IV Singularidad Histórica y Proletariado en Baskonia. El estado de la cuestión en 2019.

Procedo a publicar los materiales de la charla titulada IV Singularidad Histórica y Proletariado en Baskonia, dada en Leioa a petición de Ikasle Abertzaleak a inicios de este año 2019, (y meses después en Ordizia), tal y como me comprometí ante los oyentes.

He de señalar que la charla la redacté en un momento personal revuelto y en medio de grandes requerimientos laborales. Me hubiera gustado haber podido fundamentar estas tesis con muchísimo mayor rigor documental y con una redacción mucho más profesional, haberle podido dedicar una mayor atención. En todo caso, el contenido refleja la corriente principal de mis ideas a inicios de 2019.

¿En este medio año he cambiado alguna de estas ideas? ¿redactaría ahora de forma diferente esta charla?

En relación al texto sobre la cuestión de la no abolición del valor en la URSS sigo pensando que los bolcheviques entre 1917 y 1920 si intentaron abolir el valor. A esta cuestión le dediqué especial atención durante algunos años llegando a esa convicción hace dos décadas, pero no dispongo de los materiales clave que por entonces consulté. Especialmente había uno de Michael Löwy, creo recordar, accesible en la biblioteca obrera de Euskal Herria Sozialista (los serios de Tolosa, no el mangarrán de la red).

Sobre la antigüedad del valor ahora añadiría las pruebas de ello presentes en la historia de los filósofos pre socráticos, durante el surgimiento de la filosofía occidental que en mi opinión está completamente relacionado con un salto cualitativo del valor de cambio y del trabajo abstracto acaecido a partir de finales del siglo VIII adne., y culminado en el siglo VI adne. Tanto es así que la famosa anécdota de Tales de Mileto, el primer filósofo históricamente conocido, respecto a su especulación sobre la compra de los molinos ante la gran cosecha que preveía, ya es una prueba irrefutable del desarrollo del valor hacia el siglo VI adne. No en vano Tales era hijo de comerciante fenicio, aunque de padres refugiados en Mileto tras la invasión persa del país.

Pero no me disperso y os adjunto la charla a la que he dedicado un par de relecturas de calidad, repito, que no es lo que me hubiera gustado poder hacer.

Guión de la charla en Leioa.

  • 1) La cuestión de la no abolición de Ley del Valor por la URSS
  • 2) La megaclase social internacional existente como base de la socialdemocracia: La Clase Media
  • 3) El triunfo del Neomalthusianismo como sentido común de la izquierda en el siglo XX y sus consecuencias
  • 4) La arqueogenética y la crítica a la Ideología burguesa del “El (anti) Patriarcado”
  • 5) Crítica al concepto de Singularidad Tecnológica
  • 6) Las perspectivas de la séptima fase de la acumulación de capital robotizadora durante la IV Singularidad Histórica en Baskonia

 

La cuestión de la no abolición de la Ley del Valor por la URSS

Recientemente sacaba Kolitza a colación un debate realizado en 2016 en un artículo en Borroka Garaia titulado “La cruda realidad”, entre Agurrak y Petriko Barreno respecto a la antigüedad de la Ley del Valor. Kolitza se posicionaba con Petriko, Heinrich y, al parecer, Dussel respecto a la teoría de que la ley del valor solo funge en el modo de producción capitalista. Así lo explica Kolitza, aunque aquí lo resumo por cuestiones de economía de espacio-tiempo, podéis encontrar el texto en el artículo titulado “La cruda realidad” en Borroka Garaia Da:

FRACCIÓN DE UN TEXTO DE KOLITZA

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“La tesis de que la ‘ley del valor’ opera desde hace alrededor de 8000 años es de Engels, no de Stalin, y desde luego Marx defendía lo contrario, su carácter burgués e históricamente específico. La tesis la defiende Engels en el escrito postumamente publicado en Neue Zeit (1985), titulado Ergänzung und Nachtrag zum dritten Buch des Kapital, I. Wertgesetz und profitrate, que Engels escribe con el objetivo de sentar cátedra en el SPD al respecto del problema de la relación entre el valor y la formación de precios, tras la publicación del tercer tomo del Capital. Esta desafortunada tesis de Engels es uno de los fundamentos de desviación que el revisionismo emplea y asimila, en la última década del siglo XIX, en oposición a la comprensión del anclaje que la ley del valor tiene en la categoría de salario y la ‘relación de capital’ para el marxismo. Esta desviación con respecto a la correcta comprensión del significado de la ley del valor y de la formación del poder burgués es uno de los fundamentos heredados, después, por toda la concepción estratégica de la tercera internacional ‘comunista’, y del leninismo como doctrina político estratégica.

Engels, ya moribundo, escribe lo siguiente, en respuesta a Schmidt, Sombart y otros:

”LA LEY DEL VALOR de Marx tiene, pues, una vigencia económica general, que ABARCA TODO EL PERÍODO QUE VA DESDE LOS COMIENZOS DEL CAMBIO por medio del cual los productos se convierten en mercancías hasta el siglo XV de nuestra era. Y el cambio de mercancías data de una época anterior a toda la historia escrita y que en Egipto se remonta, por lo menos, a 3500 y acaso 5000 años, en Babilonia a 4000 y, tal vez, a 6000 años antes de nuestra era. La ley del valor rigió, de este modo, durante un período de cinco a siete mil años. (El subrayado es mío)”

La tesis de Engels confunde flagrantemente el concepto de VALOR con el de VALOR DE CAMBIO, más simple, metodológico e históricamente indeterminado, casi aclaratorio, que aparece en la primera publicación de El Capital y particularmente en el primer capítulo. El valor, o la esfera de valor, por el contrario, es la forma general que adquiere la producción social en la sociedad burguesa, en la cual la totalidad metabólica social es hegemonizada por la producción basada en el trabajo asalariado y la relación de capital: la producción de plusvalía y su acumulación a escala ampliada. El valor es la forma general de la dominación de la burguesía sobre todo el metabolismo social. La burguesía es resultado, no presupuesto, de la ley del valor, desde el momento en que el modo de producción capitalista se convierte en hegemónico y AUTÓNOMO desde un punto de vista histórico.

(… Párrafos adelante, Kolitza prosigue:)

“El propio Marx tuvo dificultades en determinar de forma histórica las categorías de la crítica de la economía política de tal manera que no fueran hipostasiadas y aplicables erróneamente a otros modos de producción o épocas históricas, está ampliamente estudiado el carácter dinámico y evolutivo de su sistema crítico (vease dussel, rosdolsky, heinrich, etc…). El objetivo de la crítica de la economía política es observar el modo de producción capitalista en su media ideal, es un trabajo de crítica históricamente específico y se agota en el análisis mismo de la formación social capitalista, a diferencia de la concepción materialista de la historia, que es una ley histórica general y de mayor alcance que la crítica de la economía política y sus leyes históricamente determinadas (como la ley del valor, o la ley general de la acumulación capitalista).”

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El problema aquí es que la crítica a la economía política no puede desentenderse de los conocimientos históricos aportados por la arqueología y la historiografía. En mi peritaje, aunque creo que Engels (si no es una mala traducción) expresa mal lo que quiere decir, pues LA LEY DEL VALOR de Marx NO tiene, pues, una vigencia económica general ni siquiera hacia mediados del siglo XVIII, hay una genealogía de la Ley del Valor, una prehistoria del valor y hasta una historia de los estadios iniciales de la Ley del Valor hasta tomar su forma capitalista definitiva. Y esta dinámica histórica del desarrollo del valor nos concierne pues no se ha terminado ni mucho menos y el rumbo que vaya a tomar en el futuro esta relación social es uno, probablemente el fundamental, de los dilemas que nos reserva el futuro. Hay que estudiarlo intensamente.

Pero, por mi parte, voy a explicar por qué estoy convencido de que la ley del valor comenzó a desarrollarse hace decenas de miles de años y hoy está ya no en su apogeo sino ya pasado el Pico del Valor, durante la etapa final de la fase imperialista del capitalismo, muy probablemente pero no seguramente del todo, en un Nom Plus Ultra, un novamás, que se va a resolver definitivamente en cualquier etapa de este siglo. Y también intentaré explicar cómo llegué a esta convicción sin conocer esta crítica a la posición de Engels, (a quien crítico, a veces amargamente, por ciertos errores teóricos de su factura, pero a quien admiro como amigo probado del proletariado).

La metalurgía en la Historia del Valor

Hace algunos años la revista Boltxe me pidió un artículo sobre Meatzaldea. Escribí un breve resumen sobre la historia de Meatzaldea en tanto sinécdoque de la historia de la minería vasca, y esta como importante hilo rojo conductor de la historia del proletariado (no solo industrial sino también campesino y esclavo) en Baskonia y en el mundo. Ocurría que los bizkainos Montes de Triano en realidad eran los montes de Traianus, a la sazón un rico propietario minero de Hispania, que llegó a ser emperador romano, y que los famosos Matxines de las matxinadas, eran en realidad matxaines, o sea, los mineros, habiéndose perdido hasta una memoria tan simple durante el capitalismo. El mito de Tartalo (de Dar+dar, aro, epoca del miedo, la espada) resultó ser del máximo interés porque según Robert Graves, con bastante base y abundante erudición, en su esplendida obra Mitología Griega, los cíclopes, (que no otra cosa era Tartalo, un cíclope, de ciclos, Circulo + OPE, ojo, Ojo Circulo,) fueron personajes históricos que se tatuaban un ojo en la frente, representando ese ojo un símbolo solar. Ese símbolo solar tatuado en la frente significaba la pertenencia al oficio de la fragua, y ser poseedor el tatuado de los secretos de la metalurgia, la cual era la tecnología de vanguardia hace cuatro mil años. Estos tartalos parecen haber empleado pioneramente esclavos en la minería para hacer los trabajos más duros de la forja, de la extracción y abastecimiento de la materia prima. De hecho, la palabra “Infierno”, parece indicar Ferro, hierro, significando pequeño recinto (in+ferro+’no’) de (forja de) hierro, o sea, lugar del horno de hierro, y sufijo diminutivo “no”.

Dicho sea de paso, nótese que estos indicios insertos de la lucha de clases antigua como fósiles etimológicos en el “Lenguaje-mundo” heredado de las anteriores generaciones y sus selecciones culturales demostraban que la mayor explotación y la más grave opresión en el Mundo Real aparecen asociadas a los avances tecnológicos y a las tecnologías más avanzadas en épocas anteriores, lo que debería avisarnos sobre el momento actual.

El Comunismo de Guerra, barrido por la Tecnología Valor

En todo caso, anteriormente a este trabajo sobre la historia de la lucha de clases en la minería vasca, ya desde la caída de la URSS venía preguntándome el por qué de su caída, partiendo de una presunción de honestidad de los revolucionarios y los dirigentes que no lograron abrir paso a la fase socialista, al contrario que lo que estaban haciendo la gran mayoría de la izquierda compuesta por los socialdemócratas, por aquel entonces como hoy, aunque también los consejistas, que sostenían que el socialismo no fue posible única y exclusivamente a causa de Stalin, los primeros, o primordialmente a causa de Lenin, los segundos, y ya está.

Especialmente los socialdemócratas, con esta socorrida argumentación, del manido e infumable argumento ad stalin, cacareando anti estalinismo triunfaban hacia un silencio nirvánico de sus propias contradicciones y, además, llegando a la mayor comodidad muelle, en lo teórico daban por zanjada toda otra investigación que no versara sobre cuánto de malvados fueron los bigotes de Visairovich.

Por mi parte, estudie la Revolución Soviética, – o de los Consejos, pues eso es lo que significa la palabra rusa Soviet =Junta o Consejo -, y estudie la historia de la URSS, según mis capacidades y oportunidades personales pero con una gran dedicación y voluntad de aclaración, a la busca de una explicación real y verdadera sobre el origen material de las limitaciones de base que impidieron a la URSS cumplir con el objetivo de desmantelar la forma estado, disolver las clases y dar lugar al comunismo. No encontré una explicación en fallas personales ni en ausencia de voluntad de los revolucionarios sino en las determinaciones históricas, concretamente en la solidez de la condensación histórica de la Ley del Valor, que no pudo ser abolida entre 1917 y 1919 por los bolcheviques, por su ineludibilidad histórico-estructural en el siglo XX en Rusia, a la sazón una periferia capitalista, un centro de acumulación de capital muy importante geopolíticamente pero de menor grado de concentración que el francés, el inglés, el alemán o el estadounidense.

