Judith Butler y el rol de lo “trans” en la Política Identitaria de Coalición Interseccional ‘posmo’ de la Socialdemocracia Internacional

Indice

 

1-. El papel del reasignacionismo burgués trans en la construcción del nuevo mercado tecnomalthusiano de la bioperformabilidad.

2-. La desradicalización subjetivista ‘posmo’ de las identidades buscaba expandir la bioperformabilidad y primarización del proletariado

3-. La socialdemocracia toyotista está en crisis existencial por la crisis de sobreproducción

4-. El interseccionalismo socialdemócrata da salida de representatividad a las nuevas generaciones de clase media

5-. La socialdemocracia combate su crisis de Representación produciendo ideología e infraestructura (incluso LGTBQI+) de Representatividad

6-. No era feminismo, era política socialdemócrata para la dominación de las mujeres, especialmente las proletarias

7-. ¿Por qué ahora es lo “trans” tan importante que lleva a la socialdemocracia incluso a poner en riesgo su farsa “feminista” en su política contra las mujeres?

Referencias, bibliografia y notas


La idea-fuerza de la asignación artificial original (de género sexual) que ha planteado Butler en la pregunta anterior, es una idea que sustituye a la del pecado original, pero esta vez la mácula original es recibida por el sujeto humano por actos cometidos por los padres inmediatos y no por Adán y Eva. La idea de pecado original tiene un sentido democrático en el sentido de que TODOS los humanos lo tendríamos, todos y no solo una parte.


El papel del reasignacionismo burgués trans en la construcción del nuevo mercado tecnomalthusiano de la bioperformabilidad

De Unknown Master, Italian (active 1570s) -, Dominio público

Los generistas en el dogma de la asignación del género sexual recuperan ese sentido democrático del dogma del pecado original y también el malestar espiritual de las personas por ser receptores del pecado original, pero lo reenvían reinterpretándolo hacia una supuesta asignación arbitraria del género sexual en todas las personas al nacer que, sin embargo, felizmente, se podría remitir “reasignando” a capricho el género sexual por medios jurídico-tecnosanitarios.

Por supuesto, la reasignación no es un acto tan sencillo como pudieran creer quienes ven que con simplemente reescribir el campo de sexo en el carnet de identidad ya esta todo solucionado. En realidad, la verdadera reasignación se hace forzando a las demás personas a que aparquen su mirada objetiva y te digan que eres una mujer, aunque seas un hombre, o que eres un hombre aunque seas una mujer. Para esto es una ayuda importante que, discretamente, crece como infraestructura la red de clínicas malthusianas que van a dedicar una sección ad hoc para ello. Allí los técnicos de bioperfomabilidad, en principio de reasignación de género, despliegan medios de modelado estético y químico de los cuerpos de las víctimas al par que buscan cobertura política para que este mercado nuevo de la bioperfomabilidad de humanos, en vías de masificación, tenga sus garantías jurídico-políticas y regulaciones y legitimaciones sociales ad hoc.

Finalmente, esta infraestructura se estaba explayando desde hace medio siglo. Se ve claramente en la composición técnica del capital tecnomalthusiano, y su componente de primarización del cuerpo humano y, ciertamente, estaba ya presupuesto como el objetivo del malthusianismo desde el principio. Despues, esa tendencia a la primarización de los cuerpos humanos pasó al neomalthusianismo (abortismo, reproducción asistida), y hoy forma la base conceptual y el marco mental “de sentido común” del tecnomalthusianismo. Precisamente es el tecnomalthusianismo donde el generismo está siendo integrado como sub-rama de bioperformabilidad en potente expansión. Pero el interés político estratégico siempre ha venido siendo el mismo, lograr el control técnico y numérico de la población, especialmente de la población proletaria.

Ahora bien, la burguesía malthusiana en cada época ha venido disponiendo de un cuerpo político organizativo concreto para trasmitir y legitimar estas ideologías anti proletarias. Hasta ahora siempre ha sido la socialdemocracia, incluso en sus formas extremas como el nacionalsocialismo, la anarco-socialdemocracia y el socialismo revolucionario seudomarxista, y es este el asunto, referente a la cobertura político-ideológica, que preocupa a Butler y Gleeson en sus trabajos socialdemócratas por hacer avanzar la política práctica de cómo desarrollar el Gran Mercado de la Reasignación de Género Sexual, sin duda uno de los mayores fraudes de la historia de la Humanidad.


