El colapso de la socialdemocracia y el liberalismo en el Occidente (3): El por qué del poder “Trans”

[ VERSIÓN 1 | Revisión 26 ]

Como hemos visto en las dos anteriores entregas, tanto la socialdemocracia como los liberales vieron tempranamente el valer del movimiento LGTB y del feminismo “de la tercera ola”, y, más vastamente, de la Política de las Identidades, para hacer su transición desde el modelo social y de acumulación de capitales fordista al modelo toyotista que hemos padecido en sus claroscuros, mentiras, explotación, opresión y farsas a lo largo del anterior medio siglo.

Esta reconversión ha sido muy peculiar. La democracia es básicamente el sometimiento de la minoría a la mayoría; – no el respeto a minorías oprimidas, que es un sobreentendido de la sensibilidad moral cristiana -. La competición por demostrar ser más oprimido o menos oprimido a determinado punto de desborde de lo razonable, es una política burguesa incluso opresora por ser funcional al desarrollo de la explotación cuando sustituye a la democracia por su contrario.

Desde la política contra la explotación, o por mitigarla, y por el desarrollo de las fuerzas productivas, apoyada por la burguesía liberal, en el nuevo nivel de baja ganancia media y salario moda disminuido de los años 1970s, la socialdemocracia saltó a la política contra la opresión identitaria y a su gestión y retroalimentación política, electoral y cultural desplazando el eje de la lucha de clases. Pasó de la cuestión física y material de la depauperación del proletariado a centrarse en la cuestión de las identidades performables: No era una operación inocente.

Recordemos que en términos de clase la mayoría mundial es el proletariado pero en términos territoriales, considerando las extensiones nacionales del aparato mundial productor de mercancías, ubicadas en las regiones centrales de la acumulación de capital, el proletariado mundial puede estar en minoría.

En estas condiciones, se esperaría pues que la socialdemocracia representara al proletariado mundial en cada extensión nacional del mercado mundial para hacer valer el interés de clase mayoritario, el proletario, sobre el minoritario, burgués y de clases medias.

Pero, por el contrario, la socialdemocracia al perder la base obrera industrial, tras la exportación de la mayor parte del capital industrial a las semiperiferias, y quedar reconstituida como una aristocracia obrera integrada en las clases medias de los países capitalistas centrales, se desplegó en tres frentes para eludir el vacío resultante de poder de clase: Buscó el voto femenino/feminista, y como las mujeres son la mitad de la población a cualquier escala, con el giro feminitario, en términos abstractos, la base de masas potencial del electorado de la socialdemocracia ya estaba servida. Avanzando desde un sindicalismo antropológico en favor de un género sexual, el femenino, con sus propios riesgos existenciales físicos, en una cierta coyuntura de la acumulación, hacia un nacionalismo e incluso un separatismo de género la socialdemocracia del Occidente y sus sucursales nacionales podían capturar un 15-20% de voto estable socialdemocratizado para su base electoral. Como vimos en la parte 2 de este artículo, con el voto LGTBIQ+ lograba otro 10-15% de voto estable y extendiendo sus redes clientelares a través del uso de la porción tributaria de la plusvalía otro 20-25%… con tal electorado formado a través de la Política de las Identidades y la alianza con el capital, la socialdemocracia podía aspirar a gobiernos de mayorías incluso tras la descomposición de los proletariados industriales nacionales en los centros capitalistas.

Ahora bien, el bloque electoral socialdemócrata en los países capitalistas centrales solo podía componer una mayoría relativa local, compuesta de minorías sin otra unidad de lo múltiple que no fuera la porción tributaria de plusvalía, que la burguesía le dejaba como rentas de gestión para formar esta clase media socialdemócrata de las identidades.

Así pues, varios procesos complejos iban hipertrofiando la dialéctica de la aristocracia obrera de las identidades; a) desde la masificación del salario individual sin porción dedicada a la procreación, pasando por esto mismo a la formación de una sociedad post-sexual, b) a través de la composición de la clase media, intermediadora e intermedia, con una aristocracia obrera imperial extensa, desde los monopolios al empleo público clientelar, el funcionariado, las fracciones de técnicos y la pequeña burguesía, c) la formación de un electorado estable y de las identidades que sustituyera al proletariado industrial, d) la exportación del capital industrial y los empleos industriales al extremo oriente a la búsqueda de salarios muy bajos paralela a la gestión del capital humano sobrante mediante hechos, legislaciones y narrativas identitarias…

Como vimos, la alianza de clases entre las clientelas políticas socialdemócratas + liberales radicales (que van a la raíz de la cosificación para expandirla) + nacionalistas de género (“feministas”) + coalición LGTBIQ+, entra en crisis cuando el sector transgénero es lanzado a descomponer el sujeto físico y jurídico mujer, lo que en una alianza basada en las identidades implica la descomposición de la misma puesto que si no hay sujeto mujer no puede haber alianza LGTBIQ+ dado que las lesbianas son mujeres espontáneamente autorreferenciales. ¿Cómo es posible que las liberales radicales no se den cuenta de esto?