Llegué a este conclusión tras la lectura de una biografía de Bujarin, de Lowy, en la que quedaba claro no tanto la falta de preparación como las reales limitaciones estructurales a la abolición de la ley del valor. No se trataba solo de que las fuerzas imperialistas que se querían hacer con los restos del Imperio Ruso estorbaban este objetivo y que con más tiempo, restado supuestamente por Stalin, esta abolición podría haberse realizado,- de hecho, al contrario, al permitir abordar este problema con la ley marcial esto podía haber ayudado a abolir más fácilmente la ley del valor -, se trataba de que abolir la ley del valor equivalía a desjironar estructuralmente la socialidad humana misma, la base económica en si.

A Bujarin, hombre del partido, filósofo y economista destacado, que detuvo al mismo Lenin en nombre del Soviet de Moscú, por las concesiones hechas por este al imperialismo alemán contrarias a los intereses de la Revolución Mundial durante la firma del Acuerdo de Brest-Litovsk, lo puso luego Lenin como juez económico durante el comunismo de guerra y como último recurso y garantía humana puesta por el partido para no caer en crímenes de arbitrariedad. Su función consistía en examinar los casos personales de los capitalistas detenidos para aclarar si había sabotaje consciente contra el proceso revolucionario y la instauración del nuevo poder o no lo había. Pero incluso con semejantes herramientas políticas de terror revolucionario, no arbitrario, no pudo abolirse la ley del valor. Finalmente Lenin y Bujarin cooperarían en la plasmación de la Nueva Política Económica, la famosa NEP, que implicaba la renuncia a corto y medio plazo a la abolición de la ley del valor.

Recordemos que Marx en el proyecto de carta a V.I Sazulich, que al parecer no envió, discurría el argumento de que Rusia podía eludir la época del capital a través del desarrollo del socialismo desde la comuna agraria rusa, porque “podía apropiarse de las realizaciones positivas de la producción capitalista sin pasar por todas sus terribles peripecias”.

Esto ha resultado ser erróneo, por un lado, aunque, por otro lado, lo ocurrido en Rusia no puede serle achacado como responsabilidad teórica a Marx porque allí, en primer lugar es dudoso que Lenin conociera ese proyecto de carta de Sazulich, y en segundo lugar porque los leninianos, tras el fracaso en la abolición de la ley del valor, esto es, en la abolición del valor de cambio incluso en el terreno por ellos controlado, por medio de la organización del movimiento económico sin el concurso del dinero y la libertad de precios, en los hechos se lanzaron a realizar una acumulación originaria de capitales acelerada, como la realizada en Inglaterra a lo largo de un siglo pero en unas pocas décadas, precisamente por la situación en que quedarían en el mercado mundial de no realizarla.

Aquí aviso; las críticas justas a Lenin y al leninismo no autorizan a lanzar toda idea de Lenin y de la III Internacional a la papelera, como se hizo torticeramente con Stalin, tirando al niño con el agua sucia de la bañera. Cada idea y acción de Lenin y los leninistas ha de ser evaluada de manera concreta y con la mayor ecuanimidad posible.

Prosigo. La acumulación originaria sovietica se plasmó como una industrialización acelerada que se realizaba superexplotando, por medio de plusvalias tributarias, al campo y, hoy sabemos, a las mujeres que fueron dejadas como un campo de pruebas masivo para la corriente neomalthusiana burguesa y de clases medias.

La URSS se vio abocada a constituir un modelo de acumulación industrializador estatista, con una burguesía específica para ello, claramente socialdemócrata. Pero, sobre todo, sobre la base de la ley del valor. La NEP fue una retirada ordenada hacia la ley del valor y la reconstrucción rápida de la infraestructura del valor de cambio destruida durante las guerras y el comunismo de guerra, y no fue solamente una demora de la posterior segunda guerra civil rusa, la guerra contra los kulaks, puesto que la superexplotación del campo constituía de hecho una impugnación del mercado mundial y sus precios medios, insostenible a largo plazo, pero urgente en los años 1930 para culminar la industrialización del nuevo poder bolchevique.

En todo caso, la acumulación originaria soviética fue planificada, realizada por la burguesía interna y de tipo desarrollista, como ese modelo se exportó, ha acelerado el desarrollo expansivo del capitalismo en todo el mundo, es cierto, pero se ha plasmado también como un desarrollo de las fuerzas productivas lo cual al contrario de lo que manifiestan algunos consejistas anti leninianos no es una cuestión fácilmente despachable.

Volviendo de esta disgresión ¿por qué no pudo abolirse la ley del valor? El ánimo de lucro, pero no únicamente pues también la ciega búsqueda de la equidad en el intercambio, del campesinado ruso lo impidió, la imposibilidad de organizar la base social material fuera de la Tecnología Dinero y sus mediaciones frenó al socialismo en la revolución soviética, que prosiguió desarrollándose pero ya como una revolución estatista modernizadora, dejando algo más que muchos pelos en la gatera.

La conclusión de mis estudios de esos años posteriores a la caída de la URSS en 1989, hace ya 30 años, es que la ley del valor, sin cuya abolición material no hay socialismo, no requiere para realizarse únicamente una abolición simple. Suprimirla no consiste en derrocar un poder y ya está, o hacerse clase dominante el proletariado y ya está, tomar el poder en un sistema de fábricas y ya está, o decretar el final del dinero y ya está… La desgracia o la fortuna del proletariado es que su revolución tiene que superar o culminar en su totalidad el desarrollo histórico del valor, que tiene efectivamente una antigüedad de al menos siete mil años (pero hay indicios de comercio y producción para el comercio ya hace 12.000 años). En este asunto, nos guste o no, entramos en palabras mayores.

Como vemos, varias lineas problemáticas, de investigación, de contradicción y búsqueda iban confluyendo en la cuestión de la formación del valor de cambio. Recordemos que Marx hizo su análisis lógico de la formación histórica del dinero abstractamente porque no disponía de recursos historiográficos verídicos – o al menos a la altura de los que contamos en la actualidad – para aclarar su surgimiento concreto, datarlo, y demostrar esa formación científicamente como hecho histórico, pero a la formación del dinero (y del valor de cambio, que es la base de la ley del valor, como la tierra lo es de las cosechas) no se le puede renunciar a documentar científicamente su proceso histórico como realmente y no solo lógicamente fue.

La Ley del Valor, ya impulso histórico en la filosofía griega

Recuerdo que estudiando la historia de la minería vasca me interesó el mito del Rey Midas que todo lo que tocaba se convertía en oro. Hallé que este mito, del siglo VII antes de nuestra era, hace 2.700 años, como a unas 140 generaciones de distancia, ocultaba la historia de un proceso inflacionario. Resulta que el rey de Lidia, Midas, encontró unas arenas auríferas en el rio Pactolo que aumentaron el circulante en Lidia pero no el valor real, esto es, el valor trabajo contenido en las mercancías circulantes, de forma que el principal medio de circulación aumentaba, a la sazón pepitas de oro, pero no el valor trabajo contenido en él.

Los comerciantes inflacionaron los precios para captar la mayor parte posible de rentas produciéndose un hambre en las ciudades frigias precisamente por el aumento del medio de reserva de valor y de circulación asimétricamente al incremento real del valor-trabajo y la masa del resto de las mercancías circulantes. ¿Qué significa la imagen literaria de mito en que todo lo que toca Midas se convierte en oro? Quizás que acuño moneda para controlar el valor de cambio y el valor, como haría medio siglo después el rey Giges de Lidia. y en esta situación, el rey Midas, dando un paso adelante a partir del cobro de tributos, se vio obligado a inventar la estatización del dinero, o sea la moneda estatal, el señoriaje monetario, acuñando y sellando monedas de oro de obligada admisión y exclusiva utilización como medio circulante que, al parecer, distribuía únicamente entre sus soldados como pagas, forzando así también a las mujeres a sometérseles para poder sobrevivir por disponer ellos de esos medios de pago exclusivos. (La metáfora del mito de Midas de que todo lo que tocaba se convertía en oro aludiría pues a la identificación popular de un salto cualitativo de la cosificación humana al caer dentro de la tecnología valor.)

Pero, en todo caso, con otras palabras, la instauración estandarizadora de la forma moneda del dinero habría sido una militarización económica del valor trabajo para organizar y restringir la libertad de precios, una lucha de clases. Estamos ante una de las primeras formas de la Ley del Valor, y no unicamente del valor de cambio.

Por cierto, la palabra moneta parece provenir de unos pinchos de metal que se repartían a los fieles para pinchar la carne asada de los sacrificios rituales en los templos de la Grecia Antigua. Pero otros la adjudican al significado de monere, avisar, aplicándose este significado en el templo de Juno Moneta, que era el templo de la Colina Capitalina de Roma, donde se guardaba el oro de la ciudad, por estar en un lugar seguro y fácil de defender. Ese templo fue sitiado por una incursión de celtas, dando lugar a la famosa anécdota de las simpáticas ocas sagradas.

El interés por el oro que manifestaron los celtas que asaltaron Roma en 390 a.C., e intentaron escalar por un acantilado de la Colina Capitolina donde se guardaba el oro de Roma, o sea, el oro de los patricios romanos representando trabajo alienado a los campesinos del Lacio por medio de imposición de tributos, adjudicación de deudas y robos de saqueo cometidos en las ciudades vecinas, que era lo que buscaban en Roma los galos, sin conseguirlo, es lo que hizo que mantuvieran el cerco de la fortaleza capitolina y exigieran que se les diera oro para levantar su sitio, dando lugar al famoso “¡ay de los vencidos!” dicho por el jefe galo Breno, mientras pesaba los supuestos 380 kilos de oro de rescate por evacuar la ciudad que se les pagó a los galos. Pero lo que los galos querían era en realidad el valor de cambio que contenía este, y así el excedente internacional intercambiable y obtenible a cambio de ese oro, ese dinero. Ese valor de cambio contenía trabajo abstracto y representaba su correspondiente contravalor en el mercado internacional, y por tanto implicaba la existencia de una sociedad del valor ya desarrollada; la el Mundo Clásico de la Cuenca del Mediterráneo.

En estas condiciones no se puede aducir alegremente que no existía de ningún modo la ley del valor antes del capitalismo industrial, cuando existía un mercado internacional, un dinero internacional y un excedente internacional y no meramente nacional ya hace 2.390 años.

O al menos, más allá de la dinámica especial que cobra efectivamente la ley del valor en el capitalismo, que esta fuera de toda es especial, funciona como bien describe Kolitza de un modo que no funcionaba y muy distinto al proceso del valor de cambio en la Edad de Hierro, pero inmerso dentro de su genealogía y con elementos de identidad indiscutibles, en este peritaje del funcionamiento del oro como demostración de la existencia de la ley del valor fungiendo ya en esa época en un estadio primitivo de su desarrollo.

La ley del valor se expresaba, además de por el comercio marítimo internacional, por medio de los intentos de obtención de los mejores medios militares en la competencia por alienar el excedente internacional generado en el mercado mundial, y no todavía por producir las mercancías más baratas, y desarrollarse a través de la reducción de la plusvalía relativa y la lucha por los mercados.

