Tocante al Gran Pucherazo en los EEUU: El adversario es el nacionalismo autoritario, el enemigo los totalitarios tecnomalthusianos globo-oligopolistas.

 

Detalle del principio neomalthusiano dirigente de la evolución de los Otros y su clase social, aplicado en animales asociados a la especie humana. Ahora, con el malthusianismo 3.0 o Tecnomalthusianismo nos tocará a nosotros si no nos defendemos.

 

[Versión mejorada el 25 de enero de 2021]

 

En su artículo titulado “EEUU: Confrontación entre “globalistas” y chauvinistas-neonazis… ¿qué esperar de Biden?, Narciso Isa Conde mantiene unas posiciones que, en mi opinión, son erróneas tanto en sus caracterizaciones de los sujetos como en sus conclusiones ante las consecuencias de El Gran Pucherazo en las elecciones presidenciales y la doble provocación en el Capitolio estadounidense del 6 de enero de este año 2021.

Al contrario de lo que él sugiere, en términos de intereses y de principios del proletariado mundial, el adversario es el nacionalismo autoritario estadounidense, y el enemigo los totalitarios neomalthusianos globo-oligopolistas, que son los verdaderos fascistas en clave de estado mundial naz-global, lo que además, como está quedando demostrado, no deja espacio para equidistancias ante la ofensiva, reestructuradora de la explotación globo-oligopolista, de largo alcance tecnomalthusiano contra el proletariado mundial.


Índice

  • La Socialdemocracia Internacional está cohonestando el Gran Pucherazo en los EEUU

  • La Socialdemocracia Internacional está ayudando a preparar un totalitarismo robotizador capitalista de escala mundial

  • La cuestión de la democracia aplastada con el Gran Pucherazo y el desarrollo de la dialéctica Economía Imperialista / Reestructuración Ultraimperialista

  • La contradicción Imperialismo / Ultraimperialismo en los EEUU

  • La Socialdemocracia Internacional está colaborando en decretar una dictadura tecnomalthusiana global

  • Las ideologías darwinista liberal y keynesiana socialdemócrata constituyen la savia política del totalitarismo neomalthusiano global

  • Por qué los nacionalistas estadounidenses son autoritarios pero los globo-oligopolistas tecnomalthusianos son totalitarios


 

El histórico pucherazo electoral en los EEUU se ha consumado con una doble provocación en el Capitolio que descalabra tanto a los antirracistas de Black Lives Matter (*Las Vidas Negras Importan), – organización creada por los socialdemócratas para manipularla contra el proletariado, ya amortizada tras desviar la rabia de clase por las docenas de millones de empleos destruidos, aprovechando los confinamientos, hacia el espectáculo de la Política de las Identidades -, como descalabra, en el otro lado, a los nacionalistas Maga (*Hacer a América Grande) sitiados por las cañoneras mediáticas y la censura sistemática en una purga político-social de dimensiones colosales y escala inaudita hasta la fecha, mientras son presentados como puchistas de parlamentos en lugar de como las víctimas del impresionante Gran Pucherazo, y de la traición del vicepresidente Pence y los llamados Rinos (republicanos solo en apariencia), funcionarios a mantel puesto en el presupuesto de la deuda.

El Gran Pucherazo sirve para encumbrar una dictadura tecnomalthusiana, parecida a la de China pero en este caso promovida sine die por los globo-oligopolistas en los EEUU para propulsar la Robotización productiva y la automatización social en el Occidente y en todo el mundo, sobre la base de pasarle los costos de la reestructuración al proletariado mundial.

 

La Socialdemocracia Internacional está cohonestando el Gran Pucherazo

 

Por supuesto, la situación política así creada, que impone una usurpación de la presidencia refrendada por el establishment del régimen tecnomalthusiano bipartidista pero no por la sociedad civil, puede desestabilizarse vertiginosamente porque las masas del Medio Oeste y al menos una parte del ejercito no pueden aceptarlo. Se habla incluso de un decreto de imposición de la Ley Marcial decretado en estos días para obligar a repetir las elecciones con medidas anti fraude y poder salir así de la crisis política. No se sabe en todo caso qué puede ocurrir.

Es importante destacar que durante El Gran Pucherazo hemos comprobado sin sorpresa como la Socialdemocracia Internacional empeorando las sandeces sobre que Donald Trump era un espía ruso, y después un nazi, – epíteto que al parecer no es aplicable a Biden, aunque constan actividades de colaboración con el régimen nazi ucraniano que apuntan en esa dirección -, salta a acusarle de golpista por intentar detener la usurpación fascista de la presidencia.

Pues bien, el régimen español ha dado su espaldarazo al fraude y a la usurpación, secundados por los contrarrevolucionarios pro sistema, en camuflaje de “izquierdas” e incluso de “ultraizquierdas”, gran parte de ellos infiltrados socialdemócratas en los movimientos proletarios anarquistas y espartaquistas desde hace medio siglo. De pronto, estos grupos de nazis farsantes, que tanto daño han hecho y siguen haciendo al proletariado en el último medio siglo y especialmente durante el interminable estado de excepción impuesto por la crisis económica durante la epidemia de marzo y abril, decretan mediáticamente que apoyar y cohonestar pucherazos electorales es democrático y de izquierdas y denunciarlos sería fascista. Todo lo contrario.