La socialdemocracia y los liberales, a la vanguardia de la cosificación

El problema consiste en que el bipartidismo de las plutocracias occidentales se basa en un consenso entre los liberales socialdemócratas y los socialdemócratas liberales. Los primeros son liberales lo más socialdemócratas posible (“la derecha”), y los segundos son socialdemócratas lo más liberales posible (“la izquierda”), todos ellos burgueses y de clases medias. Sus desdoblamientos (Podemos, Vox) explotan esta forma bifaz extensible y elástica para cercar de manera absolutista a la totalidad social. Pero eso es en su centro y geografía politica, en cambio, sus motores dialécticos son los liberales radicales, que integran a las clases medias en crisis de reproletarización o de búsqueda de rápida movilidad social ascendente, y a los gestores de capital sobreacumulado a la búsqueda de innovaciones sociales para valorizarlo.

Hay que preguntarse por qué se moteja de tránsfobos y no de transgenerofobos a los que tienen mania u odian a las personas transgénero. ¿Quizá porque en realidad se están refiriendo al mercado emergente de transhumanos?

Dado el complejo proceso de descomposición social y del capital durante la Robotización inicial, la mezcla política de combinación electoral del separatismo de género y del escapismo de género ya no puede sostener la base mayoritaria estable de la socialdemocracia.

Las personas gays tienen una edad media más alta, y tienden a ser más conservadoras, no estando tranquilas bajo la férula de los liberales radicales. Las lesbianas no quieren que se desmantele el sujeto mujer. La institucionalización y estatalización de la integración socialdemócrata, en la clave socialdemócrata de integración del pueblo en el estado, comienza a no agradar a la comunidad civil LGBTI real. El voto de interés material recupera espacio ante el voto de emoción identitario a medida que la crisis estructural se agudiza. Suma y sigue.

Por supuesto, un antifascismo identitario, incluso en falsete, electoralista, como lo es desde décadas, puede servir de argamasa para retardar temporalmente el proceso de descomposición de la actual coalicion identitaria socialdemócrata pero no pararlo para siempre.

Pero, por la parte de la recomposición social y, ahora, robótica y digital del capital, a la vez, la inversión en innovaciones sociales abre nuevos nichos electorales, mercados y áreas de acción política liberal-socialdemocrata.

Recuérdese que los transgéneros no son más que un caso particular de los Trans, donde la inversión en innovación social, más allá de la normalización de los travestis, transformistas y transrol de géneros, a quienes les mienten que pueden cambiar de género sexual, va a ir dejando paso a toda una panoplia de transhumanos que compran mejoras corporales… Pero, eso sí, mientras otros trans soportan la imposición de empeoramientos coroporales tras ser alienados al imprimirlas en sus organismos de manera tapada, engañosa y ventajista.

La presión clasista del capital y sus aliados ya está aquí. Trans burgueses creando trans proletarios, como en Blade Runner, subhumanizados, u orgánicamente alienados, como en los Vengadores el Soldado de Invierno, o Lobezno en los X-Men. El trasfondo actual es de trans profesionales que no son tanto personas transgéneros como cuadros socialdemócratas y liberales.

En la nueva Alianza T con que derriban y reforman por trozos el antiguo edificio de la coalición LGTBIQ+, ya está formándose una nueva alianza socialdemocrata entre el capital y la aristocracia obrera, donde el discurso anti abolicionista de la prostitución representa los miles y miles de millones del capital prostituyente, de las empresas y profesionales, inversores y nueva burocracia de los cambios orgánicos, es decir representantes del capital tecnomalthusianos como clínicas e industria química de venta de hormonas, de manipulación genética, prostitución reproductiva y explotación de infantes embrionarios, con cuadros supuestamente representantes de las personas transhenero que prefiguran ya los futuros mercadillos políticos y de mensajes de los siguientes trans, los transhumanos.

Pero antes que esto, que ya ha empezado y está despegando con fuerza, es cierto que para la socialdemocracia el nuevo bloque de poder electoral identitario transversal, de identidades performables, planificado para la fase de la Robotización, basado en Veganos + Climatistas + Trans, todavía no puede sustituir al conjunto de la coalición performada LGTBIQ+ y el separatismo de géneros, pero en su colapso la socialdemocracia al pasar aceleradamente a ir performando una identidad climática, otra trans y otra vegana, ya se sitúa a la sombra y disciplina de las inversiones en innovación social y, así, de reestructuración del aparato productor de plusvalía, a favor del proceso de reducción de población que los monopolios tecnomalthusianos promueven en esta fase de la crisis estructural y búsqueda de nueva y más intensa concentración y centralización del capital.

El poder trans proviene pues del capital archiconcentrado, que invierte expansivamente en maximizar la ganancia por medio de innovaciones sociales patentables y/o mercantilizables, y de la burocracia socialdemócrata, cuya aristocracia obrera performa un nuevo electorado estable basado en un collar social Trans + Vegano + Climático, en un nuevo desarrollo de la Política de las Identidades, y lo que pueda salvar de su red clientelar en el proceso de reproletarización desatado por la crisis.

El problema es que este mundo de chocolate que la socialdemocracia esboza para impedir el movimiento histórico aunque sea imponiendo una sociedad de castas, también se desarrolla con la emergente sociedad post-sexual, que presenta muy serias aristas y crestas que impugnan cada vez más la estabilidad que buscan los liberales, los socialdemócratas y las clases sociales que los sostienen. Pero la cuestión de la sociedad post-sexual la exploraremos en la próxima entrega de este artículo.


Baskonia 23 de julio de 2023

K. A. García-Salmones


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