Perspectivas de desarrollo de la Ley del Valor, cinco mil años despues de su primera eclosión

Volviendo a la cuestión de la URSS, con todos estos materiales en mi cabeza, mi conclusión fue que en la URSS había que abolir cinco mil o más años de desarrollo humano y no meramente un último estadio del capitalismo enderezando el desarrollo humano hacia un progreso, socialista, con rostro humano. He de añadir que en todo el siglo XX no se ha logrado en ningún lugar en que haya habido una revolución socialista, – sin olvidar que al parecer hoy en día el 65% de la población mundial se rige por gobiernos que se declaran socialistas o que así se han declarado en la constitución de su independencia estatal -, ni se ha logrado superar al capitalismo aboliendo la ley del valor, aunque en mi opinión SÍ se ha intentado y, además con todas fueras disponibles, o sea que es incierto que no se logró abolir la ley del valor por traiciones y dejaciones ni por incapacidades sino que no se logró imponer esa abolición por imposibilidades histórico estructurales concretas.

¿Qué pienso ahora? Que la ley del valor trabajo no puede ser superada hasta que el imput de tiempo de trabajo humano por unidad de producto sea tan ínfimo que ya ni siquiera sea rentable medirlo, surgiendo una capa informacional intensiva y extensiva como nuevo desarrollo en subsunción de la capa del valor, que ya no sería valor sino otra cosa, cosa imprecisa que nos concierne centralmente pues esto está directamente conectado con un determinado grado de automatización alcanzable y es el problema de los problemas, la cuestión de las cuestiones, la contradicción de las contradicciones de escala antropológica hacia las que nos dirigimos, o más bien, a las que estamos arribando.

Supongamos que la cuota de explotación llega al 99%, (en media, el 99% del capital mundial ha de ser invertido para sufragar el capital constante y el 1% el capital variable) la tasa de ganancia es próxima a cero pero su masa es inmensa, la desvalorización de la fuerza de trabajo, incluso gran parte de la capitalista o del salariado de guardia, cuasi completa y el abarrotamiento de capitales tan intenso y saturante que incluso destruyendo capitales en continuo no se evitara su desvalorización general. Este derrumbe por techo de desarrollo alcanzado podría postergarse acuñando o imprimiendo moneda, vivificando así el valor de cambio con una lluvia continua de inflaciones de toda laya encubiertas y deflación salarial estructural, y sosteniéndose así la ley del valor y el poder burgués, pero apuntando esas acuñaciones como deuda para disponer de palancas de explotación a futuro, de tipo tributario, y no generar desincentivos morales, que es lo que grosso modo siguen haciendo desde 2008 los capitalistas en todo el mundo, pero ¿y si ya ni siquiera funcionara esa medida?

En esa situación estaríamos, a diferencia de lo ocurrido en Rusia, en una situación favorable para abolir el dinero, la ley del valor y el valor de cambio. No antes, pero esa situación revolucionaria, – que a quienes no gusta la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, sobre todo funcionarios, pues la plusvalía tributaria también colapsaría al contrario de lo que nos cuentan sobre que existe un capitalismo viable continuamente extensible basado en la manivela de hacer dinero y completamente independiente del mercado mundial -, esa situación revolucionaria puede producirse en cualquier momento de este siglo. La contradicción se centra ahora entre el señoreaje monetario y el mercado mundial, más concretamente, entre la oligarquía globooligopolista, centrada en los EEUU pero presente en una red de urbes globales, y el resto del mundo, incluyendo los EEUU como imperio para si.

Esta contradicción o se decanta hacia el señoreaje, conduciendo a una regresión, quizás incluso de las fuerzas productivas, o se decanta hacia el mercado mundial, introduciéndonos en una verdadera revolución de las fuerzas productivas incomparable a casi todo lo ocurrido anteriormente, una verdadera singularidad histórica, enormemente peligrosa. El estallido de la crisis que determine la nueva síntesis superadora de esa contradicción puede ocurrir en cualquier momento de este siglo, incluso en la siguiente década, mañana o en 2040 o en 2080, y hay que estudiarlo profundamente porque esta crisis del capitalismo es la crisis de 7000 años de desarrollo humano, puesto que la crisis de la ley del valor es la crisis del valor de cambio.

Como vamos a ver en los otros cuatro bloques de esta charla, hay varios procesos del desarrollo humano lanzados a una aceleración que nos concierne y nos marcara e impondrá tareas que desbordan los paradigmas analíticos con los que contamos para afrontar individual y colectivamente nuestro tiempo histórico y la superación de nuestra condición de proletarios sin pasar por ello a ser aristocracia obrera, clase media, o burguesía, como les ha ocurrido hasta ahora a todas, sin excepción, las vanguardias proletarias, ora comunistas, ora socialistas, ora anarquistas, que han existido.

Y es que, no solo la ley del valor no pudo abolirse, en ningún proceso revolucionario del siglo XX, ni comunista, ni socialista ni anarquista, es que además tampoco el proletariado, aunque luchara continuamente, pudo conducirse a sí mismo prácticamente en ningún proceso, a pesar de que Marx sostuvo que la liberación del proletariado habría de ser obra de si mismo.

Aquí mi opinión es que la revolución la hizo otra clase social, que esbozó su propia teoría e intentó usurpar el marxismo al proletariado, habló de la clase media, y a esta cuestión le dedico el siguiente bloque de esta charla.

 

La megaclase social internacional existente como base de la socialdemocracia: La Clase Media

Vaya por delante que durante 20 años he negado radicalmente la existencia de una clase social denominada “clase media”. Pero desde 2011, durante la desconstrucción de los restos de la Unidad Popular de EH para formar el partido de izquierdas de la clase media vasca, EH Bildu, y luego con el asombrosamente cínico y fraudulento surgimiento y auge de Podemos, sin hablar del no derrumbe de Syriza tras su clamorosa estampida post referéndum de rechazo al memorando de la Comisión Europea, tuve que rendirme a la evidencia. Así me vi obligado a realizar un cambio de paradigma analítico de la lucha de clases que se reflejó en una serie de artículos en Irteen.net, y algunas notas a día de hoy no publicadas.

Hará algo así como un año Iraitz me pidió que preparara algún material de estudio sobre la clase media, pero esta petición me apabulló porque me pareció una tarea desbordante, ya que no se trataba de redactar una serie de artículos de crítica política a la clase media sino de hacer una fundamentación teórica rigurosa y metódica de su existencia. Aunque no pude abordarlo en su momento, de todos modos, dediqué a ello una parte de la capacidad de atención y concentración que aún me queda, y lo que os presento es el resumen del borrador que preparé en esos meses, adaptado a la situación de la lucha de clases en que nos hallamos en la actualidad.

Comencemos:

Solo hay dos clases fundamentales en el capitalismo. Una es el proletariado, esto es, el conjunto de personas que no poseen ni medios de producción ni capital (directivo o en propiedad), o sea, que no poseen más que su fuerza trabajo poco potenciada (o poco capitalizada) y han de intentar venderla a los propietarios de capital para sobrevivir. Otro es la burguesía, que posee capital (directivo o en propiedad) y por tanto sus circunstantes pueden comprar a cambio de un salario la fuerza de trabajo de los proletarios e incluso de otros capitalistas para introducirla en el ciclo de la reproducción ampliada D-M-D’ (Dinero -Mercancia -Más Dinero).

La cuestión de las clases sociales fundamentales, a pesar de su apariencia ciertamente simple, en su dialéctica real es altamente compleja porque entre los poseedores de fuerza de trabajo están los proletarios que consiguen venderla en torno a un valor suficiente para su reproducción biológica y social, (proletariado estable o sector empleado del proletariado), quienes la venden por debajo de su valor (proletariado inestable o sector subempleado de la fuerza de trabajo, o sobrepoblación relativa) y quienes ni así consiguen venderla, dadas las condiciones estructurales de la dinámica de la acumulación de capital, (proletariado sobrante, ejército de reserva industrial, sector desempleado del proletariado o sobrepoblación estancada).

Pero es que, además, en la corriente y clase contraria, entre los poseedores de capital (directivo o en propiedad) están quienes alquilan capital (rentistas) a ciertos trabajadores, que en último análisis son capitalistas en funciones, para que lo pongan a producir valor del que extraer plusvalor, y están quienes organizan a un nivel superior esas transacciones para que se hagan posibles y así la acumulación de capital prosiga (oligarcas). Por supuesto, esos trabajadores, que son capitalistas en funciones, a su vez, contratan a otros trabajadores para que les ayuden a producir valor y extraer la mayor cantidad posible de plusvalor. Hay pues diversidad interna en las figuras de relación social que constituyen las clases del capitalista y el proletario.

De sí, las dos grandes clases sociales, el proletariado y la burguesía, constituyen una unidad y lucha de contrarios que se explaya como una dinámica fluida con rica variedad de alternativas, de forma continua, en una dialéctica de Seis Sectores Interactivos, tres por cada clase, en permanente alianza y choque entre si al interior de cada clase y entre estas.

Estos sectores son los Sectores Empleado, Desempleado y Subempleado del proletariado y los Sectores Oligárquico, Rentista y en Funciones de la burguesía.

A esto lo llamo la “dialéctica de los seis sectores interactivos de las dos grandes clases sociales mundiales fundamentales”.

Y esta dialéctica, en sí misma, debido a la movilidad social ascendente o descendente continua de las fracciones de cada sector de clase, dependiendo del ciclo industrial y las fases de la acumulación, las diferencias geográficas y cambios regionales de centros y periferias, crea una Zona Indeterminada Temporal Entre las dos grandes Clases Sociales, o, permítaseme la licencia de este acrónimo: la ZITECS.

Por tanto, el núcleo principal de la lucha de clases en la época del capitalismo produce una lucha de clases en la que esta muestra una polifonía de luchas de clases internas a cada clase y concatenaciones de sectores y fracciones de sectores de una clase con sectores y fracciones de otra clase, formándose alianzas de clases-sectores-fracciones de la mayor complejidad social, política y cultural.

En todo caso, hasta aquí hemos visto factores sociales temporales intermedios en esta dinámica dialéctica de la producción, pero no hemos visto nada que podamos denominar “la clase media”. Y es que ocurre que esas relativamente numerosas fracciones de clase y sector de clase, o subclases, en situaciones de transición, a medio camino de una y otra clase social fundamental o en tránsito entre ellas, y en rica movilidad social interna ascendente o descendente en el interior de ellas, a veces en lucha por ser reinantes en una u otra clase fundamental o por seguir siéndolo, son solo coyunturalmente fracciones de las dos grandes clases sociales fundamentales en posición de tránsito, pero no clases reales. No es la posición estructural sino el estado dinámico de la posición relativa lo que las convierte temporalmente en intermedias.

Sin embargo, sí hay clases estructuralmente intermedias.

Las clases intermedias.

Constituida en esa complejidad, toda la formación social capitalista, que hoy es globalmente dominante y ampliamente mayoritaria, está produciendo plusvalor, pero, además de las dos clases sociales fundamentales, resulta que sí hay un conjunto de figuras productivas sin capital, también de gran complejidad, que terminan desgranándose en un conjunto muy variado de posiciones sociales intermedias e intermediarias estables en el aparato productivo, resultando que entonces tenemos que concluir que, además de las dos grandes clases sociales fundamentales y el conjunto de sus subclases o fracciones constitutivas en posición social relativa temporal intermedia, o en transito, existe una amplia serie de otras clases sociales, es decir, de otras clases sociales reales cuya parte gruesa se encuentra en posiciones estructurales intermedias pero de manera estable e incluso con posición social relativa intermediadora.

En este conjunto, entre estas clases sociales reales, están los técnicos, cuyo trabajo asalariado cualificado permite disponer no de capital pero si quizá de un capitalito. Están los funcionarios, en el aparato organizativo estatal, que no tienen capital pero si un conjunto de derechos sociales y laborales que son algo más que su fuerza de trabajo y, además, intermedian. Está la aristocracia obrera, cuyo papel político de organización de la intermediación o colchón entre la gran política de la burguesía y la del proletariado le otorga un papel especifico ante los ofertantes de fuerza de trabajo no capitalistas, que deviene en la disposición de algo más que su fuerza de trabajo, además de su posición intermediadora. Y está la pequeña burguesía artesanal, que no vende su fuerza de trabajo, sino el producto de su trabajo, lo que a veces es algo más y a veces es algo menos que un salario devengado por la venta de su fuerza de trabajo.