Es que, como a su juicio los votos aniquilados son de garrulos y chusma deplorable, todo está bien al usurpar la victoria electoral, y, el mundo al revés, además sería señal, a su juicio, de progresismo. Artífices en la sombra de la Ley de Partidos aquí en su momento (con su infame receta de “o votos o bombas” que en realidad lo mezclaba todo y no significaba otra cosa que  “o renuncia política a la revolución social o pucherazos”), al parecer les agradaría imponerla allí y en todo el mundo pero con otro lema: O socialdemocracia o cárcel. Pero, en último término, ¿en favor de quién realmente?


La socialdemocracia internacional está ayudando a preparar un totalitarismo robotizador capitalista de escala mundial

 

La socialdemocracia vuelve a las andadas, se alía en la crisis con los capitales más concentrados, – hoy globo-oligopolistas, capaces de financiar (todavía) a gran parte del funcionariado estatista y de los burócratas profesionales de todo el mundo -, mientras se centra, a su pedido, en recomponer la tasa de ganancia por medio de elevar la cuota de explotación. Para ello intenta poner las condiciones políticas necesarias a su alcance más efectivas. Una dictadura tecnomalthusiana para barrer a los pequeños capitales y alimentarse de ellos hasta, si el ganar tiempo les sirve, lograr una alternativa al capitalismo en la que poder reinar. Pero es difícil “reiniciar”, volver al inicio, destruir el capital suficiente que permita abrir paso a una nueva reproducción ampliada.

El problema es que el sistema del valor, con la tecnología dinero inundándolo todo, es el colofón de no menos de 14.000 años de desarrollo, por eso hacia afuera desbarran con hacer revoluciones, – como si no supieran que la revolución no se convoca y el día que se agote el capitalismo no habrá forma humana de reiniciarlo, pero hacia adentro es una dictadura hacia el capital mismo, – con lo cual nos podemos hacer una idea de qué nos espera al proletariado mundial.

Los naz-global tecnomalthusianos, se acogen a la impresión de moneda, como en la Revolución Francesa y la República de Weymar, formando una Inflación Jacobina netamente antiproletaria al elevar la deuda colectivizada para sostener la financiación de los grandes capitales y los ingresos del funcionariado, públicos o privados, y publiprivados. La Inflación Jacobina, que lleva una década progresando en medio del silencio estadístico y la dominación política sobre el proletariado, se resuelve estructuralmente con la elevación de los precios de los alimentos y la vivienda, desde las periferias hacia los centros, simultánea a la bajada de los precios salariales del trabajo proletario, pero de forma paulatina, en goteo y de manera incesante con cada nueva emisión monetaria.

En estas condiciones por ellos mismos creadas, siguiendo la máxima de que el valor sale de una maquina de impresión de papel moneda o bits de información y no de trabajo humano agregado, procuran que los efectos y las tensiones políticas de la Inflación Jacobina por sobreimpresion monetaria y desvalorización del dinero queden contenidos en el proletariado y las partes de la pequeña burguesía en reproletarización por el auge de la crisis de sobreproducción. Y esta vez, otra vez más, al igual que en la República de Weymar y que durante la Convención y el Directorio durante la Revolución Francesa en que también aplicaron esta política de Inflación Jacobina, cuyo efecto es el debilitamiento físico del proletariado, la oligarquía y las clases medias han preparado el totalitarismo del capital, otra vez más, aunque ahora uno de magnitud mundial.

 

La cuestión de la democracia aplastada con el Gran Pucherazo y el desarrollo de la dialéctica Economía Imperialista / Reestructuración Ultraimperialista

 

Los espartaquistas negamos dialécticamente la democracia, (el sometimiento de la minoría a la mayoría) en el sentido de que el proletariado explotado, a veces hasta la muerte, aunque sea una minoría en una formación social dada no debe someterse a la mayoría constituida en un sistema electoral si esta lo lleva a la consunción y lo destruye.

Hacemos esta negación dialécticamente, esto es, buscamos anular y suprimir la democracia subsumiendo en el comunismo sus aspectos positivos mediante una negación pleniparcial. Esto no tiene nada que ver con apoyar pucherazos electorales a democracias representativas, puesto que la negación pleniparcial busca avanzar progresivamente con los resultados de esa negación, y no volver hacia atrás del sufragio universal, ni del principio de la soberanía popular, hacia nuevas, pero muy antiguas, soberanías tecnofeudales, como la que por medio del Gran Pucherazo y las revoluciones de los colorines han decidido imponer los globo-oligopolistas para nombrar los cargos políticos a su antojo a partir de ahora en todo el mundo, incluyendo los EEUU.

Recordemos que el fascismo es la política de alianza del gran capital concentrado y la clase media que depende de la porción tributaria de la plusvalía, de, primero, integración del pueblo en el estado, suprimiendo la autonomía de la sociedad civil, sobre todo proletaria, y conciliando al capital y el trabajo incluso empleando la violencia para ello. Esto lo hacen con el objetivo de estabilizar la acumulación de capital, para lo que emplean al proletariado sobrante en la expansión imperialista territorial de los monopolios nacionales, o en su caso en el disciplinamiento social interno con la política bonapartista de champán y salchichón, pero en realidad buscando pasarle la crisis al vecino de forma esencialmente totalitaria,

Hoy, sin embargo, no sirviendo el proletariado sobrante, que cuantitativamente es sobre todo joven y masculino, para realizar guerras territoriales, queda como carne de cañón de la Política de las Identidades, la cárcel, las drogas, el paro, el abortismo y las enfermedades evitables. Y las partes explotadas del proletariado, a su vez, quedan bajo unos niveles de alienación nunca antes vistos. Por supuesto, el resto de ignominias liberticidas del fascismo también se han transformado.

