreta de la socialdemocracia occidental que se ve obligada a admitir la dirección de los liberales radicales, los cuales tienen una ideología extremista; el liberalismo consecuente.
Afectados por el estancamiento económico y la subemplearización, los liberales radicales son la forma política de la crisis social contemporánea de las clases medias, y en contextos determinados están dispuestos a emplear ese signo + para meter a martillazos lo que haga falta en su proceso de salvación de la reproletarización. Aquí es donde ponen su cuña totalitaria los tecnomaltusianismos, empleándolos para el despliegue de un mundo socialdarwiniano y conductista social, obsesionados contra las multitudes monogámicas mundiales, en su mayor parte el proletariado y el campesinado mundial en transición, a partir de su constatación de que la dinámica histórica de crecimiento vital y expansión política es revolucionaria.
El signo + plus del acrónimo político del movimiento LGTBIQ+ es la marca de clase de los que rechazan radicalmente la revolución mundial y quieren aherrojarla mediante malthusianismo, para lo cual instalan sus dispositivos de control cibernético del movimiento LGTB intentando aprovechar las oportunidades para el incremento de la cosificación que puede ofrecer.
Los neoliberales queer parecen revolucionarios porque parecen ser los primeros en presentarse proactivamente en las nuevas políticas que surgen de la biología política derivada de los cambios radicales tecnológicos, la crisis demofísica y la sociedad postsexual emergente en las encrucijadas de las crisis sistémica y estructural.
A los compañeros presentes en el movimiento LGTBI hay que avisarles para que estén alertas porque estos queers neoliberales +Plus al tomar y hacer tomar el mandato de trivialización de la cosificación y de orientación a la desmonogamización del proletariado como ejes políticos principales, en realidad están desarrollando la Cuarta Ola del malthusianismo, que es la tendencia y fracción más extremista y agresiva de la superideología liberal y la burguesía internacional, cemento principal de la superestructura del capitalismo tardio: el Tecnomalthusianismo.
En este sentido, la lucha se da entre los sujetos tecnomalthusianos y no tecnomalthusianos en el movimiento Queer, en donde se engloban reivindicaciones legitimas de formas de supervivencia vital durante el gran estancamiento postsexual determinado por la crisis, pero lanzadas a la juventud por el Partido Tecnomalthusiano Internacional para instrumentalizarla en sus experimentos cada vez más brutales de primarización de humanos.
Más abarcativamente, tenemos que ser conscientes de que el proceso de desarrollo es tan acentuado y peligroso como lleno de implicaciones positivas y negativas a partir de los cuales surge el horizonte de la nueva política explayándose en la nueva biología política que es crucial para los espartaquistas comenzar a entender.
Veremos más sobre esto en la siguiente entrega de este artículo: El colapso de la socialdemocracia y el liberalismo en el Occidente (2): La imposible coalición liberal socialdemócrata LGTBIQ+
Baskonia 11 de julio de 2023
K. A. García-Salmones