Esta masa de clases sociales reales ni es pequeña, (porque en las vastas regiones centrales de la geografía de la acumulación de capital, – que sigue un movimiento permanente de concentración, centralización y expansión para superar la tendencia decreciente de la tasa de ganancia inherente a la dialéctica del capital -, la suma de las personas y familias adscritas a estas clases sociales suele reflejar un gran desarrollo,), ni es pequeña, digo, ni es amorfa, pues tiende a tomar forma política entrelazada en torno a los atractores de los dos polos políticos opuestos y antagónicos que constituyen las dos clases sociales fundamentales, – el Proletariado y la Burguesía -, y a filtrar su subjetividad intermedia en la enmarañada dialéctica interactiva de los Seis Sectores Interactivos de las dos grandes clases fundamentales, chocando y cooperando, y de si repleta de espacio-tiempos de choque, de unión temporal e intermedios.

Como vemos, hasta aquí, aunque se observe la existencia de enormes espacios-tiempos y posiciones sociales relativas y absolutas intermedios, intermediarias y en ambas situaciones a la vez, no puede sin embargo sostenerse la existencia de ninguna clase real que podamos denominar “la clase media”.

La lucha de las dos grandes clases es una unidad y lucha de contrarios.

Es fácil entender que esa misma complejidad de las clases y las composiciones de las clases, es una importante causa por la cual la guerra civil permanente de tipo insostenible y permanente no se impone en las formaciones sociales capitalistas. Pero este no es el único motivo para que ello no suceda, pues ocurre que el capital y el trabajo, o, más exactamente, la burguesía y el proletariado son interdependientes. Su lucha se desarrolla dialécticamente en una unidad y lucha de contrarios.

Así, si el capital no desarrolla las fuerzas productivas, si no eleva en cualidad y cantidad y perfecciona la producción material de la forma más permanente posible, y no únicamente su masa de plusvalor alienado, inmediatamente el proletariado necesita desbordarlo, pero, a la vez, si lo hace, si desarrolla las fuerzas productivas, el proletariado no puede enfrentarse a su poder político hegemónico sin oponerse a su propio desarrollo vital. Subestimar este efecto estructural seria erróneo.

Por poner un ejemplo, recordemos que hace menos de veinte años quizás solo 50 millones de personas en el mundo disponían de teléfonos móviles, no smartfones, hoy quizás más de 3000 millones de personas, cantidad que se incrementa constantemente, tienen teléfonos móviles, de los cuales 2.000 millones son smartfones, teléfonos inteligentes repletos de nuevos valores de uso, fenómeno que sigue en crecimiento a un ritmo impresionante. Y esto, entre otros indiscutibles logros capitalistas, pues esto es un logro capitalista nos guste o no reconocerlo – que conviene no soslayar ni ocultar – en el desarrollo de las fuerzas productivas, ha tenido unos réditos políticos inmensos para la reproducción política de la subordinación del trabajo proletario, de si estructural, al desarrollo del capital, y su legitimación.

De modo que entre el proletariado y la burguesía hay lucha de contrarios, pero simultáneamente hay también unidad de contrarios… mas esto no nos aclara nada respecto a sí la clase media existe realmente como tal, como una clase social real, y por lo tanto si está justificado materialmente en la realidad emplear esa categoría específica.

La clase media

En esta situación dinámica estructural, marcada por la complejidad, el amplio conjunto de fracciones, sectores y clases sociales intermedias y/o intermediarias existentes se reparten entre dos polos opuestos que a su vez orbitan el uno respecto al otro dispersos en sectores, subclases y fracciones, y allí se mueven al rebufo del estado a corto, medio y largo plazo de la lucha y la unidad de contrarios permanente entre la burguesía y el proletariado, lucha sin la cual simplemente no existiría el capitalismo sino otro modo de producción, todo lo cual, a su vez, es mediado, como hemos visto, por la determinación estructural del estadio de desarrollo concreto del capital mismo como acumulación en proceso, las formas concretas de sus fases históricas, y de las coyunturas de estas, o ciclos industriales.

Las observaciones, sin embargo, demuestran que la clase media existe como clase para si, por mucho que se pueda afirmar que no es una clase social fundamental, y por mucho que, prima facie, se nos aparezca como una serie de entidades dispersas, y es que el conjunto de clases intermedias situadas en el aparato productivo entre el proletariado y la burguesía, a determinado grado de desarrollo de la producción capitalista, convergen en una política para si, a partir de su posición peculiar en la lucha de clases y la geografía del capital, en lo que respecta a la totalidad social en movimiento, tomando una posición política arbitral donde predomina la lucha de contrarios y una posición social organizadora de la unidad donde predomina la tendencia a la unidad de contrarios, en un topos intermedio, e incluso central en la relación capital/proletariado. O, – y esto es importante saberlo a tiempo -, lo contrario. Esto es, tomando una posición azuzadora de la lucha entre las dos grandes clases sociales fundamentales y desorganizadora de la unidad y lucha de contrarios cuando no le conviene la situación alcanzada a su posición intermedia.

La república democrática burguesa y sus implicaciones

Esto Marx en la genial crítica que realizó al acuerdo partidario que significaba su ruina política, el Programa de Gotha, demostró que lo entendía, y esta conclusión se desprende de las implicaciones de su crítica al desvió de los comunistas desde la defensa de la lucha por el socialismo hacia la defensa de la lucha por la república democrática.

No hacía Marx su crítica a la entrega del proletariado a la causa de la república democrática porque considerara que la república democrática fuera un leviatán sino, precisamente, porque comprendió que el interés principal del proletariado era superar al capitalismo y la república democrática es su forma superior de dominio y estabilización.

Esta cuestión política es esencial; el proletariado no puede derribar las repúblicas democráticas burguesas sin tener factores de superación de la contradicción en que se desarrolla como conjunto de seres reales que viven en la historia, con la burguesía, en unidad y lucha de contrarios, ya que ello podría significar ponerse en peor posición aún de la que está, pero reforzarlas equivaldría a admitir per secola seculorum su sometimiento a la explotación y la marginación del capitalismo que aquella asienta, aunque de buenos o mejores modos que el bonapartismo.

Esto significa que si derribamos al capitalismo sin existir todavía factores consistentes suficientes de su superación, el edificio que se nos cae encima nos aplastará, haciéndonos retroceder siglos o milenios de desarrollo humano progresivo, pero si le reforzamos, apoyando las repúblicas democráticas burguesas, cerramos el paso precisamente al desarrollo de esos factores consistentes de superación de la explotación y la marginación de una amplia porción, sino la mayoría, de la humanidad.

A esta contradicción Antxon Mendizabal, que impartió clases de economía e historia en esta Universidad, la comparaba con la situación de Espartaco ante las puertas de Roma, cuando, militarmente triunfante, Espartaco hubo de girar el ejército y ponerlo a merodear por las tierras italiotas sin otra alternativa que la huida de Italia. Se trata de que Espartaco podía organizar la producción pero una producción esclavista, que era precisamente aquello contra lo que luchaba. Más difícil todavía, el proletariado se encuentra normalmente en una situación comparable a la de un Sansón atado a las columnas del templo de los filisteos, pero en cuyo interior estarían no solo todos los capitalistas sino también todos los proletarios. Por esto no es extraño que el proletariado solo salga motu propio frontal y directamente a la palestra de la lucha de clases en muy pocas ocasiones, no por desidia ni por inexistencia o por alienación sino por las condiciones histórico materiales reales en que vive y se desarrolla, contándose entre esas salidas a la palestra, las más numerosas, a las movilizaciones defensistas, a continuación los pronunciamientos constituyentes generales de cambio de modelo de acumulación de capitales, y luego, más raramente y normalmente en situaciones extremas, como en Paris en 1872, en Alemania y Rusia en 1917, y en Barcelona en 1936, con las intentonas revolucionarias.

Las dos grandes clases en si

Como vemos, la vida política oculta del proletariado no es estructuralmente más afortunada que la vida política oculta de la burguesía, puesto que también aquella si destruye al proletariado desaparece como clase, pero si le permite desarrollarse políticamente a partir de sus intereses como clase en si, también desaparece.

Esta determinación como unidad y lucha en la contradicción mundial fundamental se viene resolviendo mediante una impresionante tendencia al continuo desarrollo de las fuerzas productivas. Y en las condiciones materiales reales que se han venido concretando a partir de esa resolución de la unidad y lucha de contrarios entre el proletariado y la burguesía, de este motor histórico del movimiento de lo real, es en las que se ha venido formando, a lo largo de dos siglos, apoyándose, a la vez, en el alargamiento de la escala de la división social del trabajo, un creciente carácter para si de la convergencia de las clases, sectores y fracciones intermedias, hasta constituirse en una gran clase real (no fundamental) para si, con la ventaja relativa y con caducidad de que no tiene las trabas y limitaciones políticas estructurales de las dos grandes clases sociales fundamentales mundiales.

La gran clase para si, la clase media

Efectivamente, resulta que debido a las determinaciones limitantes causadas por el carácter de unidad y lucha de contrarios de su contradicción ni la burguesía ni el proletariado mundiales pueden ser clases para si, son clases en si, y en el momento y lugar en que comienzan a ser clases para si dejan de ser clases en si.

Dado que las clases medias no están mediadas directamente, en tanto clases en sí, por la unidad y lucha de contrarios, no tienen este problema de las restricciones estructurales del carácter de clase para si que afecta a las dos clases grandes clases fundamentales, y tampoco podrían, a priori constituirse estructuralmente en una clase fundamental, pero por su misma posición de convergencia de subclases en el aparato productivo, a medida que se desarrollan en combinación con el aparato productivo, surge su convergencia política nuclear de tipo ‘clase para si’ tendiendo a constituirse en una clase mundial, arbitral, organizadora, en unos contextos históricos, y azuzadora y desorganizadora en otros.

La contradicción de la clase media con la contradicción proletariado / burguesía

Muchos se preguntaran, ¿y qué tiene de malo esto? ¿acaso no es mayormente funcional en último análisis al desarrollo de las fuerzas productivas? Lamentablemente, esta solución pleniparcial a la contradicción mundial entre las dos grandes clases sociales mundiales, la formación de una clase social real para si mundial intermedia, normalmente socialdemócrata, es una parte crucial del problema porque osifica la contradicción.

La contradicción mundial de tipo de unidad y lucha de contrarios entre las dos grandes clases sociales mundiales, para ser superada debe ser abordada como una superación estructural y cuando ya existen factores reales suficientes de superación, no basta con una crítica a que se unen y no luchan o a que luchan y no se unen, que es el territorio en que se mueve como pez en el agua la clase media.

Por otra parte, está el problema que veremos a continuación de los costos humanos que acarrea la sostención de este equilibrio de una socialidad hegemónica de clase media, cuando para superar al capitalismo y a la sociedad de clases hay que superar la formación continua de sobrepoblación relativa, sin fascismos encubiertos al interior de las repúblicas democráticas como por ejemplo el de simplemente quitarse de encima el problema impidiendo que se reproduzca la población proletaria interna (y desarrollando el imperialismo demográfico a lo externo), sino disponiendo de aquello a lo que alude la noción de socialismo/comunismo/anarquismo, que es algo cualititativamente distinto a una red internacional de repúblicas democráticas basadas en clases medias convergentes en una simpática ciudadanía mundial o en feroces luchas entre naciones de clase media, – o aspirantes a ser nacionalmente mayoritariamente de clase media -, por el excedente internacional.

La parte positiva de la imposibilidad del proletariado de ser clase para si

Pero supongamos que estoy equivocado. Y sí, el proletariado, es decir la clase obrera explotada y marginada, sí puede ser una clase para si. Si esto es así, entonces puede prescindir de los capitalistas y de las clases intermedias, esclavizarlos y ponerlos a construir el socialismo. Pero al constituirse en clase dominante simplemente habrá transpolado los polos que constituyen la unidad y lucha de contrarios de la contradicción mundial principal. Ha dado la vuelta a la tortilla, pero la tortilla sigue allí, y el que los antiguos capitalistas y los medianistas sean ahora los proletarios y los antiguos proletarios sean de pronto los capitalistas y los medianistas no ha resuelto de una forma superadora la contradicción, de forma que el proletariado simplemente sigue existiendo, al igual que la clase dominante, solo que esta ahora es nueva. No, el proletariado no puede ser una clase para si.