Así vemos que esta vieja política imperialista de conciliación a la fuerza de capital y trabajo alrededor de los monopolios, ha cambiado durante el medio siglo toyotista y neomalthusiano, se ha hecho global. En esta fase parece estar emergiendo un nivel de internacionalización de la burguesía que opera por encima del sistema económico imperialista del mercado mundial, en dialéctica de desarrollo con él, de forma que las contradicciones interimperialistas siguen desarrollándose pero en unidad y lucha de contrarios, – en competición por el plusproducto mundial y por la supervivencia de capitales -, dialécticamente con los intereses internacionalizados del nivel ultraimperialista.

Repito; la economía imperialista sigue desarrollándose en el mercado mundial, pero entra en dialéctica de reestructuración con un nivel interimperialista constituido por capitales financiero-industriales muy internacionalizados y archiconcentrados que disponen de enormes acumulaciones de capitales sobrantes, o en peligro de desvalorización, a los que por su grado de desterritorialización y contradicción con la economía imperialista, podemos denominar ultraimperialistas. Esta nueva o excepcional dialéctica del desarrollo del capital, se traduce en la contradicción entre capitales radicados, más territoriales/territorializados e inmuebles, que tienden al nacionalismo, y capitales móviles, más inmateriales y deslocalizados, que tienden al globalismo y la internacionalización. Cuando baja la ganancia media, la guerra civil entre capitales y el bonapartismo antiproletario tienden a intensificarse. Y en esta situación los globo-oligopolistas con una infraestructura política internacional adhoc proyectan centralizadamente su política de reestructuración mundial de la explotación, concentración y nuevas jerarquías de la centralización de los capitales. Es decir, en Davos no entienden de estados nacionales ni de imperios nacionales, lo que entienden es de diversidad cultural, tecnomalthusianismo y recuperación de la rentabilidad.

 

La contradicción imperialismo / ultraimperialismo en los EEUU

 

En medio de este intento sincrónico de salvarse el capital móvil más sobreacumulado e internacionalizado y planificar la reestructuración mundial de la economía imperialista, el proyecto nacionalista de capital industrial estadounidense, cuyo rostro político ha venido siendo Trump, se basa en un bolsón de más de 100 millones de personas que habitan entre los territorios de las dos costas de los EEUU.

Esta zona fue desindustrializada en el último medio siglo y tiene una contradicción territorial con los territorios que mantienen centros de acumulación de capital de primer nivel, situados en sus flancos. No es pues meramente “la clase obrera blanca”, como dicen los socialdemócratas o sus tontos útiles. Son todos los trabajadores de cualquier color, edad y sexo que habitan esa zona en desinversión, desindustrialización y sometimiento acelerado a ser periferia de bombeo de valor a las dos costas, los que tienden a radicalizarse. Parece una contradicción menor pues lo normal es que el capital más concentrado aplaste a esos capitales menores, pero ocurre que los EEUU no tienen coherencia territorial ni estatal sin el consentimiento de ese territorio, mayor que Europa y puente entre las dos costas.

Así mismo, los globo-oligopolistas saben perfectamente esto, y lo saben porque su poder depende de la pieza clave que es el imperio estadounidense, sin el cual las redes de poder globo-oligopolistas entrarían en descomposición. Por eso han luchado contra el proyecto de reindustrialización nacionalista de Trump, que lideraba la regionalización en lugar de la globalización de las áreas económicas mundiales, proyecto reforzado por el auge y la no solución en 2008 de la crisis de sobreproducción mundial de capitales.

Por esta circunstancia estratégica favorable a los nacionalistas estadounidenses, no pueden parecen no poder los globo-oligopolistas decretar ellos mismos una guerra civil contra los nacionalistas. Y por esto, hay que considerar que un golpe de mano tan audaz como es romper el campo electoral para derrocar la soberanía popular y remover a los nacionalistas como si fueran un Nudo Gordiano, a pesar de que esa acción impone el mismo efecto que se intenta evitar es signo de desesperación, lo que muestra la profundidad real de la crisis del capital, más allá de la cosmética estadística.

(SV) A día 16 de enero, en el meridiano 0, los ultraimperialistas o globo-oligopolistas no pueden renunciar a las enormes ganancias de subcontratar fuerza de trabajo barata en las regiones de menores salarios, y han puesto a los EEUU al borde de la guerra civil para evitarlo. Se rompe el anterior modelo de acumulación, pero no se reduce la cuota de explotación repatriando infraestructura industrial a los EEUU. La pregunta que viene cuando se coteja la posición tomada por el capital concentrado con las posiciones de la socialdemocracia es ¿por qué la socialdemocracia insiste en olvidarse, con sus posaderas bien hincadas en empleos funcionariales de por vida, de esta cuestión de la desindustrialización a la vez que renuncia a la lucha por el pleno empleo?

 

La socialdemocracia internacional está ayudando a decretar una dictadura tecnomalthusiana global

 

Tras verse obligados a dar este golpe de El Gran Pucherazo, los globo-oligopolistas pueden intentar sobrevivir en este proceso de fragmentación política y social de su territorio hasta ahora clave e imponerse a medio plazo, quizás en diez años, por mayor capacidad de resistencia en una guerra híbrida prolongada, encastillándose en las High Techs robotizadoras globales GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft) y en las organizaciones neomalthusianas transnacionales (ONU, OMS, FAO, Planned Parenthood, Internacional Socialdemócrata, FMI, Banco Mundial, Fundación Gates). Pero el bloque de capitales industriales y el proletariado del bolsón nacionalista del Medio Oeste parece poder resistir al menos 20 años.