La desradicalización subjetivista posmo de las identidades buscaba expandir la bioperformabilidad y primarización del proletariado

Cyborg in Candem Twon. Créditos: Creative Commons. Giuseppe Moscato

Una vez descargada, en la respuesta a la pregunta anterior, por parte de Judith Butler la idea-fuerza o mentira-fuerza de la reasignación “de género sexual” y, por ende, de la necesidad capitalista tecnomalthusiana de desplegar el aparato de bioperformabilidad, Julees Gleeson, admitiendo esa mentira-fuerza, sin salir al paso de las afirmaciones de Butler y, por tanto, constituyéndose en su cómplice y, así, en adversario del marxismo espartaquista o proletario, que merece el nombre de marxismo en tanto defiende el respeto básico común compartido a la necesidad de objetividad respecto a la naturaleza de la realidad y de las cosas y seres que la componen, y no el subjetivismo, Gleeson prosigue en sus trece con la cuestión de la estabilidad de las identidades, que tanto le interesa negar:

CITA: The Guardian&El Odio

Jules Gleeson:

Los argumentos en torno a la identidad se han convertido en el centro de gran parte de nuestra política en estos días. Como alguien escéptico de las categorías de identidad estables, ¿qué opinas de eso?

 

Judith Butler:

Creo que importa mucho cómo entendemos esa “centralidad”. Mi propia opinión política es que la identidad no debería ser la base de la política. Alianza, coalición y solidaridad son los términos clave para una izquierda en expansión. Y necesitamos saber contra qué estamos luchando y por qué, y mantener ese enfoque.

Es imperativo que trabajemos a través de las diferencias y que construyamos narrativas complejas del poder social. Relatos que nos ayuden a construir vínculos entre los pobres, los precarios, los desposeídos, las gentes LGBTQI +, los trabajadores y todos aquellos sometidos al racismo y la subyugación colonial. Estos no siempre son grupos o identidades separadas, sino formas de subyugación superpuestas e interconectadas que se oponen al racismo, la misoginia, la homofobia, la transfobia, pero también al capitalismo y sus destrucciones, incluida la destrucción de la Tierra y las formas de vida indígenas.

 

La cuestión de la “estabilidad” de la identidad no es baladí.

Como hemos visto en el análisis de la esencia del ser, (* “la esencia del ser es aquello que en él lucha por existir”) la identidad en tanto esencia del ser es radical, y esa radicalidad de la esencia del ser es una cuestión crucial precisamente como la fuerza presente en el sujeto dialécticamente contraria a la alienación.

El concepto EXISTENCIA se descompone etimológicamente en las raíces EX (fuera), IST (estar) y ENCIA (‘parecido a’ o ‘al modo de’). La noción romana de existencia significa entonces “al modo del estar fuera de posición fija” o estar en inestabilidad. Así que la existencia humana y la inestabilidad de las identidades sociales se parecen bastante, pero el problema para el reformismo de las identidades es que hay identidades sociales radicales, por ejemplo la identidad del género sexual.

Notemos, sin embargo, que este problema de la centralidad política de la inestabilidad de las identidades sociales, que preocupa a Gleeson, no preocupa tanto a la jerarca socialdemócrata Butler…

La desradicalización subjetivista ‘posmo’ burguesa de las identidades sociales era una farsa. Los socialdemócratas buscaban relativizar la socialidad proletaria para preparar el terreno a la expansión de la bioperformabilidad y primarización del proletariado a partir de la gestión de excepciones, de la ofensiva de transgresiones reformistas, y de la re-mezcla continua de situaciones y sujetos; el objetivo principal era lograr el control numérico burgués del cuerpo colectivo proletario – objetivo alcanzado en los países capitalistas centrales – y el objetivo secundario era desplegar el mercado de la bioperformabilidad, – asunto que va relativamente bien, con fuertes inversiones y gran número de coaligados en fomentarlo -.

En suma, esta no premura actual en Butler en interrogar al estado del eje de desradicalización de identidades proletarias, y la aparición, al parecer, del hecho de que hay algo que no termina de funcionar en el proceso de expropiación política del proletariado, le sirve y le obliga, respectivamente, a Butler para cambiar la dirección de la pregunta de Gleeson en la respuesta que le da.


La socialdemocracia toyotista está en crisis existencial por la crisis de sobreproducción

Jules Gleeson, finalmente un cuadro medio socialdemócrata que no marxista, cree que el debate sobre el movimiento de las identidades y su carácter más o menos estable es políticamente central, pero a Judith Butler le parece que no es el grado medio socialmente reconocido de estabilidad relativa de las identidades colectivas lo central en estos momentos, sino hallar una “base política”.

Entiendo que por base política Judith Butler se refiere a un cuerpo político para su partido, el partido de las clases medias, la socialdemocracia, en cualquiera de sus formas, ya sea el partido dentro del partido o el partido dentro del estado, o sea el partido dentro de la sociedad civil comunitaria, o sea el partido fuera del partido en cualquiera de estos espacios políticos.

¿Cómo aglutinar al partido socialdemócrata, se pregunta Judith Butler? ¿Acaso una crítica negativa, y hacia afuera del partido, es suficiente para aglutinarlo o hace falta algo más?

Recordemos que la socialdemocracia soporta serias y crecientes tensiones de bisagra debido a la crisis de sobreproducción de capitales, y a la baja rentabilidad del capital invertido, ya estructural, debido a la tendencia decreciente de la tasa de ganancia media.