Como la contradicción sigue, la unidad y lucha de contrarios sigue, y otra vez tiene que surgir, de nuevo, una convergencia de figuras intermedias que se constituyan como clase media, esto es, como clase para si. El resultado es que si el proletariado realmente pudiera ser una clase para si nunca podrá dejar de ser clase en si, aunque – y por muy positivo que ello sea – estos o aquellos proletarios particulares se libren de estar atados a las cadenas capitalistas.

Pero de hecho el proletariado nunca puede ser clase para si, una clase que solo puede ser una clase que no acumula para si en consciencia de clase, y una clase que solo puede acumular en factores de superación del capitalismo, en factores de superación de la unidad y lucha de contrarios en que se encuentra encadenada con cadenas más firmes que las anclas de acero de un navío monstruoso, que todo esto sea así, no es un hecho histórico negativo. Al contrario, acumula en consciencia de la realidad y de la necesidad de su superación comenzando por la superación de la explotación, de la marginación y de la existencia de las clases. Pero no lo hace de cualquier manera, pues precisamente al no ser para si la consciencia de la clase, la consciencia de su contenido esencial, es universal, no particular.

Inmediatamente vemos que precisamente es por el componente necesariamente revolucionario de la superación de aquello por lo cual el proletariado es clase en si aquello por lo que no puede ser clase para si, lo que marca la diferencia como clase fundamental con la clase media como clase real y clase para si. Y, a continuación, comprendemos que la conciencia de clase media para si es la que sustituye, y lucha por sustituir, esta consciencia más universal.

Esto significa que no estamos meramente en una unidad y lucha de contrarios sino, más vastamente, en una trialéctica en que no solo la burguesía organiza la maximización de la explotación del proletariado sino que también las clases medias (funcionarios, pequeña burguesía, aristocracia obrera y fracciones de técnicos) tienen una política para si que tiende a expropiar la política del proletariado en si y a transformarla en política para si de la clase media, al par que el aumento de la masa de plusvalía. Se basan para ello en la forma de república democrática, que funciona especialmente bien en los países capitalistas centrales, hoy con gran desarrollo de la composición orgánica del capital, avanzada media de edad de la fuerza de trabajo, y un alcance proporcional incluso mayoritario de las clases medias en el total de la población.

Pero también se basan en que las fracciones más conscientes para si del proletariado en cada fase histórica de la acumulación, que normalmente se han constituido en vanguardia del proletariado para resolver sus problemas concretos, al constituirse en clase obrera para si se constituyen en realidad en clase media. Esto significa que las clases medias expropian al proletariado en si su estrategia histórica con su política de clase obrera para si en cada nueva fase de la acumulación, rindiéndosela al capital y ampliando su colchón social y cinturón político de apoyo, y el desarrollo de su ideología.

Por tanto, la vanguardia proletaria siempre que se lance a una política para si dejara de ser vanguardia del proletariado para constituirse en clase media para si. Esta dinámica estructural puede ocultarse e incluso endulzarse con la estomagante táctica capitalista de la constitución de repúblicas democráticas, pero es realmente negativa para el proletariado por cuanto a cada generación sus vanguardias se transforman en capital humano directivo potenciando brutalmente la nueva acumulación y la renovación burguesa, a través de convertirse en las nuevas clase medias.

En algunos países, como por ejemplo los escandinavos ocurre que la suma de la burguesía y la clase media es mayoritaria, e incluso en países como el nuestro, Baskonia, esta misma suma se aproxima y supera un tercio largo de la población, con lo que cooptando a una pequeña parte del proletariado le basta para disponer del apoyo tácito y fáctico de la mayoría de la población.

Pues bien, esto es también aquello por lo cual un movimiento proletario en las regiones imperialistas del capital no tiene por qué ser ni debe ser democrático, – y recordemos que la democracia es la subordinación de la minoría a la mayoría -, cuando esta subordinación exige la consunción de la minoría, su reducción a ser mero combustible humano de la acumulación de capital y sus beneficiarios y combeneficiarios, incluso aunque no fuéramos como somos la mayoría social mundial, tenemos que oponernos frontalmente a ella dado que sin suprimirla nunca se podrá lograr la superación de la explotación y marginación del proletariado mundial y nacional, y las ignominias de la reducción de los seres humanos a meras cosas, o menos que cosas, que han nacido y existen para garantizar la acumulación y las rentas reales de la burguesía y las clases medias, dando igual que esta situación sea embellecida con los vistosos ropajes de las repúblicas democráticas. .

Pero ¿cómo oponerse a las clases medias y su política para si, continuamente reforzada por nuevas cohortes de vanguardias de proletariado transtornado en para si? Lo primero que hemos de hacer es una crítica radical a lo existente empezando por una crítica radical al concepto “izquierda”, que hoy significa la unidad sin lucha de contrarios entre la clase media y el proletariado, una unidad popular en la que la hegemonía está marcada por los intereses de estas clases medias en permanentizar las repúblicas democráticas, mantener la acumulación de capital y perfeccionar la explotación, dotándole de un rostro humano.

Recordemos que tanto Proudhon como Lassalle fueron portavoces teóricos de la clase media, no solamente políticos reformistas. Y por ello nos encontramos con izquierdas lassalleanas y prodhounistas contemporáneas, a las cuales la cuestión proletaria combinada al marxismo les da grima cuando no convulsiones y accesos de ira.

El elemento keynesiano fue un desarrollo práctico de estas políticas desde la base material, y la política de las identidades es el corolorario necesario en la actualidad. Subrayo; Marx no solo estaba exiliado del régimen imperial alemán, también lo estaba de la socialdemocracia que las clases medias alemanas crearon para su propio desarrollo. A medida que se desarrollaba el capitalismo industrial se desarrollaba la socialdemocracia y el proletariado quedaba como polo realmente dominado. Esto quedó evidenciado en la lucha entre Rosa Luxemburgo y el sindicalismo primero, ya crecientemente expresión de clases medias, y los teóricos de clase media como Bernstein y Kautstky. Pero tanto Marx como Rosa Luxemburgo no solo se opusieron al capitalismo como modo de producción sino también a las soluciones que daban las clases medias a las fallas del modo de producción por medio de la reforma ya no del capital sino, en megafraude, del proletariado mismo para adaptarlo al capital.

La socialdemocracia ha mantenido la hegemonía sobre el proletariado a lo largo de un siglo, incluso en contra de sus intereses más directos. Pero la crisis del 2007 se ha llevado por delante en sus fundamentos a una de sus dos columnas gemelas: al keynesianismo político, no por falta de difusión masiva de sus ideas erróneas sino en medio de grandes persecuciones reformistas de la palabra y la voz de los marxistas que las señalaban como tales. Ha sido denigrante y muy aleccionador comprobar cómo los socialdemócratas, sin la menor integridad ni personal ni colectiva, realizaban un ejercicio de elección entre las ideas que consideraban mentiras “buenas”, aun siendo demostradamente erróneas, por ser percibidas por ellos como la opción mejor para sus comodidades políticas, sociales, económicas e intelectuales, y las que consideraban verdades “malas” (la teoría marxista de la crisis, la ley del valor-trabajo, la ley general de la acumulación de capital y la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia) que les son inconvenientes, decantándose con la mayor deshonestidad intelectual por escoger la mentira. El resultado es que han llevado a enormes fracciones proletarias a estar incluidas en la alianza de clases de la deuda hecha pública sin saberlo y sin saber que se las ha puesto a esperar a puerta gayolas de que la fracción industrial-financiera que explota la formación de la deuda decida estar ya preparada para abrir el toril.

Pero, restando las imposturas, el keynesianismo ha logrado imponerse no solo por engaño, apelando al criterio de practicidad sin aclarar a quien, a qué clase y sectores de clase pagaba realmente la hipertrofia de la plusvalia tributaria que determinaba esa deuda, también ha contado a su favor una inercia de un siglo de formación como ideología económica dominante en el seno de las clases medias y gran parte del proletariado.

La idea socialdemócrata central es que aumentando la porción de la plusvalía tributaria y reduciendo la porción de las otras porciones de plusvalia, como el capital a interés, la renta del suelo y la plusvalía del capital en funciones, se mejora por medio de la redistribución ‘hacia abajo’ la situación material de la clase obrera.

En periodos de fuerte crecimiento de la acumulación o de la productividad, es cierto que puede registrarse una mejora de las condiciones materiales del proletariado, pero en la fase en que la composición orgánica media del capital es ya muy elevada en media el volumen de la porción tributaria de la plusvalía se convierte en una traba para el desarrollo de la acumulación, de forma que subrepticiamente comienzan a trasladar hasta el último céntimo de su sostención hacia las espaldas del proletariado. Ocurre, no obstante, que la detención de la redistribución destruiría tantos capitales que el capital mismo no puede abordarla sin entrar en una aguda contradicción interna.

En esas condiciones, la mezcla política neoliberalismo-keynesianismo solo puede mantenerse por medio del desarrollo del crédito, pero de una forma muy especial, el crédito que se basa en la deuda estatal, cuyos deudores son las masas populares, tanto más endeudadas y más paganas cuanto más proletarias.

Durante un siglo esta táctica, tachonada de inflaciones e hiperinflaciones cuando las deudas del estado ponían en riesgo los ingresos funcionariales, ha funcionado. En Europa, por ejemplo, quizás el 60% del empleo es empleo, directa o indirectamente, estatal, y no en pocas ocasiones improductivo e incluso parasitario, proporción que solo es sostenible porque gran parte del proletariado explotado está ubicado fuera, en Asia, America y África, el proletariado – europeo, en este caso -, externo.

Por supuesto, desconocemos, aunque nos la podemos imaginar, cómo serán las consecuencias de una quiebra de verdad del keynesianismo, y su estatización hipertrofiada, que es la política económica preferida de las clases medias, lo que si sabemos es que su sostenimiento depende de la explotación, no del capital sino del proletariado.

El reformismo, sea socialdemócrata bolchevique o menchevique, no tiene absolutamente ningún otro modelo a aplicar que el empleo de la porción de la plusvalía tributaria en sus redistribuciones y su ampliación para proseguir existiendo. Estamos pues ante una columna central del edificio del reformismo y del capitalismo contemporáneo, pero es menos evidente que esta columna no puede seguir existiendo sin otra columna gemela especializada en reformar al proletariado para adaptarlo al capital, pero esta vez en la Esfera de la Reproducción: El neomalthusianismo.

La crisis categorial en desarrollo en la socialdemocracia y las clases medias que la constituyen como corriente política internacional no solo consiste en la descomposición del keynesianismo, (no) curada con la vergonzosa huida hacia adelante arriba explicada, sino que también esta compuesta por el naufragio a ojos vista del neomalthusianismo histórico, al que quieren (no) sanar del mismo modo que han hecho con el keynesianismo; endureciendo posiciones arbitrarias y huyendo hacia adelante despavoridamente hasta todo lo que se pueda, despreciando a las críticas con la más chulesca sordera cínica, mientras puedan.

Pero, antes de proseguir, una pregunta que atañe esencialmente a la crítica al neomalthusianismo, pregunta audaz pero necesaria, ¿es correcto el concepto de proletariado? A esta pregunta voy a intentar contestarla en el siguiente bloque de la charla, el tercero.

La imposición socialdemócrata del Neomalthusianismo como sentido común de la izquierda en el siglo XX y sus consecuencias

Marx y Engels emplearon en El Manifiesto Comunista el concepto de proletariado para describir a la clase explotada y dominada. Engels aclaró que proletariado era el nombre de la fracción de población y clase urbana de Roma que no poseía más que sus hijos, y era subvencionada con entregas de trigo, que no eran gratis, por parte del Imperio, tomando su denominación para transferírnosla a los hombres y mujeres y niños y niñas y ancianos y ancianas que en la actualidad constituimos la clase dominada y explotada.