Mi percepción es pues que la contradicción es estructural, la lucha de intereses no se va a calmar sin un nuevo equilibrio, la posición estratégicamente ventajosa la tienen los nacionalistas, y el régimen neomalthusiano estadounidense, el establecimiento federal, caerían si asumen como propia el grado de  beligerancia que las urgencias de desvalorización obligan a promover a los globo-oligopolistas.

Todo esto concierne al proletariado mundial y concierne a las poblaciones de Europa y de todo el mundo. Si bien la contradicción estructural de la insuficiente masa de plusvalor y ganancias no se resuelve por meramente imponerse una u otra fuerza, la cuestión de la convivencia – y de cómo enfrentarán las poblaciones estadounidenses la próxima crisis de capital y la revolución social -, sí se dirime en este proceso político.

El fraude judicial y el fraude legislativo empeoraron al no reparar el daño hecho con El Gran Pucherazo, de hecho lo han agudizado y así han preparado una crisis constituyente de largo alcance, lo que hace pensar a algunos que los globo-oligopolistas han decidido romper la baraja para acelerar la descomposición del actual régimen para poder reestructurar a plena satisfacción a los EEUU, no como el centro del imperio global sino como su primera provincia reestructurada en la Robotización, lo que incluye la imposición del despliegue de un Régimen Capitalista Tecnomalthusiano en toda regla – malthusianismo 3.0 que exploraremos en detalle qué es o viene a ser en concreto en otros artículos pero cuyas trazas básicas veremos a continuación.

La Socialdemocracia Internacional con sus ATTACs, Porto Alegres y constelaciones de oenesgés y aristocracias obreras, corre paralela a un partido político internacional enorme ocultado a la opinión publica; se trata del partido neomalthusiano, cuyas bases materiales están constituidas ahora en copiosas subvenciones estatales y en la sobreacumulación y las inversiones del capital químico-industrial neomalthusiano especializado en los mercados institucionales anti fertilidad y anti fecundidad humanas, sobre todo proletarias, especializado en venta de esterilizaciones de población, reducción de natalidad, control numérico de poblaciones y de segmentos concretos de poblaciones, disminución del salario mínimo, abortismo, fraudes anticonceptivos y toda su panoplia de artilugios, técnicas, laboratorios ideológicos y tecnológicos, e infraestructura política ad hoc. Han sido, junto a las fuerzas represivas, la columna vertebral del desarrollo de la fase toyotista anterior de la acumulación de capital, hoy en periodo de descomposición.

En esta línea de interpenetración, codesarrollo y creciente interactividad entre las clases medias imperiales socialdemócratas y neomalthusianas, ya se empiezan a padecer ministerios de Agenda 2030 planificados por el Imperio Malthusiano de la ONU. Esto toma la forma de una ofensiva criminal ecofascista que busca disminuir el salario mínimo proletario medio mundial por medio de la reducción del consumo proletario en todo viento pero más intensamente en la periferia, atribuyendo las restricciones que promueven e imponen a la necesidad creada por unas supuestas crisis primero pandémica y luego climática; crisis globales que han distorsionado, cuando no directamente inventado, los técnicos del capital mientras orillaban y silenciaban de forma planificada a los científicos independientes o simplemente a los criterios y conclusiones alternativas.

La (hipo)tesis de que el fascismo (neofascismo) defendida por Narciso Isa Conde está centrado en el proyecto de reindustrialización nacionalista, que sin duda tiene formas autoritarias, y no en los nazis capitalistas globo-oligopolistas que reinan y dominan en estas redes protofascistas de funcionariados keynesianos socialdemócratas y liberales, neomalthusianos de clases medias imperiales, desconoce el hecho de que los globo-oligopolistas están derivando hacia un totalitarismo de gran envergadura y muy inquietante.

Este totalitarismo se centra ahora en el Foro de Davos, y la serie de herramientas políticas que han conseguido alinear: La ONU, la socialdemocracia internacional, y sus infraestructuras mediáticas, juridico-políticas, los estados de consenso socialdemócrata-neomalthusiano, los capitales tecnomalthusianos, el complejo militar industrial estadounidense y el sistema financiero internacional.

 

La ideología darwinista y el keynesianismo socialdemócrata constituyen la savia política del totalitarismo tecnomalthusiano global

Por cuestiones históricas la burguesía globo-oligopolista y las clases medias imperiales adoptan la ideología neomalthusiana en el accionar de su expansión política.

Estas fracciones oligárquicas, burguesas y de clases medias tienen incluso una religión adhoc en desarrollo, – que podría interpolarse peligrosamente ahora en las corrientes transhumanistas aventadas por la revolución tecnológica de la biología sintética-, y la tienen no porque lo diga la “ultraderecha”, sino porque la tienen de verdad dado que la han venido desarrollando desde hace dos siglos y medio. Al funcionariado burgués primitivo emergente durante el capitalismo comercial el componente revolucionario del cristianismo, ciertamente anti totalitarismo estatal, le limitaba la hegemonía cultural sobre el proletariado, pero además el carácter de rival en la competición entre reformismos con las viejas corrientes reformistas cristianas, aristocráticas y campesinas, reducía su expansión social. Para saltar sobre estas limitaciones formaron la religión masona, una religión clasista, con mártires, creador del universo (masón), con sus propios fieles, liturgias, templos y redes de influencia sectaria, si bien el partido neomalthusianismo y ahora tecnomalthusiano internacional tiene una identidad propia claramente totalitaria.