Por esto, la socialdemocracia de crisis busca nuevos caminos para proseguir su accionar reformista y los innovadores como Butler vienen siendo bien recibidos para cumplir la misión de remontar la crisis política de paradigma social en que está sumida desde hace décadas. Ellos representan a las clases medias, pero a la vez deben representar al proletariado, lo cual en la crisis estructural de sobreproducción de capitales es cada vez más difícil.

En este sentido, Butler es recibida y tratada por la socialdemocracia como una visionaria, aunque hay que insistir en que Butler es un producto burgués y ha sido en todo momento portavoz directo de la fracción reformista neomalthusiana de la burguesía, acreditada como representante de la oligarquía académica. Judith Butler siempre, desde Gender Trouble, – a la postre una ruptura de deslinde socialdemócrata con el feminismo precisamente para preparar la política de las identidades más allá de la política de las mujeres -, ha postulado la Política de la Coalición, cima necesaria de la política de las identidades, por lo que no es raro que ahora la siga postulando como medio de resolución de las tendencias centrípetas de las bases socialdemócratas. Pero ahora el terreno y la palestra de la lucha de clases es diferente.

Y esto Butler lo ha registrado. Butler considera que ahora hace falta saber contra qué es contra lo que el partido lucha, para, en base a ese conocimiento, dotar al partido de una estrategia y una táctica política en atención a ese enemigo o ese objetivo o esas resistencias capaces de prender la llama de la unidad y de movilizar a la socialdemocracia y las clases medias en la nueva época política de la acumulación de capital, la fase de la Robotización Biodigital. Es evidente que esta incertidumbre política cada vez más acuciante no la puede colmar la mera profundización de la crítica a las identidades estables.

Jules Gleeson, sin embargo, si tiene esa prioridad para poder dar lugar a la expansión de su movimiento transgenerista tecnomalthusiano, queer, que le han dicho es “marxista”.

El movimiento real de las identidades sociales requiere objetividad para ser entendido, medido y transformado, pero Jules no necesita objetividad sino ampliar la base del movimiento transgenerizador, sobre el eje de intereses de la burguesía queer, y precisamente Butler pertenece a esta muy dinámica burguesía queer, y, puesta en posiciones de liderazgo, lo que busca, como cuadro socialdemócrata dirigente, es armonizar y centralizar estrategias.

Esto Gleeson, finalmente un cuadro medio socialdemócrata de clase media, lo entiende, pero le deja igual en su problema de cómo presentar a la población como legitimo y deseable, maravilloso y deseable, a la política de reasignacionista de géneros sexuales, tan políticamente potente en términos de arrasado de la procreación y la reproducción proletarias.

Por qué es finalmente atractiva e indicada la política reasignacionista de género sexual, parece preguntar el socialdemócrata Gleeson, pero hay otras urgencias que atender. Así que Gleeson y Butler, finalmente, se entienden, pero no se pueden ayudar tanto como quisieran. ¿O si?

Lo que si aporta Butler a Gleeson en esta respuesta es que la Política de las Identidades no es una política de eje central, no es un para si político, es un para algo. Ese para algo resulta ser la Política de Coalición. El misterio queda aclarado, y su para qué también: Por supuesto es para crear una “Izquierda” “en expansión”, es decir, una socialdemocracia en expansión. Pero ¿a qué se refiere concretamente con Política de Coalición, Butler?

No se trata de montar puzzles identitarios por montar puzzles identitarios, se trata de forjar coaliciones, pero, a su vez, estas coaliciones de identidades no se montan para si, se montan para algo… para una izquierda en expansión ¿cómo y por qué? ¿qué significa esto?


El interseccionalismo socialdemócrata da salida de representatividad a las nuevas generaciones de clase media

Supongamos que la población con orientación erótico-afectiva homófila (con atracción erotico-afectiva hacia personas del mismo genero sexual) se eleva al 5% de la población del estado español. Hablamos de un bloque importante de población; unos dos millones de personas con derecho a voto. Queda claro que convenientemente tratados identitariamente incluso podrían determinar los resultados de unos comicios electorales y, por tanto, ser para un partido parlamentario la clave política hacia el control de los jugosos presupuestos públicos, tan importantes como los que han habido en los últimos 20 años. ¿Se refiere a esto Butler? SI.

La socialdemocracia rompió a lo largo del desarrollo del modelo de acumulación DTF (Deudarizador, Toyotista, Feminitario), con un proceso de formación de su base electoral sobre ejes como el Pleno Empleo, la vivienda socialista, la elevación del nivel de vida del proletariado, el compromiso de defensa con los intereses proletarios aunque solo fuera reformista, y los sustituyó con la gestión burocrática de la clase media. La clase media era el colchón social que ofrecía la socialdemocracia al capital concentrado para crear estabilidad política, lo cual, en los dos anteriores modelos de acumulación de capital le hizo ser imprescindible para la burguesía en el control del proletariado.