Lo cierto es que el proletariado romano políticamente fue nefasto para la verdadera clase dominada y explotada por el Imperio Romano, los esclavos, y lo cierto es que la clase dominada actual no puede definirse por únicamente tener sus hijos y no ninguna otra “propiedad”, de hecho, en los centros imperialistas actuales, ya entrando en la fase de la Robotización, a lo que alude la noción de proletariado podría definirse casi incluso por lo contrario, por ser la clase que no tiene y no puede tener hijos, o solo puede la mínima descendencia, sin pasar por los mayores filtros y las mayores penurias, aunque en las periferias todavía el salario mínimo contenga el nivel de procreación.

El asunto es importante, mejor dicho, completamente estratégico. Para empezar, las clases medias desde hace más de un siglo se fundamentan políticamente en el keynesianismo neoliberal en lo económico, pero tambien en el neomalthusianismo liberal en lo social.

Aclarando, que es gerundio, lo que ahora critican los sectores conservadores como “ideología de género” adjudicándole un origen marxista, el generismo, no es más que uno de los ramales del desarrollo del neomalthusianismo; no tiene nada que ver con el marxismo y, además, le es esencialmente antagónico.

Filtrado a cuenta gotas como supuestamente progresista en tanto que ‘revolución desde arriba’ para la ‘liberación sexual’ y luego incluso ‘de las mujeres’, incluidas las proletarias, durante la primera mitad del siglo XX con grandes inversiones de capital sobre la aristocracia obrera – que, en tanto que se constituye como clase para si tiende a constituirse en la misma medida como clase media -, pasa a ser presentado como el sentido común supuestamente marxista especialmente a partir de 1968, en puertas de la gran crisis de 1973, imponiéndose no ya únicamente como ideología dominante durante la fase toyotista sino, más allá de ello, como uno de los principales sectores productivos de la acumulación de capital a escala mundial al inicio de la fase de la Robotización. Hablamos del neomalthusianismo.

Pero también hablamos del neomalthusianismo en tanto movimiento y corriente política de clases medias, y del capital concentrado neomalthusiano, en tanto sector productivo real, con un conjunto de ramos en desarrollo sobre el control, disciplina y mando de la reproducción biológica de la clase que si seguiremos denominando, por uso y costumbre y por convención, todavía como proletariado, puesto que la clase existe aunque su nombre sea etimológicamente inadecuado.

Las Tres Megamentiras del Neomalthusianismo

¿Qué es el neomalthusianismo? Al neomalthusianismo, en tanto ideología dominante contemporánea, puede definírsele como el resultado de la suma de tres megamentiras de las que se desprende una rica constelación de mentiras-fuerza que constituyen el sentido común de la ideología dominante hoy en el proletariado y la clase media, y la mayor parte de la burguesía. Estas tres megamentiras son:

1ª) La Mentira Malthusiana de la Era. Esta primera de las tres megamentiras neomalthusianas ya la lanzaba la oligarquía terrateniente ateniense hace 2400 años, como explica Marx en los Gründisse; hay demasiados personas para los recursos disponibles, por eso hay pobres. La intelectualidad orgánica de la oligarquía terrateniente británica, asustada por el impulso de los industriales al incremento de la población proletaria inglesa para copar el mercado mundial, la reprodujo a inicios del siglo XIX renovándola, en la pluma de Malthus, de una manera elegante: este mentía que “La población crece de manera exponencial y los recursos de manera geométrica”. Así, los responsables de la existencia de pobreza y del supuesto rumbo de la humanidad a la catástrofe por superpoblación serían los mismos pobres por no controlar su número. Pero, como señaló Marx en los Gründisse, ocurre que la población mundial desde la época de los oligarcas atenienses se ha multiplicado por 70, y, ahora sabemos, que por 10 desde los tiempos de Malthus. Esto es: el número de pobladores humanos corre paralelo con las resoluciones de la dialéctica entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción, y no con limitantes abstractos apriorísticos. Por supuesto, esta realidad histórica y su demostración no ha impedido que en el evangelio malthusiano se haya proseguido sosteniendo que hay superpoblación absoluta humana y esta megamentira se divulgue a toda hora a los cuatro vientos.

2ª) La Mentira Malthusiana del Milenio: Esta segunda de las tres megamentiras estrella del actual neomalthusianismo, concerniente a la superpoblación relativa, consiste en la idea errónea de que la reducción de la población pobre reduce la pobreza en el capitalismo. Lo que acertadamente señaló Marx a este respecto, – aunque no directamente como crítica específica al malthusianismo -, es que en el capitalismo no puede haber acumulación de capital sin la existencia de una masa suficiente de pobres. Por esta condición básica necesaria para la reproducción del capital, cada vez que en una formación socio-ecónomica los pobres escasean y los salarios tienden al alza, los capitalistas los importan en serie del exterior o los producen en masa mediante la orquestación de grandes crisis de reproletarización de la población de clases medias o entre los obreros estables en el aparato productivo, y si no hacen esto el empobrecimiento debido a la subreproducción social puede llegar a ser generalizado debido a la despoblación. Esto es, al contrario de lo que postulan los malthusianos, conteniendo, reduciendo o anulando, como están llegando a hacer, a la reproducción de los empobrecidos, campesinos y proletarios, no se puede reducir la pobreza en el capitalismo, es más, la subreproducción social sienta necesariamente las bases de grandes operativos políticos del capital para garantizar su aumento. Pero es que, además, como ya he avanzado antes, Marx aclaró con su análisis del caso irlandés que la subreproducción social conduce a la despoblación, la huida del capital y de la fuerza de trabajo joven, y así al superempobrecimiento social, nacional o regional. Pero, como era de esperar, los neomalthusianos tampoco se dan por enterados de estas verdades objetivas y siguen asociando la reproducción del proletariado con la existencia de pobreza en el capitalismo, no siendo esta fascista actitud obtusa nada inocente.

3ª) La Mentira Neomalthusiana del Siglo; La tercera megamentira estrella del neomalthusianismo consiste en que, como de todos modos los capitalistas y sus aliados tienen que controlar numéricamente al proletariado y, sobre todo, regular la proporción idónea de los sobrantes, los neomalthusianos decidieron no darse por enterados de la falsedad de las ideas de sus predecesores y retomaron vigorosamente sus megamentiras pero dándoles un refrescante aire nuevo en medio de grandes hallazgos prácticos y nuevas megamentiras. Insisten pues en mostrar los argumentos erróneos de Malthus como verdaderos para legitimar sus operativos reformistas de control del proletariado, con el objetivo de reproducir las relaciones de producción, propiedad y consumo capitalistas tal cual están y les interesa conservar, a través del control numérico de su reproducción, pero añadiendo una novedad con respecto a Malthus; ya no hace falta la abstinencia sexual para reducir la fertilidad proletaria. En efecto, hacia finales del siglo XIX los neomalthusianos comenzaron a afirmar que, sin necesidad de una revolución social, se pueden eliminar los aspectos dañinos del capitalismo, reduciendo la pobreza mediante la reducción de la reproducción de la población proletaria pero, innovadoramente, sin que ello se deba hacer mediante la abstinencia sexual, porque, sostienen, se puede separar la sexualidad de la reproducción humanas, o el placer de la sexualidad.

El problema es que esto es falso; se puede reprimir la sexualidad humana, sembrando esterilización, pero no se puede separarla de la reproducción biológica sin represión o de la sexualidad o de la reproducción.

El negocio (ruinoso para el proletariado) de separar industrialmente el placer de la sexualidad

Aclaro: la sexualidad es una función natural de la reproducción biológica, con su propia dialéctica esencial, por esto es erróneo distinguir entre “heterosexualidad” y “homosexualidad”, pues la reproducción biológica solo puede realizarse, sin mediar ganadería humana genética, por medio de la sexualidad, esto significa que la distinción correcta es entre sexualidad y erotismo. Las relaciones eróticas, fundamentalmente culturales, entre hombres o entre mujeres, no son sexualidad pues no están propulsadas por el impulso a la reproducción biológica, son homoerotismo, o relaciones eróticas, que no sexuales, fundamentalmente culturales.

Para ocultar esta cuestión nuclear de su afirmación fraudulenta sobre la separación técnica posible de la sexualidad y la reproducción, los neomalthusianos en su impresionante guerra mundial contra el proletariado, llevan un siglo difundiendo su asimilación de sexualidad y erotismo, manipulando el lenguaje en la mayor parte de los idiomas, y mostrando como si fuera una cultura de liberación sexual a lo que, en realidad, es una cultura del erotismo reducido a ser funcional al desarrollo de la explotación.

La sexualidad no se puede separar de la reproducción, el erotismo, que no es lo mismo, si. Con este fraude los neomalthusianos nos han colocado de forma camuflada una muy dictatorial política anti sexual, obsesionada con disminuir la fertilidad del proletariado, y hacerse millonarios con ello. La ocultación de la realidad material de que no se puede separar la sexualidad de la reproducción sin reprimir a la una o a la otra, ha tenido consecuencias históricas en el proletariado mundial, pues las actividades industriales y políticas antifertilidad de los neomalthusianos han logrado eliminar directamente a no menos de 2.000 millones de personas en el siglo XX, e indirectamente a otros dos mil millones.

Pero hay que recordar que, en cuanto la medida de la riqueza social alcanzada está íntimamente ligada al grado de desarrollo de las fuerzas productivas y estas dependen de la cantidad de población, con este empobrecimiento radical de la humanidad en su conjunto los neomalthusianos han logrado su objetivo principal en el siglo XX, frenar la revolución mundial, al menos en la segunda mitad del siglo XX.

Lógicamente, para justificarse peroran sobre la salud el planeta, como si los seres humanos no fuéramos parte del planeta, o alguien fuera capaz de creerse que su ofensiva criminal sostenida contra la reproducción del proletariado haya sido producto de una sensibilidad ecologista, cuando ya llevaba en curso más de medio siglo antes de que eclosionara el movimiento ecologista que se expandió precisamente en la defensa de los seres humanos, no en la impugnación de su existencia.

De la mercantilización del erotismo a la extrema cosificación humana

Mientras en sus jardines secretos los neomalthusianos son responsables de esta catástrofe humana, en lo externo, los neomalthusianos pretenden aparecer como divertidos y desacomplejados, por ejemplo fomentando liberalizadoramente el erotismo, pero de facto lo que están haciendo es reprimir el proceso esencial de la sexualidad humana, esto es, reprimiendo la sexualidad para reprimir y controlar la reproducción del proletariado, reducir los costos de explotación y aumentar su control sobre la población proletaria, desarrollando en la práctica una verdadera política antisexual.

Aunque en sus formas externas esta operación es presentada como una liberación cultural, por el gran despliegue del erotismo que la envuelve, la supuesta “liberación” fuera lo que fuese que haya sido, no ha sido sexual ha sido erótica. Y, por supuesto, no ha sido neutral ni en sus intereses ni en sus consecuencias en la lucha de clases, habiendo tenido ganadores y perdedores. Las consecuencias históricas del éxito político de esta operación ideológica han sido de largo alcance, especialmente en el proletariado.

El neomalthusianismo, tomando el testigo del malthusianismo y actualizándolo, surgió en el tercio tercio del siglo XIX como una política de reforma del proletariado por parte de las clases medias, en Paris, Londres, Berlín y Nueva York, para luego difundirse al par que se expandían las clases medias, a lo largo de un siglo y medio, por todo el mundo.

Los neomalthusianos comenzaron muy tempranamente, ya hacia los 1880s, a presionar con sus mentiras y sandeces sobre el proletariado urgiéndole a reducir su natalidad con promesas de avances materiales y liberación sexual, que en los hechos es liberalización erótica que, a largo plazo y en condiciones capitalistas, se transforma en esclavitud antisexual, y mercantilización del erotismo, puesto que el sujeto proletario se transforma en un mero objeto al que se reforma, con una panoplia de medios de actuación, para ponerlo en los parámetros que exijan las necesidades de estabilidad política y rentabilidad económica de la sociedad burguesa y las clases medias en cada fase, momento y coyuntura de la acumulación y valorización de capital.