Pero el cuerpo material del totalitarismo nazifascista neo y tecnomalthusiano lo producen y reproducen ampliadamente los efectos de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, de desvalorización del capital humano. Especialmente de la desvalorización del proletariado en las bajadas cíclicas de las crisis industriales, para cuya respuesta política adhoc de justificación de lo injustificable está ideología surgió a inicios del siglo XIX en los círculos de propietarios, primero terratenientes, y luego fabriles y manufactureros dirigentes de la revolución industrial inglesa.

Por supuesto, las personas sobrantes al aparato productivo capitalista no las produce la alta natalidad, como absurdamente mienten los neo y tecnomalthusianos, los producen las relaciones sociales de producción capitalistas, y las leyes sociales objetivas y límites estructurales internos inherentes al desarrollo del capital.

Las crisis medioambientales no son producidas por la cantidad de humanos, – la cual tiende naturalmente al alza por cuanto a mayor dispersión de la población y mayor número de humanos menores son las posibilidades de extinción de la especie, detalle crucial que los nazis neo y tecnomalthusianos se afanan en ocultar desde hace un siglo y medio -. Las crisis medioambientales de causación humana son producidas por la premura en la producción de utilidades, determinada por el mandato de maximización de los beneficios para sobrevivir en la competencia en el mercado mundial. El asignarselas a la cantidad de humanos es una declaración de guerra al proletariado mundial que no han hecho los nacionalistas estadounidenses y si hacen continuamente los nazis  tecnomalthusianos.

La ideología neomalthusiana

La ideología neomalthusiana consiste en una sedimentación de ideologías capitalistas adaptada en cada fase larga de la acumulación de capital para ayudar a maximizar la explotación del proletariado mundial.

La ideología darwinista basada en la teoría errónea de Darwin, en la que no es la dialéctica de la materia y la información la que constituye la historia del desarrollo en la que surge el hito humano sino una supuesta lucha entre las especies y sus individuos que favorecería al “más apto”. Bajo esta presentación se encuentra una ideología clasista que es trágicamente empeorada con las sandeces malthusianas, para quienes habría unos límites inmanentes naturales al crecimiento de la población humana – y no únicamente limitaciones de productividad como su rama ecofascista adjudica reduccionistamente a Marx haber postulado como esencia de su crítica a Malthus – límites inmanentes naturales a la expansión numérica humana que han sido una y otra vez rebatidos por los hechos.

Pero mientras esta proposición malthusiana enfocada contra la reproducción del proletariado industrial, no controlada por el capital, es errónea, científicamente indigente, confusionista e intoxicadora, ocurre que desde la descomposición de la I Internacional, por ellos mismos acelerada mediante infiltraciones, los nuevos malthusianos, los neomalthusianos, trágicamente la empeoraron aún más al forjar la ideología de la Dirección de la Evolución por el Hombre, sin aclarar qué hombres y de qué clases dirigirían la evolución de qué hombres y de qué clases, al par que suplantaban la teoría revolucionaria marxista de la lucha por la producción y del salto cualitativo del comunismo en el desarrollo de las fuerzas productivas superador del capitalismo y de la sociedad de clases.

Inmediatamente después de haberla fraguado, filtraron la ideología neomalthusiana en el proletariado en dos líneas, una cultural, higienista genética, camuflada de anarquista, y otra laboral, llegando al éxito histórico de hakear el leninismo, para aceitar la disminución del salario mínimo y facilitar el gobierno capitalista del proletariado femenino.

Esencia del keynesianismo

En los años 1930s, con las grandes dificultades que atravesaba la acumulación de capital y la agudización de las contradicciones interimperialistas, el reformismo entró en crisis y ya no bastaba con el neomalthusianismo. Entonces los neomalthusianos crearon la ideología keynesiana para librar a la socialdemocracia del principio de búsqueda del Pleno Empleo y justificar la Inflación Jacobina en el periodo de contracción y estancamiento de la Gran Depresión. Tras la guerra mundial, la receta inflacionaria en un marco coyuntural de gran expansión capitalista y de la masa del plusvalor y del plusproducto, el keynesianismo se renovó sirviendo para contener el salario proletario y reducir los costos infraestucturales y de financiación de los monopolios, pero a partir de los años 1970s volvió a constituirse como justificación económica de la Inflación Jacobina, que despuntaba poco a poco hasta tomar mayor velocidad en los años 1990s en los centros capitalistas y ahora estar a punto de estallar al mismo nivel que en el periodo pre II Guerra Mundial.

Re-constitución del neomalthusianismo con atractivos maquillajes nuevos

Lo que contuvo el despliegue de la Inflación Jacobina a todo su esplendor en los años 1970s fue la recomposición del neomalthusianismo, que reapareció camuflado de feminismo y “liberación sexual”, siendo ocultadas su naturaleza eugenésica e higienista genética, y sus responsabilidades criminales en las esterilizaciones forzosas, la higiene genética y el abortismo de los 1920-40s, en su mayor parte ocultados por la memoria histórica dominante, que hoy es neomalthusiana.