La clase media (funcionariado, fracciones técnicas, aristocracia obrera y pequeña burguesía) llegada a un punto de su desarrollo para si cuando ya no puede fingir que representa una salida real para el proletariado, como bloque social de apoyo de la burguesía monopolista estatal y/o internacional, asume esta Política de las Identidades como “lucha cultural”, fundamentalmente para hegemonizar la sociedad civil comunitaria sobre y contra el proletariado. La socialdemocracia es, pues, ya innegablemente y no puede ser otra cosa que el partido de la clase media y, por tanto, el organizador de la clase, lo que la sitúa en una posición de lucha política, sorda pero feroz, contra el proletariado.

Una vez la Representación y la usurpación de la Delegación proletaria en el movimiento sindical no sirven para proseguir el desarrollo de la clase media y por tanto una vez cesa el crecimiento del control burgués sobre el proletariado por medio del estado socialdemócrata, la clase media prosigue su desarrollo sobre la base de la Representatividad.

Los nuevos cuadros de clases medias socialdemócratas se explayan por identidades a las cuales deben dar representatividad. La política interseccional es también la forma en que el partido socialdemócrata controla ese movimiento expansivo de su clase sobre la base de expandir las identidades susceptibles de representatividad, y asignar a sus cuadros, no representantes pero si representativos, una porción de plusvalía tributaria a cambio de estructurarse políticamente como representativos de identidad, que generan inestabilidad de las identidades pero estabilizan a la socialdemocracia, al estado, la clase media, la burguesía y el capital. Por esto, llueve tanto dinero hacia la política de las identidades, son costos de control del proletariado y lucha de clases.

Así a todo el aparato político institucional, (diputados, concejales, cuadros del partido, burócratas, alcaldes de la pequeña y gran socialdemocracia) y a toda la aristocracia obrera sindical, estudiantil y feminitaria hay que sumarle también los cuadros de representatividad.

Así, una nueva horda tras otra de empleados socialdemócratas se suma al ejercito socialdemócrata de control del proletariado en una nueva campaña de revolución en el vaso de agua, de cambiar el mundo instalándose en el sistema. Estos son los representativos anti racistas profesionales, anti homofóbicos profesionales, anti transfóbicos profesionales, anti fascistas profesionales, anti cambio climático profesionales y anti misoginia profesionales. Ahora viene el problema persa de cómo aglutinar a tan inmenso ejército que apunta Butler, ¿cómo juntar a tantos tan diversos en intereses entre ellos y con los delegados de los afectados por expansiones del capital como campesinos “indígenas” o no, explotados nacionalmente o no, y trabajadores explotados o no?

Estos además se deben coordinar con los representantes de los menesterosos (llameselos pobres, precarios, desposeídos) de forma que el estado capitalista socialdemócrata los integre en la producción de estabilidad política de la producción de plusvalía. Pero para ello debe haber una porción de plusvalía tributaria suficiente para ser derramada en y por el partido para que organice el circo y la estructura reformista. Todo esto es mejor si es radicalillo para dar visos de autenticidad a la Política de Coalición Interseccional Socialdemócrata. Pero si la porción tributaria de la plusvalía mengua, los problemas son descomunales, y nada envidiables para la socialdemocracia, de manera que es lógico que sus cuadros respiren aliviados cuando una Amenaza de Andromeda, como la pandemia del coronavirus de Fauci-Wuhan, acude en su auxilio por teatrera que sea.


La socialdemocracia combate su crisis de Representación produciendo ideología e infraestructura, (incluso LGTBQi+) de Representatividad

También la fundación Fiedrich Ebert es inclusiva y denuncia “el género”

En este punto, teóricamente la izquierda en expansión podría seguir desarrollándose sine die, o hasta que la tasa de ganancia lo permita, organizando y desestructurando por secciones de identidad a las masas proletarias y de clases medias proletarizables.

El campo de la Representatividad es de un potencial enorme, a priori todo es posible en él a la vez… la liberación de la raza, cualquiera que sea ella, y hay muchos colorines de piel candidatos, la liberación del género, desde personas homoeróticas, gays o lesbianas, y trans y los cientos o miles de géneros que pueden fantasearse, la liberación de la mujer, la liberación de los veganos, el colmado de las necesidades de todos los menesterosos posibles, pobres, precarios, obesos, discapacitados, todo un mundo abierto de identidades con mil maravillosas oportunidades de liberación y… mercadeo.

Butler entiende muy bien esto. Por un lado, el problema de la socialdemocracia para centralizar las tendencias autónomas en las clases medias exige un punto superior de organización, el partido, que debe ser dirigido por… la oligarquía burguesa académica tecnomalthusiana y su burocracia, o sea, el partido.

El partido desarrolla una burocracia en cada sección, durante el proceso de formación de esos secciones identitarias elementos jóvenes de clases medias, renovados en cada generación de cada fracción de clase que compone la clase media, obtienen por las escalas de representatividad identitarias su reconocimiento social y su movilidad social ascendente.