Los discursos antinatalistas, por ejemplo, llegaron a ser histéricos a inicios del siglo XX y pronto convergieron con las corrientes racistas y fascistas del darwinismo social y la eugenesia, emergentes en el capital y la burguesía de la primera mitad de ese siglo, hasta llegar a estos días triunfantes en que tras ser profusamente maquillados, son instaurados incluso como sentido común democrático de las masas e ideología dominante del régimen en su totalidad, pura modernidad más allá de la cual todo es impensable.

Pero la realidad es que llegados a este punto, la política antisexual de los neomalthusianos de clases medias se les ha ido de las manos, no solo en cuanto a la magnitud criminal alcanzada en la masificación global del abortismo, sino principalmente en que la reducción de la fertilidad proletaria a los niveles rentables para un capital con gruesas porciones de clases medias a sostener, conduce a la automatización de la reproducción biológica del proletariado, lo cual puede sonar halagador a las mujeres por la prometida ectogénesis que les ahorraría las molestias del embarazo liberando mucho más tiempo para la explotación, pero son palabras mayores porque contienen un paso de domesticación de la especie humana y las mayores incertidumbres. En primer lugar a la perdida de la capacidad de autorreproducción de la especie humana, que no solo es lo que define a las especies domesticadas, sino el único medio de reproducción humana que se sabe viable a largo plazo.

Lejos de admitir las justas críticas, los neomalthusianos presentan el desarrollo de la industria del erotismo y la reproducción artificial no como pasos hacia la completa expropiación capitalista de la sexualidad del proletariado, sino como algo liberador. Y si, podría liberar de la guerra química de este siglo contra las potencias reproductivas femeninas y masculinas, pero a costa de eliminar ya completamente la sexualidad humana, hasta convertirla en un producto de lujo exclusivo, dejando únicamente en pie un erotismo industrializado, virtual, aséptico, mal menor ante la guerra química y desenlace de lo que de haber sido presentado como una liberación ha sido en la realidad, junto a la explotación salarial y la negación de la vivienda, la mayor opresión del siglo anterior y lo que va de este; la política antisexual neomalthusiana.

Pero todo esto ¿tiene algún sentido práctico? ¿Tan brusco y radical cambio en los usos y costumbres sexuales como el que han facilitado la relación salarial y la lucha de clases por la adaptación del modo de producción, productor de plusvalia, de la sociedad de clases, a la sexualidad humana o, de la sexualidad humana del proletariado a las necesidades de producción de capital, tiene precedentes históricos? ¿Qué sentidos puede tener en la dialéctica de los tiempos largos la supuesta liberación neomalthusiana que las clases medias no vendieron como el horizonte de todos los horizontes de la revolución, procurando no tocar ni en un ápice ni los precios de la vivienda ni la cuota de explotación ni la tasa de desamparo proletario a los niveles de pobreza que el capital y sus clases usufructuarias necesitaban y necesitan que exista?

Veremos en el capítulo siguiente la interpretación marxista, en base al análisis de la lucha de clases, del significado del Cuello de Botella Postneolítico en el Cromosoma Y, recientemente descubierto por la arqueoegenetica.

La arqueogenética y la crítica a la Ideología burguesa del “El (anti) Patriarcado”

Por lo que sabemos la diversidad del cromosoma Y, – el cromosoma que define biológicamente la sexualidad masculina -, anterior a 72.000 años, alrededor del gran evento que fue la Supererupción del Volcan Toba, en los territorios de la actual India, era baja, y por tanto reflejaba una reproducción humana fundamentalmente polígama. A partir de ese acontecimiento geológico, que al parecer puso a la especie humana moderna al borde de la extinción y llevó a fuertes cambios neuro-cognitivos e importantes cambios genéticos, se abre una tendencia a la diversificación del cromosoma Y, lo que refleja un incremento de la monogamia durante toda la Segunda Gran Diáspora Humana.

Al parecer, en el punto culminante de la glaciación de Würm, durante el Último Máximo Glacial, hace -22.000 años esta tendencia se incrementó notablemente, siendo la diversidad del cromosoma Y masculina muy amplia a partir de -22.000 hasta -8.000 antes del presente. La interpretación que parece más atinada es que en situaciones ecológicas duras y con necesidades de adaptaciones de supervivencia muy intensas, al parecer la forma de cooperación basada en parejas reproductivas cerradas, con mayor desarrollo cognitivo, garantiza mejor la salida adelante de las criás humanas, y así de los colectivos humanos cognitivamente muy desarrollados.

En cambio, a inicios del Holoceno comenzó una sedentarización de los cazadores-recolectores, la formación de ciudades paleolíticas primero, como Catal Huyuc, y luego el surgimiento de la agricultura y la ganadería. La abundancia material resultante y el incremento de la población en algunos focos de neolitización coincide con un periodo de reducción drástica de la diversidad del cromosoma Y, esto es, un aumento de la poligamia masculina. Al parecer, solo uno de cada 17 hombres se reprodujeron, en comparación con el conjunto de las mujeres que se reprodujeron. La tesis marxista es que tal efecto colosal procede de la lucha de clases primitiva.

Estaríamos ante un proceso en que la población masculina cazadora-recolectora de las periferias al desarrollo de la neolitización era, aunque no siempre, si frecuentemente exterminada por las poblaciones campesinas neolíticas emergentes, que se reproducían en un orden de 20 a 1 respecto a aquellas cazadoras-recolectoras, avasallando a los hombres pero asimilando a las mujeres. Estas bajas estarían debidas a la excedencia productiva de una gran proporción de los hombres cazadores-recolectores con el cambio de modo de producción, deviniendo una suerte de “parados prehistóricos”.

Conviene aclarar sin embargo que las poblaciones campesinas neolíticas que eliminaban, quizás simplemente excluyéndolos, a los hombres cazadores-recolectores sobrantes al nuevo modo de reproducción, eran matrilineales. Lo impresionante del caso es que esa crisis histórica fue una crisis de abundancia, en la que las poblaciones con menor desarrollo tecnológico, y específicamente para los hombres, con innumerables extinciones de líneas genéticas, fueron extinguidas. Y lo fueron en dos olas.

La expansión de la población campesina neolítica parece haber sido, en efecto, algo menos violenta de lo que iba a ocurrir al abrirse la Edad de los Metales, en el bimilenio de en torno a -6.000 a -4000 años antes del presente (aunque estas “guerras patrilineales” parecen haberse estirado hacia las periferias de la neolitizacción en el tiempo), quizás desde -9.000 antes del presente hasta -3.000 .

Entonces, en un proceso de disminución de la diversidad del cromosoma Y que se observa en todo el mundo, las poblaciones campesinas neolíticas fueron barridas por una expansión de población que empleaban el caballo, la rueda, es decir los carros y el transporte avanzado, la metalurgia y las armas de metal. En esta Expansión Yamnaya, de la que procedemos al parecer mayoritariamente en nuestro cromosoma Y los vascos, en su oleada última y más occidental, la composición de la población inmigrada era de nueve hombres por cada mujer desplazada. No se pierda de vista que los yamnaya tenían un desarrollo tecnológico superior a las formaciones sociales megalíticas de los campesinos neolíticos que invadieron.

Lo importante aquí es aclarar que esta expansión yamnaya fundó el Patriarcado histórico, el auténtico, que se basaba no en la monogamia sino en la poligamia, en su forma de propiedad sobre muchas mujeres por parte de un hombre, padre de un clan familiar. Esto fue y esto es el patriarcado y no la libre opción y posibilidad de constituir una familia.

Al contrario de lo que nos cuentan las clases medias neomalthusianas, la represión de los usos y costumbres monogámicos, nada inocente con los datos de sus consecuencias en la mano, no abre paso a una formación social sexualmente igualitaria sino a una formación social patriarcal, poligámica, en la que los machos dominantes por su posesión de capital pueden hacer y deshacer sexualmente lo que les de la gana mientras dejan placebos eróticos, pero no sexuales, a los hombres de las clases explotadas.

Fozosamente, la disminución de la diversidad del cromosoma Y está de nuevo en intensificación, pero esta nueva vuelta al patriarcado poligamista se nos está vendiendo como ¡oposición al patriarcado!

Los promotores de la ideología del (anti) El Patriarcado no quieren ni oir hablar de la cuestión de la desigualdad en la reproducción biológica por clases, y cuentan para ello con un aparato propagandístico apabullante que ha llegado ya a alienar a gran número de mujeres proletarias, haciéndose pasar incluso por marxista y feminista. Pero a estas mujeres hay que avisarlas. en la fase de la robotización la eugenesia neomalthusiana en curso puede no restringirse solo a los hombres proletarios, de hecho más bien parece ser la expropiación de la maternidad, a través primero de la formación de su mercado adhoc, como ha ocurrido con el mercado de la paternidad durante el toyotismo.

Si ahora podemos estimar que durante el toyotismo solo en torno al 60-70% de los hombres se han podido reproducir, sea por medios ecológicos o artificiales, en las vastas regiones centrales de la acumulación, debido a los costos de reproducción y sus altos precios de mercado, esto mismo tiende a ocurrir durante la robotización pero en las mujeres proletarias, cuya autoproducción, sus hijos, ya no es rentable para el desarrollo de la explotación.

Y es precisamente durante el desarrollo de este mercado de la maternidad, ya asentado el de la paternidad con total éxito por la socialdemocracia neomalthusiana, es cuando la Ideología burguesa del El Patriarcado mayor alcance social abarca y con mayor intensidad política se imprime. Ni que decir tiene que esta brutal perdida de las libertades reproductivas, sumada a la solución del abortismo para la problemática económica, implica que en la dialéctica de tiempos largos todas las líneas genéticas proletarias hoy existentes tienden a desaparecer. Esto no tiene otro nombre que eugenesia, eugenesia de masas ocultada bajo la verborrea neomalthusiana clásica, pero decorada en esta coyuntura con filigranas hechas de argumentaciones anti el “El patriarcado”.

Pero esta mercantilización, cuyos efectos acumulados hasta ahora y a acumularse desde ahora son totalmente rechazables, y sus causas claramente identificables en el desarrollo de una clase media que unida a amplias fracciones burguesas apuesta al neomalthusianismo como método de evitar los peligros de realizar la revolución socialista, y librarse de las molestias de dejar de robar en masa al proletariado con sus socios burgueses , no se va a realizar en cualquier momento histórico, la coyuntura histórica es especial, como vamos a ver a continuación, en el bloque dedicado a la crítica a la ideología de la Singularidad Tecnológica.

Crítica al concepto de Singularidad Tecnológica

El concepto Singularidad Tecnológica lo emplea el inventor Kurzweil para describir la época de aceleración tecnológica en que nos encontramos. En su opinión, la historia natural consiste en una sucesión progresiva de organizaciones de la materia desde lo simple a lo complejo, avanzando hacia la formación de una inteligencia general del cosmos que se estaría formando en los productos mente-facturados actuales de Inteligencia Artificial, lo que sería el culmen del desarrollo del universo.

Kurzweil demuestra en su libro titulado “La singularidad tecnológica”, que hay un gran consenso sino una unanimidad científica en considerar que el desarrollo tecnológico del género humano ha venido acumulando una aceleración progresiva durante dos millones y medio de años que hoy ya es exponencial. Las implicaciones de esta observación son impresionantes y conviene no subestimarlas. Kurzweil sostiene desde 2005 que la Singularidad Tecnológica, es decir el momento del surgimiento de una inteligencia artificial general fuerte, que terminaría por inundar el cosmos al completo, está cerca, y dentro de este siglo, viniendo a toda velocidad precisamente durante estas dos o tres próximas décadas.

Su teoría parece hacer la competencia a la ontología histórica cristiana del Apocalipsis o final de la Historia, pero dándole la vuelta, no se trata de que la superinteligencia suprahumana de un Dios creador crea el Universo y al final de los tiempos vuelve a manifestarse como un juicio final a los humanos respecto a como han empleado la libertad recibida sino que la superinteligencia suprahumana surgiría del propio desarrollo del universo, mediado por las acciones humanas, las cuales no tendrían en realidad libre albedrio.