En los años 1970s se desató una crisis feroz de sobreproducción. La alta procreación en la fuerza de trabajo devenía no rentable, por lo que al capital industrial le urgía reducirla. El aumento del paro obrero incrementaba la competencia entre productores (toyotismo) lo que disminuía el salario mínimo de forma estructural. En esas nuevas condiciones materiales de la acumulación de capital, la socialdemocracia re-descubrió que reduciendo el tamaño familiar del proletariado y postergando la edad del primer hijo en las parejas, la disminución del salario mínimo era compatible con una elevación del consumo por el abaratamiento causado por la eliminación de la porción del salario dedicado a la procreación, y por la mayor agregación de valor causada paralelamente con la incorporación masiva de las mujeres a la oferta salarial de fuerza de trabajo. La estabilidad social resultante favorecía su hegemonía, por lo que ayudó a incrementar esta tendencia, a acelerarla, a ampliarla con sus mentiras y extenderla con sus farsas. La acumulación se recuperó, pero facilitar el desistimiento de la formación de familias en las personas creaba un grave problema de anomia cultural. En este momento los neomalthusianos resucitaron al feminismo muerto como movimiento de masas desde la I Guerra Mundial por su apoyo al belicismo y las masacres de esa guerra.

En este contexto, los monopolios, los neomalthusianos y la socialdemocracia keyenesiana en crisis se inventaron la liberación “sexual” sin consecuencias para ofrecérsela a las mujeres proletarias, como si fueran estériles, lo que se podía simular con las series de productos químicos industriales surgidos de la expansión de los capitales neomalthusianos y sus mercados anticonceptivos.

Desvalorización toyotista del trabajo proletario con alta oferta y papel del neomalthusianismo

La masificación “pop” de la píldora anticonceptiva promovía esa muy humana tendencia a la sexualidad pero falsificada en su marco interpretativo por los socialdemócratas como “liberación”, promoción que aceitaba la disminución del salario mínimo proletario y, como luego se ha comprobado, retroalimentaba esa disminución hasta el punto de que hoy en día el salario mínimo ha devenido insuficiente primero para procrear en los centros capitalistas, especialmente los proletariados internos, luego para independizarse los jóvenes proletarios y, ahora, amenaza incluso con ser insuficiente para alimentar la fuerza de trabajo proletaria, lo que reduce la natalidad, y a su vez al recortar la sexualidad humana en el proletariado… reduce el salario mínimo.

Como el revés del calcetín, el régimen del salario mínimo proletario cuya disminución al inicio de la Revolución Industrial inglesa forzaba al aumento de la natalidad para poner a los niños a trabajar salarialmente cuanto antes, forzando la formación de familias extensas con esperanzas de vida al nacer en sus componentes cada vez menores, y con medias de esperanza de vida de 20 años en el proletariado, ocurre que en el toyotismo del último siglo, ya dada la vuelta al calcetín, las familias cada vez han tenido menos éxito en constituirse como familias reproductivas, el enlentecimiento metabólico y la caída de la fecundidad es catastrófica. Este es el tipo de acaeceres sociales que están cayendo sobre el proletariado estadounidense postoyotista supuestamente únicamente “blanco”. Tipo de cosas sobre las que la socialdemocracia internacional no quiere saber nada más que aplastar todo liderazgo de cualquier tendencia que se enfrente al estado de cosas que impone esta biología política del capital altamente desarrollado, cuando el capital humano “sobrante” deviene para la socialdemocracia y sus ultraizquierdas subvencionadas “deplorable”.

Recapitulando. Para poder existir las parejas proletarias durante el toyotismo postergaban la procreación, el salario mínimo se reducía al eliminarse la porción dedicada a la procreación, como se había reducido la procreación el salario se volvía a reducir, y ante esa disminución volvía a reducirse la natalidad.

En esa retroalimentación del colapso de la natalidad en el proletariado a medida que el salario mínimo disminuía, la lucha de clases neomalthusiana exhornaba esta situación con sus proclamas de (la fraudulenta) “liberación sexual”, en realidad su contrario, sus llamamientos a disfrutar el consumismo, sus loas al bienestar alcanzado con el incremento de la esperanza de vida y sus campañas recurrentes de negativización de la maternidad.

Por supuesto el negativismo de la maternidad es pura y dura lucha de clases; al negativizar la maternidad en tales condiciones de explotación de clase ganan las mujeres burguesas, y pierden las proletarias. Ganan las mujeres burguesas porque son quienes están en mejores condiciones de elegir el cuándo y el con quién. Lo duro de la maternidad presentado además como feo y una forma de opresión social revaloriza su esfuerzo y autodeterminación electiva, de forma que las campañas de rechazo y negativización de la maternidad les beneficia porque eleva su estatus social y las condiciones que pueden poner a los candidatos seleccionados para procrear con ellas, pero esto es así en la burguesía y las clases medias, no en el proletariado. El negativismo de la maternidad no opera igual en las mujeres proletarias de entornos urbanos, quienes se ven desvalorizadas en su principal riqueza natural cuando, a la vez, no pueden elegir el cuándo, y aumentar sus condiciones económico-sociales al candidato a padre, en el contexto de la precarización toyotista, implica retrasar la maternidad hasta un límite que no pocas veces impide la realización de su maternidad. El negativismo de la maternidad neomalthusiano ha sido un negacionismo da la maternidad proletaria justificatorio de la reducción de la natalidad, así de la procreación proletaria, casi en términos absolutos, y por tanto pura y dura eugenesia que es intolerable que siga pretendiéndose hacer pasar como comunista, esto es, espartaquista.