Fueron los bolcheviques los que durante el derrumbe del estado tras la guerra interimperialista, la revolución y la guerra civil, en su capitalismo de guerra instauraron la primera política estatificadora basada en el partido como una estrella de cinco roja de cinco puntas, que representan a sendas secciones organizativas fordistas del partido, los estudiantes, las mujeres, los intelectuales, los trabajadores y el partido.

Estos primeros socialdemócratas hegemónicos, a diferencia del SPD que mantenía una fiscalización de los junkers del ejército admitida por su nacionalismo monopolista exacerbado, ya organizaban identitariamente supuestamente al proletariado pero la socialdemocracia toyotista desbordó este encuadrado político-social socialdemócrata fordista, al transformarlos en identidades para si y otorgarles una estructuración del tipo del partido fuera del partido, regada con plusvalía tributaria típica de una “izquierda en expansión”, por ejemplo subvencionando circuitos de música rock, plataformas publiprivadas varias y densas redes de oenegés.

Esta complejidad identitaria en el toyotismo, – cuando no ya únicamente la movilidad social ascendente sino los medios de reconocimiento social, una vez suprimida en gran parte la sociedad civil comunitaria, quedan en sus manos -, es una bendición del cielo para la socialdemocracia y las clases medias porque les resuelve varios problemas graves, desde la financiación del partido, a la adquisición de fuerza de estabilización para legitimarse ante la burguesía y su funcionariado estatal, y le dota de medios para la atomización del proletariado y su descomposición política.

Así que de la estrella roja de cinco puntas la socialdemocracia pasa, pues, a la ideología del género, que, sin embargo, en términos políticos organizativos es una teoría especial para dotar a la burguesía de infraestructura de representabilidad sobre identidades moldeables, como método especial de poder de las clase medias sobre el proletariado pero, a veces, incluso, ante la oligarquía pues las clases medias tecnomalthusianas tienden a tener poder para si y mayor autonomía política que sus predecesoras, si bien todo depende de la producción de plusvalía.

En estas condiciones, el principal problema del esquema interseccionalista de clases medias es que cada sujeto identitario tiene enemigos distintos e intereses variados… e intereses distintos a sus propios grupos identitarios colaterales, y enemigos y contradicciones también dentro de los ejércitos identitarios de la representabilidad.

La función de la amenaza fascista, intercambiable por las conspiraciones de “la derecha”, y la “extrema derecha”, que impone la campaña de las campañas sin jamás poder lograrse hacer otras campañas relativas específicamente a la liberación y mejora real de las condiciones de vida del proletariado, aparece frecuentemente como amenaza especialmente y sobre todo en los comicios electorales, en este trasfondo de fuerzas centrípetas que hemos visto más arriba. El problema es que esto conlleva aunar mal que bien la diversidad de intereses de la representatividad socialdemócrata al siempre eludir concentrarse en los intereses de clases.

Como esta narrativa no es tan durable como cabría desear a la socialdemocracia, inteligentemente, Butler propone indirectamente buscar o decir que se busca un enemigo creíble, ese enemigo invisible, o mejor dicho, buscarlo interminablemente. En el fondo, esto es lo mismo que Berstein quería decir cuando replicaba a Luxemburgo que “el movimiento lo es todo, el objetivo no es nada”. El objetivo de Rosa era la emancipación del proletariado y la disolución de la sociedad de clases, la revolución comunista, pero para Berstein esto no era nada. Exactamente lo mismo que para la socialdemocracia y su política butleriana identitaria de coalición interseccional basada en la distribución de la porción tributaria de la plusvalía alienada al proletariado mundial.

El movimiento lo es todo el objetivo no es nada, pero no de cualquier manera, sino oponiéndose al racismo, la misoginia, la homofobia, la transfobia, al capitalismo y sus destrucciones de la Tierra y las formas de vida indígenas. ¿Qué falla aquí? Falla que cuando ya esta lanzada la estructura del partido fuera del partido y repartida la renta alienada para la clase media propulsora de esta política capitalista, la contradicción de clase prosigue desarrollándose y entonces el enemigo ha de ser urgentemente otro enemigo, no la burocracia interseccional del partido socialdemócrata fuera del partido socialdemócrata, el partido de la clases medias.

Finalmente, ¿qué entiende Butler por capitalismo? Como todo funcionario jacobino burgués, que sabe que su renta depende de la porción de plusvalía tributaria que le corresponda, Butler enseñando los dientes y sacando las uñas fieramente entiende por capitalismo al capital privado, no al público. Esta es la Judith Butler más combativa de todo su registro de combatividades en el vaso de agua, cuando ante 100 mujeres estudiantes no les habla del proletariado académico sino del patriarcado y el género.

Esto es, Butler, como todo socialdemócrata, llama capitalismo y la derecha a las porciones de plusvalía que no sean tributarias. Y, por tanto, entiende por izquierda en expansión a la expansión del presupuesto y del poder del funcionariado, del partido socialdemócrata y el poder de las clases medias, lo que no tiene nada de marxista al contrario de lo que nos están contando.