La teoría de la Singularidad Tecnológica considera pues al género humano como una tuerca de un proceso en el cual su voluntad es secundaria sino inexistente. Los marxistas por el contrario consideramos que el hombre hace y padece la historia, dispone de libre albedrío y del poder de decidir en determinadas coyunturas históricas el rumbo que tomar, aun cuando durante largos periodos deba a continuación proseguir de forma predeterminada las dinámicas estructurales heredadas, y vea su libre albedrío enormemente reducido. Por esto, aunque reconozcamos que nos adentramos en una Singularidad, los marxistas la definimos como Singularidad Histórica y no meramente tecnológica.

La teoría de la Singularidad Tecnológica no viene sola; se está teorizando fuertemente ahora la elevación de una IV Revolución Industrial, el debate sobre el alcance de la robotización está generalizado, y hay quienes hablan de tecnocalipsis, y de tsunami tecnológico.

Raymond Kurzweil defiende el concepto de Ley de los crecimientos exponenciales. No es difícil darse cuenta de que este concepto es la contracara del concepto de Tendencia Decreciente de la Tasa de Ganancia. Marx, sostenía que esta era otra forma de decir, desarrollo de las fuerzas productivas. Es, dialécticamente, lógico. Pero si reconocemos esto inmediatamente tenemos que darnos cuenta de que este desarrollo no remite tanto al grado de potencia alcanzado por una supuesta inteligencia artificial fuerte a futuro como al estadio realmente hiperpotente alcanzado por el Intelecto General de la fuerza de trabajo mundialmente interconectada e interrelacionada.

Por poner un ejemplo, recientemente se mencionaba que este año se iban a licenciar en China un millón doscientos mil ingenieros. A este ritmo, y pensando que ahora haya en China 2 millones de ingenieros, a un ritmo de licenciación de un millón de ingenieros anual en la próximas dos décadas conduciría fácilmente a la existencia de 20 millones de ingenieros operando en 2040 en China, y a entre 80 o 100 millones a escala mundial. Pero, eso si, disponiendo de tecnologías como terminales móviles e impresionantes máquinas computacionales, de infraestructuras computacionales y software de inteligencia artificial mundialmente distribuido. Si incluimos por ejemplo, un desarrollo de la misma magnitud de los médicos, científicos de cualquier área e intelectuales en general, podemos estar hablando de 300 o 400 millones de trabajadores intelectuales potenciados con medios de producción superiores y trabajando colaborativamente y en competición (unidad y lucha de contrarios), incardinados con la capa emergente de la Inteligencia Artificial, cuya existencia efectivamente invita a reconocer que nos encontramos dentro del torbellino de una revolución de las fuerzas productivas completamente desmesurado, histórico, pero que, efectivamente, no es meramente otro salto cualitativo más en la historia del desarrollo humano sino que, por las trazas que muestra y su impacto en la reconstitución del genero humano, solo es comparable a otros tres eventos singulares anteriores en la historia de la especie. En mi análisis estos han sido tres:

 

  • 1º El inicio de la dialéctica Mano-Cerebro, quizás hace más de dos millones y medio de años.

 

 

  • 2º La transformación neuro-cognitiva acaecida tras la supererupción del Volcan Toba, aproximadamente hace -72.000 años.

 

 

  • 3º La sedentarización ocurrida tras el final de la Glaciación de Würm, hace unos -12.000 años.
  •  

 

El evento actual, en el que la fuerte aceleración e intensificación tecnológica serían las formas, y la transformación del género humano el contenido, estaría siendo de una magnitud comparable a los tres anteriores singularidades. Muy posiblemente las transformaciones nos conducen a la expansión de las actividades humanas fuera del planeta Tierra, visto que las otras singularidades han conducido a impresionantes expansiones, e intensos crecimientos y ampliaciones del nicho ecológico humano, pero incluyendo esta vez muy significativas transformaciones biológicas del cuerpo colectivo de la especie y de los organismos individuales que lo componemos.

Llegados a este punto, que no comprendemos bien, y que proyectamos con bastante dificultad, podemos definirlo sin embargo como Cuarta Singularidad Histórica, pero por inquietante, novedoso o magno que sea tal acontecimiento y época, que se concentra en el horizonte de este siglo y posiblemente de forma muy especial en las siguientes cuatro décadas, no debemos olvidarnos de cosas tan mundanas como los precios del alquiler, las tasas de paro, la cuota de explotación y la vida cotidiana en general de los seres humanos vivos y cómo viene a afectarnos a nosotros mismos y afectar nuestros sucesores en estos sentidos vitales.

Las acciones que hagamos o dejemos de hacer individual y colectivamente en torno al desarrollo de los acontecimientos que conducen a la eclosión de esta revolución de las fuerzas productivas ya en proceso condicionaran su desarrollo, y serán historia no solo tecnología.

Dado que la contradicción principal es la existente entre el proletariado mundial y el capital, nos interesa ahora echar un vistazo sobre cual es el foco de las contradicciones actual de esta contradicción principal. La hipótesis que barajo consiste en que el foco de las contradicciones se haya centrado ahora en la reproducción biológica del proletariado, lo cual tiene que ver con, a su vez, las grandes transformaciones de la sexualidad humana, a partir de la industrialización neomalthusiana de la esterilización y antifertilidad de masas. En lo que respecta a la revolución de las fuerzas productivas esta contradicción toma una forma especial.

Durante el toyotismo la desvalorización del valor y desprecio social dominante de la fuerza de trabajo manual ha sido simplemente descomunal, no solo mediada por la lucha de clases y por varias condiciones estructurales, como por ejemplo el hecho de que en las grandes regiones centrales y centralizadoras de la acumulación de capital, los inmensos trabajos de la construcción de enormes ciudades abordados en la fase fordista habían sido culminados ya en lo sustancial. Por ejemplo, Bilbao en 1833 tenía 10.000 habitantes, pero en 1980 considerada toda su área urbana alrededor de 800.000 habitantes. Cierto que toda Bizkaia tendría unos 120.000 habitantes en 1833 y alrededor de 1.000.000 en 1970. Pero, en todo caso, entre 1950 y 1980 se construyó más en Baskonia que en los dos mil años anteriores. Probablemente han muerto más hombres construyendo semejante urbe y produciendo en ella que en todas las guerras acaecidas en el mismo lapso de tiempo. Esto, sin embargo, se terminó, y la fuerza de trabajo manual comenzó a ser menos requerida, al par se lanzaron a la oferta la fuerza de trabajo femenina, decreció la demanda de trabajo manual de tipo constructivo y productivo industrial, aumentó el desempleo, y la clase media emergente se concentró en otro tipo de actividades más intelectuales de organización y reorganización de la urbe construida y su población. En esta fase toyotista, un eje ideológico muy importante del régimen de acumulación y su emanación política ha sido el desprecio vertiginoso al trabajo manual, y a quienes lo realizaban, en el paso del fordismo al toyotismo, pero esta historia puede estar volviéndose a repetirse con ocasión precisamente de la singularidad “tecnológica”, aunque con otras formas.

En efecto, decimos “inteligencia artificial”, pero podríamos decir sociólogos artificiales, sicólogos artificiales, ingenieros artificiales, médicos artificiales. Esto es, el capital humano altamente potenciado también puede ser reemplazado o ahorrado por medio de máquinas intelectuales construidas con algoritmos y redes neuronales que denominamos “inteligencia artificial”. La contradicción emergente concierne pues también al proletariado académico, que forma capital humano altamente potenciado, y a vosotros, y cuya reproletarización no es cualquier reproletarización.

Por supuesto, esta reproletarización y nuevo nivel de disminución del salario mínimo en ciernes, os concierne a vosotros, los estudiantes proletarios, en términos de clase, de posición social relativa, y como personas que os proponéis proyectos de vida personales y colectivos. Si la demanda aumenta pero la oferta la supera, la desvalorización del trabajo intelectual mediado por estos medios artificiales de ahorro de capital humano os situará en una proletarización aguda, cuyo alcance otros, que hemos vivido con anterioridad procesos parecidos, nos podemos imaginar.

Ahora se nos explica que los trabajos emergentes serán basados en “creatividad”, pero esa creatividad la experiencia nos muestra que es seleccionada en la lucha de clases con criterios políticos y de intereses materiales, por lo general, y no por la novedad radical de las propuestas éticas, estéticas y productivas que los sujetos sean capaces de hacer. En realidad, la apelación a la creatividad parece un sálvese quien pueda más, que elude pronunciarse respecto a qué obecederan las máquinas programadas por capitales que buscan y deben buscar maximizar ganancias, reducir costos y problemas, acelerar la circulación de las meracnias, y respetar poco o nada al consumidor o al productor.

En todo caso, el trabajo intelectual ha entrado ya en la misma mecánica de desvalorización que el trabajo manual. El desprecio social que está sembrando el capital en estos momentos en relación con el trabajo intelectual sustituible y ahorrable mediante inteligencias artificiales es una vieja historia que viene de lejos, por ejemplo de los tiempos del Quijote quien se enfrentaba contra los Molinos no porque fueran gigantes sino por que eran molinos, y por tanto máquinas que reducen el factor humano y le sacan de la producción.

Estamos todos, pues, ahora, de algún modo, en la posición del Quijote, lanzados a buscar guerras por los caminos mientras el trigo es molido por gigantes que sacan a los campesinos del campo, la tierra arada por tractores, ahora ya automáticos, mientras la sexualidad es automatizada y el erotismo condicionado a la compra de robots con su versión, marca y gama. Pero, eso si, no por una singularidad tecnológica en abstracto, cocida en el Big Bang por estructuras con tendencias al incremento de la complejidad, no, estamos en esta posición en el horizonte de estas alternativas por el tipo de relaciones sociales de producción en las que ahorrar fuerza de trabajo humano da en ahorrar humanos para elevar y maximizar la explotación, incrementar la ganancia y asegurar la supervivencia de este o aquel capital.

Y aquí, cabe preguntarnos ahora sobre cuales son las perspectivas y las líneas tácticas y estratégicas posibles para el proletariado en EH-Baskonia en las próximas dećadas.

Las perspectivas de la séptima fase de la acumulación de capital robotizadora durante la IV Revolución Industrial Mundial

Grosso modo, las anteriores fases de la acumulación de capital son las siguientes:



PRIMERA FASE
1788-1839: Incorporación Forzosa de Baskonia al Mercado Capitalista Mundial.
Guerra de la Convención, Zamacolada, Guerras Napoléonicas, Guerra entre Liberales y Realistas, Primera Guerra Foral.




SEGUNDA FASE
1839-1876: Realización de la Acumulación Inicial de capitales en Euskal Herria.
Guerra contra Marruecos, Guerra contra Cuba. Segunda Guerra Foral.




TERCERA FASE
1876-1918: Formación del Centro Vasco de Acumulación de Capitales.
Guerras contra Cuba y Marruecos, I Guerra Mundial Interimperialista.






CUARTA FASE
1918-1937: Largo Estancamiento.


QUINTA FASE
1937-1973: Gran Expansión y Fin de las Superganancias.


SEXTA FASE


1973-2008: Transformación del Centro Vasco de Acumulación en un Centro Imperialista exportador de capitales.

En Leioa, y luego en Ordizia dejé abierto este capítulo de la charla, como pregunta a responder por los mismos jóvenes proletarios que se aprestan a vivir este nuevo desarrollo histórico que, al menos en parte, necesariamente lo ha de ser del capitalismo.

Aquí doy por terminada la publicación a que me comprometi de estos materiales, pero antes señalo que con posterioridad he caracterizado las perspectivas del momento actual de reestructuración de la explotación en nuestro entorno, en el estudio titulado El Capital Productor de Humanos como: modelo de acumulación de capitales DCA ( Desestatalizador de la fuerza de trabajo + Cibernético Androide del movimiento de la totalidad capitalista + AntiSexual) .

Besterik gabe, laister arte

En Bilbao, a 20-10-2019

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