 

Biología política neomalthusiana durante la explotación toyotista

Ojo, además, al hecho de que las elevadas esperanzas de vida medias que ofrecen los neomalthusianos tienen trampa:

Ocurre que en torno al 2% de los usos de la píldora anticonceptiva falla, de manera que la masificación de la moral neomalthusiana de la (fraudulenta) “liberación” “sexual” conducía sistemáticamente a producir embarazos deliberadamente hechos creer no posibles por la propaganda neomalthusiana… el resultado fue una epidemia general de embarazos sin marco social de apoyo en medio de la negación de medios de salir adelante. La solución que dieron los socialdemócratas fue el abortismo, lo que embellecieron por medio de dictaduras neomalthusianas que ocultan la naturaleza, el sufrimiento y la destrucción del estatus humano de los embriones humanos.

En la última década, la lucha para que los socialdemócratas reconocieran el totalitarismo inherente a esta biología política de la procreación humana en el proletariado ha sido completamente infructuosa: Salvo honestas excepciones la inmensa mayoría de los socialdemócratas, incluidos los socialdemócratas “revolucionarios” y “de ultraizquierdas”, oculta conscientemente por sus intereses políticos y económico-sociales la gravedad fascista antiproletaria que conlleva el neomalthusianismo y su producto necesario de la masificación irrestricta del abortismo, la caída de la fecundidad, la negación de la maternidad, la destrucción de la fertilidad y el colapso poblacional de las extensiones nacionales del proletariado mundial en los países centrales de la acumulación, catástrofes que los socialdemócratas surfean con toda facilidad rezongando fascistadas del tipo de que son deplorables, “eurocentristas” y otras garruladas para ocultar su participación en la explotación hasta la consunción de sus propios proletariados.

En esta línea, la mortalidad de los embriones humanos no la computan en la esperanza de vida, pero si se computara la esperanza de vida al ser concebido en la clase proletaria, con tasas de abortos del 25, 30, 50% y más de abortos provocados, no llegaría a los 30 años. Los neomalthusianos y los socialdemócratas han silenciado y silencian todas estas ignominias de la guerra de clases biológico política, que encima quieren ahora recrudecer, no inocentemente, y exportar bien empaquetadita a la periferia mediante el desarrollo del Imperialismo Demográfico, la forma moderna del nazifascismo promovida por los tecnomalthusianos y sus socios y aliados socialdemócratas, no por los nacionalistas, incluyendo en estos a los nacionalistas estadounidenses.

 

Por qué los nacionalistas estadounidenses son autoritarios pero los globo-oligopolistas neomalthusianos son totalitarios

 

Sostengo ante el proletariado mundial y los sectores no nazifascistas del conjunto de la sociedad civil que el medio siglo de desarrollo del abortismo y del control neomalthusiano de la natalidad proletaria para acelerar la disminución del salario mínimo, constituye el mayor genocidio de la historia.

Ha sido en gran parte inconsciente, es cierto, pero ha reducido la población humana, especialmente proletaria, en no menos de 3.000 millones de personas. Narciso Isa Conde parece no saber nada de esta cuestión lo que le descalifica, en mi opinión, para dirigir al proletariado y lo enmarca como un líder nacionalista que está criticando a sus invasores imperialistas, lo cual es legitimo siempre y cuando en esa función no reste información crucial al proletariado local e internacional.

Recuerdo que uno de los líderes actuales de los globo-oligopolistas es precisamente el cuadro neomalthusiano William Gates III que es hijo de uno de los directores ejecutivos de la campaña neomalthusiana de este medio siglo anterior, comandando el capital neomalthusiano de la corporación transnacional esterilizadora-abortista Planned Parenthood, fundada por una eugenista abiertamente racista que odiaba especialmente a los proletarios de piel negra, por lo cual ayudó a fundar esa corporación criminal.   .

En este sentido, una de las primeras acciones que el presidente nacionalista conservador de los EEUU, Donald Trump, acometió fue eliminar la subvención de 1.200 millones de dólares para la difusión internacional del abortismo y la esterilización a Planned Parenthood. Conviene no subestimar ese recorte de capital, en sus sinergias solo esta acción puede haber evitado la muerte prematura a 20 millones de personas. El odio de los neomalthusianos hacia Trump está fundamentado en esta posición biodemocrática de Trump contraria al abortismo.

Por comparar; recientemente se ha sabido que la descompensación de sexos en la población china no es tan acendrada como se creía. Resulta que 16 millones de mujeres chinas no fueron inscritas en el censo por parte de sus familias para no cumplir la política de un solo hijo que una coalición de los globo-oligopolistas y neomalthusianos locales y globales impusieron a China como condición de acceso al mercado mundial. Estos millones de familias chinas pudieron hacer la oposición bioanarquista al totalitarismo neomalthusiano con apoyo de la vista gorda de los funcionarios no neomalthusianos chinos, cuya actitud les salvó la vida y va a mitigar el colapso demográfico de mediados de este siglo en China.

 

Recordemos:

 

 

Entre las cuestiones importantes que suscitan estas nuevas perspectivas, la que nos lleva a la evolución histórica del hombre resulta esencial. Se trata del conflicto entre las fuerzas responsables de la transformación del Homo Sapiens, desde la humanidad del neolítico hasta la humanidad nuclear, por una parte, y por otra, las fuerzas que mantienen inmutables la reproducción y la estabilidad de las colectividades humanas o de los medios sociales, y que durante la mayor parte de la historia las han contrarrestado eficazmente. Esa cuestión teórica es central. El equilibrio de fuerzas se inclina de manera decisiva en una dirección. Y ese desequilibrio, que quizás supera la capacidad de comprensión de los seres humanos, supera por cierto la capacidad de control de las instituciones sociales y políticas humanas. Los historiadores marxistas, que no entendieron las consecuencias involuntarias y no deseadas de los proyectos colectivos humanos del siglo XX, quizás puedan esta vez, enriquecidos por su experiencia práctica, ayudar a comprender cómo hemos llegado a la situación actual.”