Así, para Judith el capitalismo, o sea la plusvalía, “es” la porción de la renta del suelo, del capital a interés y la plusvalía directa del capital en funciones así como el dividendo, pero no la porción tributaria, por lo que Judith Butler representa, además de ser representativa de la burguesía lesbiana, a la parte de la burocracia burguesa que controla la porción tributaria de la plusvalía, que es la fracción dirigente de la clase media, (funcionariado, fracciones técnicas, aristocracia obrera, y pequeña burguesía).

Entre las funciones que dice aportar esta fracción de clase dirigente por medio de la socialdemocracia de la clase media, está controlar el aparato jurídico y regular represivamente el racismo, la misoginia, la homofobia, la transfobia, las destrucciones de la Tierra y las formas de vida indígenas. Todo esto es, por supuesto, muy aireado, pero esta es otra primavera con una esquina rota más; también su función principal es ejercer el control sobre el proletariado, combatir al comunismo proletario, la revolución social, el anarquismo proletario y el espartaquismo impidiendo con todos los medios a su alcance que el proletariado desmonte el estado capitalista y socialice los medios de producción.

Por último, los laureles de domador del capitalismo son también falsos, la parafernalia de seccionalismo, antifascismo y antirracismo oculta que la socialdemocracia regula represivamente a las otras porciones de plusvalía pero no a la plusvalía, a la que de hecho está obligada a incrementar.

Por esto, la política de la coalición identitaria interseccional socialdemócrata sirve a la socialdemocracia para ocultar la política de la alianza de clases con la burguesía monopolista y ahora ultraimperialista, donde les vende colectivización, para reducir costes de gestión; tecnomalthusianismo, para disminuir el salario mínimo general proletario, lo que ahora esta tomando forma de una negación radical antiindividualista de la pequeña propiedad particular incluso un automóvil, una vivienda, o unos derechos de pensión, lo que finalmente es la base política central de la Convergencia de Davos; el control de la renta y los costos en el proletariado mundial; y la organización de la nueva fase de concentración y centralización de capitales.

Mientras los socialdemócratas hacen esto dirigidos por los tecnomalthusianos, los titanes digitales y la gran finanza, las grandes burguesías nacionales y burocracias estatales, los cuadros dirigentes del partido afirman hipócritamente “ necesitamos saber contra qué estamos luchando y por qué, y mantener ese enfoque”. Para esto sirve la política de coalición interseccional identitaria socialdemócrata, pero ¿es tan omnipotente como parece?


No era feminismo, era política socialdemócrata para la dominación de las mujeres, especialmente las proletarias

Hillary Clinton en la Conferencia Neomalthusiana de Beijing de 1995. Créditos: Wikipedia.

Supongamos que de las 25 millones de mujeres que hay en el estado español – proyéctese este ejemplo para alumbrar la situación en cualquier otro territorio o al espacio mundial -, quizás un bloque de cinco millones valora mucho el estatus de la feminidad alcanzado en la fase DTF (Deudarizadora, Toyotista, Feminitaria) de la acumulación de capital. Por un lado, es base electoral del partido, pero, por otro lado, es base social de apoyo del régimen establecido.

¿Cómo articular a las mujeres con otras identidades interseccionales? No es fácil, como reconoce Butler. Para ello hay que fabricar “narrativas complejas”. La representatividad, como hemos visto, da mucho juego y podemos sumar en ellas, por ejemplo, a tres millones de personas obesas, tres millones de personas con piel de color negro, y así sucesivamente hasta ver que cada vez que se sume una variable seccional identitaria mayor es la complejidad. Y no meramente es por la identidad sino que concretamente es por la identidad con intereses para si que el interseccionalismo tiende a crear.

En este panorama, encontramos en torno a un millón de mujeres divorciadas, separadas y madres solteras que reciben un pecunio de la porción tributaria de la plusvalía. Para estas mujeres se construye una narrativa compleja que explica todos los males por causa de un horrible monstruo, el Patriarcado, pero esta explicación no es necesariamente feminista, en realidad es socialdemócrata. A estas mujeres se les adoctrina contra la pareja monogámica pero no se les explica que la dependencia política y económica de estructuras capitalistas, incluyendo el estado socialdemócrata, no es segura, por decir lo menos.

El comisariado político estatal sobre este bloque, compuesto por trabajadoras sociales, en realidad en su mayoría cuadros socialdemócratas profesionales programados por los tecnomalthusianos, sirve para ocultar que la destrucción de la familia monogámica en el proletariado es un proceso relacionado con la desvalorización del trabajo manual masculino, con la disminución del salario mínimo proletario y no con el patriarcado.