“Manifiesto para la renovación de la historia” Eric Hobsbawm

 

Pues bien, los neomalthusianos lo tienen claro, estos no predican la doctrina de la moderación procreativa sino que buscan la maximización de la ganancia cosificando hasta extremos inauditos en la fase anterior y ya definitivamente nazi-fascistas a los seres humanos al inicio de la robotización cuando desde el nivel anterior, están llegando al nivel de difundir ideologías misantrópicas para facilitar el aumento de la subsunción real de la procreación proletaria en la producción capitalista de plusvalor. El objetivo y la tendencia es a primarizar los cuerpos humanos como materia y objeto de trabajo. Aquí, en este punto, visto que los leninistas contemporáneos se desentienden completamente de defender al proletariado de las sevicias tecnomalthusianas, hay que trazar una línea roja en relación con el respeto básico obligatorio a las iguales libertades de todo ser humano, cuyos cuerpos embrionarios son iguales de inviolables ante la consciencia del contenido esencial de la revolución proletaria. Quienes han caído en afirmar lo contrario, incluso con las pruebas puestas ante sus narices, se constituyen, si son cortos mentales, como ayudantes de los nazifascistas y si no lo son directamente en nazifascistas.

Los nacionalistas estadounidenses son conservadores, con una fracción conservadora anti colectivista incluso radical pero no recetan el neomalthusianismo ni mucho el tecnomalthusianismo, que a nuestros funcionarios socialdemócratas “revolucionarios” les parece indiferente o inocuo y no digno de atención y alerta. A los nacionalistas estadounidenses hay que criticarlos e impugnarlos en su tendencia racista y sus ensoñaciones retrógradas de cierres de fronteras a la libre circulación internacional de trabajadores – aunque no hay pruebas de que se opondrían a la internacionalización de la seguridad social, mientras sabemos que si las hay en el caso de los socialdemócratas que prescriben malthusianismo e inmigración precarizada pero no internacionalización de la seguridad social, para así mediante esta no internacionalización estabilizar sus clases medias sobre el diferencial salarial de los trabajadores importados de la periferia -.El verdadero fascista no es el que cree que es posible la autarquía por medio del nacionalismo sino los que instauran un régimen social de impugnación consciente de la internacionalización de la seguridad social, circunscribiéndola a los marcos nacionales apovechándose explotadoramente de los desniveles de renta, que se peroran antirracistas mientras incrementan la explotación.

A los nacionalistas hay que impugnarlos también por su carácter capitalista, pero su autoritarismo no es comparable con la despiadada cosificación tecnomalthusiana que los globo-oligopolistas y sus socios socialdemócratas quieren imponer al proletariado mundial en la fase entrante de la robotización. Aquí hablamos ya de palabras aun mayores que hasta esta altura de este escrito.

Los globo-oligopolistas son progresistas anticolectivistas que, bajo dirección de su fracción reinante neomalthusiana, hiper cosificadora, y sus afanes urgentes de valorización del capital, devienen totalitarios.

Acostumbrados a programar relaciones sociales a través de la cibernética informacional, su visión de las personas es cosificante, lo que escala en agresividad con la revolución de la Inteligencia Artificial y la tendencia a la Robotización social y productiva. Buscan implantar el espionaje estatal y mercantil a pleno espectro en comandita con el funcionariado de los estados que entran en su alianza de clases, mediante la instauración del régimen de crédito social, al precio de la destrucción de la creatividad de las personas. La mezcla política de colectivismo respetuoso con la individualidad y el fomento de la individualidad respetuosa con la colectividad que buscamos los espartaquistas es algo que nada tiene que ver con la política de la cosificación poshumanista que la alianza entre neomalthusianos liberales, keynesianos socialdemócratas y globo-oligopolistas están implantando en torno al reformismo cosificador de la población en general y el proletariado en especial, al rebufo de su crisis de ganancias y de hegemonía cultural.

El síntoma que demuestra la audaz comisión de El Gran Pucherazo cargándose la democracia representativa en los EEUU ante los ojos de la sociedad civil mundial es muy grave. Ya con los nacionalistas estadounidenses detenidos en este periodo, o al menos eso es lo que parece tras la doble provocación del Capitolio, el bloque globo-oligopolista tecnomalthusiano puede lanzarse a organizar desde Davos los nuevos pasos antes de ceder los látigos y garrotes a los socialdemócratas de clases medias de Porto Alegre – o donde centren el nuevo artilugio de cosificación de multitudes -, mientras renuevan la geopolítica y se preparan para el nuevo nivel de colapso con las Ideologías de la Zoonosis y la Calentología auspiciadas por los bloques monopolistas industriales que les apoyan y a los que organizan.

Pero en este punto el proletariado mundial tiene que comenzar a planificar su defensa como un todo sometido a la agresión cosificadora de los asociados en la emergente dictadura tecnomalthusiana global, para frenar el totalitarismo de su biología política contraria a los intereses del proletariado mundial.

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