Junto a este bloque, cautivo electoral de la política de coalición interseccional socialdemócratas, se encuentra el de las mujeres que han abortado, están abortando y han tomado la ideología neomalthusiana como marco mental de sus procesos vitales. Más de dos millones y medio de mujeres han abortado quirúrgicamente, y varios millones más por medios supuestamente anticonceptivos que en realidad son abortivos químicos y altamente esterilizantes. Esto es política contra la mujer, específicamente política socialdemócrata contra la mujer proletaria y de clases medias proletarizables, y en puridad no es política feminista. La narrativa compleja aquí es que el bebé embrionario no es un humano, es una cosa, y que sería monstruoso considerar que los bebes embrionarios son seres humanos pues ello equivaldría a considerar que las mujeres que han abortado son asesinas de sus propios hijos e hijas… Tampoco esta es una política feminista pues hay que recordar que precisamente la deshumanización de los bebes embrionarios se realizó aplastando a las mujeres feministas acusadas, como ahora, de conservadoras, fanáticas, tradicionales.

Otro millón de mujeres ingresa subsalarios, pero nos cuentan que ello no es debido a la continua entrada de mujeres proletarias de los países capitalistas periféricos que incrementan la oferta de empleo continuamente en los sectores supuestamente feminizados, aunque en realidad subemplearizados por sobreoferta estructural. La narrativa compleja aquí es hablar de brecha salarial, y no de capitalismo, no de dominación salarial del capital sobre el proletariado. Tampoco esta cuestión es una cuestión feminista sino una cuestión relativa a la relación de capital y a los procesos en cada segmento del proletariado de reducción del salario mínimo.

La cuestión de la seguridad concierne a muchas mujeres, temen ser victimas de delincuencia sexual, y por ello apoyan la existencia de estados con monopolio de la violencia para reprimir este tipo de delincuencia. De hecho, sin embargo, la delincuencia sexual y la violencia doméstica de los hombres de sus familias contra las mujeres no son lo mismo. Puesto que las mujeres conviven con los hombres muy mayoritariamente, la mayor probabilidad de que haya violencia sobre una mujer cualquiera es con la persona con que convive, normalmente un hombre, siendo como unas 16 millones de mujeres que conviven con otros tantos millones de hombres.

Aquí la narrativa compleja es que el patriarcado y la familia monogámica son negativos, incluso en el proletariado donde la familia nuclerar tiende a ser marco de solidaridad que si falla determina las más angustiosas situaciones y más graves sufrimientos. Por supuesto, las relaciones sociales de producción capitalistas no son incluidas, y además son excluidas conscientemente por la socialdemocracia como causa de la crisis de destrucción de las familias monogámicas en el proletariado. Es importante comprender que la burguesía socialdemócrata interseccional sí sabe que es la relación de capital y no la biología humana la que está en la base de la mayor parte de la violencia domestica en las familias.

A este respecto cabe recordar, que la ley de la violencia de género y la de completa indefensión y deshumanización de los bebes embrionarios fueron establecidas por medio de narrativas complejas precisamente cuando 10 millones de hombres y mujeres inmigrantes entraron en el estado español y formaron millones de familias, que se rompieron por millones en menos de un lustro, durante la construcción y destrucción de la pirámide de los precios inmobiliarios, lo que generó un movimiento masivo de movilidad social ascendente entre los trabajadores que pasaban a integrarse en las clases medias, detonando una enorme ola masiva de divorcios. La narrativa compleja consistía en ocultar la lucha de clases y sus horribles daños en las personas femeninas y masculinas, transformando en guerra de géneros, y en más poder socialdemócrata en la fracción funcionarial, lo que era una crisis social inmensa.

Las feministas dijeron que todas estas políticas eran feminismo, en lugar de denunciarlo como la política anti proletaria de la socialdemocracia. Tragaron con todo, mentiras de todo tipo para construir narrativas complejas que ocultaban la explotación de clase y la política de la clase media contra las mujeres, completamente criminal y falsaria. Pero hoy las feministas se encuentran con que las viejas enemigas del feminismo socialdemócratas como Judith Butler preparan la ofensiva final contra ellas, a través de la cuestión “trans”.


¿Por qué ahora es tan importante lo “trans” que lleva a la socialdemocracia a incluso poner en riesgo su farsa “feminista” en su política contra las mujeres?

La representatividad de Judith Butler reside en su condición erótico-afectiva de mujer lesbiana. Hay muchos millones de mujeres lesbianas que pudieran tener esa representatividad, pero carecen de una posición de oligarca académica y jerarca socialdemócrata, y por supuesto no son ideólogas tecnomalthusianas. Butler suma tres articulaciones de gran interés para el reformismo socialdemócrata: mujer, lesbiana y partidaria de la artificialización de la procreación personal y la reproducción social. Es pro hombres trans, pero ¿lo es sinceramente o por intereses políticos tecnomalthusianos?

La socialdemocracia hoy tiene, y otra vez sirve el ejemplo del estado español, un 55% de sus votos procedentes del género sexual femenino, logrado por los medios performativos sociales que acabo de listar. ¿Por qué puede atreverse a atacar al feminismo teniendo esa dependencia de base? Porque en realidad la socialdemocracia no está haciendo la política feminista de promover la igualdad en la serie de rubros que ello interesa al proletariado femenino y las mujeres proletarizables de clase media. Esta haciendo la política socialdemócrata de control y gestión del proletariado, y más concretamente esta haciendo la política tecnomalthusiana del control numérico, la política funcionarial de la estatización de las relaciones de procreación y reproducción social, del capital monopolista de reducción del salario mínimo y del despliegue de la socialdemocracia como red social de poder o poder partitocrático, eso si, en las mujeres.

El neomalthusianismo no es feminismo, ni lo es el abortismo, ni la devaluación de las relaciones sexuales que genera la política antisexual malthusiana para ganancia de los capitalistas concentrados tecnomalthusianos, en nada es feminista hacer compradoras de esterilidad y quimicalizar los cuerpos femeninos, postergar la procreación, a veces hasta impedirla, y finalmente legitimar el crimen de la masificación del abortismo como punta del iceberg de los horribles crímenes que continuamente y en in crescendo están cometiendo los socialdemócratas a partir del impulso capitalista a la inversión en procreación artificial, incluyendo la prostitución reproductiva masculina y femenina, la degradación prostituyente de la maternidad y la paternidad.

La destrucción terminológica de las relaciones sociales de consaguinidad, la ocultación y negación de los árboles de familia ancestral a las nuevas generaciones, en un suma y sigue horrible y espantoso que nada tiene que ver con el feminismo y si mucho con la coalición socialdemocracia/capitales tecnomalthusianos. Nada de esto es política feminista.

Las millones de mujeres que han abortado, el millón que depende del presupuesto socialdemócrata, las trabajadoras a quienes se les explica su situación en base a un supuesto “el patriarcado”, las mujeres que son asustadas incrementando la sensación de inseguridad con el cuento del patriarcado, no constituyen colectivos de identidad de representatividad sino que en realidad son muchas veces victimas de las mentiras neomalthusianas, antes, y ahora tecnomalthusianas, y de su aliada, la socialdemocracia, grande, pequeña y de ultraizquierda profesional del espectáculo. Estos grupos dependen de la socialdemocracia pero en realidad no son colectivos feministas, son colectivos socialdemócratas performados para dar salida a la política monopolista y ultraimperialista del capitalismo toyotista. Y hoy presentan tendencia a la descomposición a la misma escala y cronografía que ese modelo de acumulación de capital.

Ahora jerarcas generistas socialdemócratas tecnomalthusianos como Judith Butler les lanzan finalmente a los hombres trans, otro producto de la política antisexual reaprovechado para intentar masificarlo y emplearlo para contener al proletariado y actuar contra él en el desarrollo y despliegue de la nueva infraestructura de bioperformabilidad tecnomalthusiana, una infraestructura robotizadora.

Lo importante para la socialdemocracia, son los tecnomalthusianos, y los intereses de concentración y reparto de la movilidad social ascendente en las clases medias imperiales y el capital monopolista y ultraimperialista, no las mujeres feministas, y para cumplir esas políticas la herramienta de bioperformabilidad ahora el medio son los trans. Con los trans los socialdemocratas y los tecnomalthusianos abren el melón de la bioperformabilidad, y legitiman incluso con laureles de falsirevolución la primarización de humanos en curso, cuando la población sobrante al capital aparece como aprovechable de otros modos, dirigibles por medios de robotización y ciborgrización de humanos.

Si no se denuncia el todo, si no se ilumina en su integralidad este modo de dominación tecnomalthusiano, no se puede ver el conjunto, su movimiento y su tendencia. Al no reconocer lo que realmente estaba pasando con el abortismo toda una generación de marxistas pasó a ser una base de lacayos del capital, meros marxólogos y marxianos de bragueta, pero no marxistas. Lo mismo está pasando con las feministas que en tanto no reconozcan que los errores garrafales en su apoyo a la socialdemocracia les ha llevado a las puertas del infierno que han construido fieras del tipo Butler, no podrán romper las cadenas de dominación en forma de pirámides burocráticas que los socialdemócratas y los tecnomalthusianos les han construido.

K.A.García-Salmones


Referencias y notas

Gender Trouble

Judith Butler: “Debemos repensar la categoría mujer


TRANSGENERISMO TECNOMALTHUSIANO Y MARXISMO

Un análisis espartaquista del papel del transgenerismo “queer” de Judith Butler en la revolución burguesa robotizadora biodigital

Índice

Contexto crítico

Introducción:

Un capitalismo tecnomalthusiano luchando contra el colapso

1) La operación del inventado y propagación de un transgenerismo “marxista” “queer” está financiada por los capitalistas tecnomalthusianos

2) La operación de truncado del universal mujer en Gender Trouble por parte de Judith Butler

3) El subjetivismo anti sexual de Judith Butler estructura el aparato eugenésico capitalista 3.0

4) Judith Butler y el rol de lo “trans” en la Política Identitaria de Coalición Interseccional ‘posmo’ de la Socialdemocracia Internacional


CONTEXTO CRÍTICO:

 

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